BRUSELAS. Termina la temporada de la naranja y la Unión Europea sigue sin aumentar las inspecciones de los cítricos importados de Turquía y Egipto, con un alto nivel de pesticidas, fuera de los estándares europeos y en clara competencia desleal con las exigencias que deben cumplir los agricultores valencianos. Esto es lo que se desprende de la última pregunta realizada a la Comisión desde el Parlamento Europeo, alertando de las últimas interceptaciones, en este caso de mandarinas, contaminadas con productos fitosanitarios y plaguicidas prohibidos por la UE, procedentes de esos dos países.
Ha sido de nuevo la eurodiputada socialista Inmaculada Rodríguez-Piñero quien se ha dirigido por escrito a la Comisión Europea, tras la protesta de la Unió de Llauradors i Ramadés (La Unió), por la continua entrada de cítricos contaminados desde terceros países, sin que la Comisión suspenda las importaciones.
En su pregunta del 6 de junio, la eurodiputada alerta por escrito a la Comisión del “aumento alarmante del número de intercepciones de envíos de cítricos de Turquía y Egipto en 2021, que contienen trazas de productos fitosanitarios y plaguicidas prohibidos en la UE”. Y añade que el sistema de alerta rápida de la Comisión para alimentos y piensos (RAFFS) ha puesto de relieve que, en lo que va de 2021, “la UE ha rechazado 94 lotes de cítricos de Turquía y 30 de Egipto” porque contenían cantidades excesivas de productos fitosanitarios o pesticidas que están prohibidos en el UE.
Las intercepciones en cuestión se refieren a envíos de limones y naranjas, en particular mandarinas, que contienen trazas de sustancias actualmente prohibidas en la UE, como clorpirifos, clorpirifos-metil y procloraz. Turquía fue impugnada sobre este asunto tras una auditoría de la Comisión en noviembre de 2019, que dio lugar a un aumento del 10% en el número de lotes inspeccionados. El porcentaje de envíos de mandarinas y naranjas de Egipto que están sujetos a inspección aleatoria es del 5% y el 10%, respectivamente.
Ante este informe de la misma Comisión, Rodríguez-Piñero le pregunta si está considerando “aumentar el umbral mínimo de inspección para los lotes de mandarinas, naranjas y limones de Turquía y Egipto”. También le requiere si tiene “la intención de detener temporalmente las importaciones o realizar nuevas auditorías, si se siguen detectando niveles de sustancias prohibidas en los cítricos de Turquía y Egipto”. Además, pone en cuestión si “el umbral del 10% es suficiente para frenar el uso de plaguicidas prohibidos”.
No es la primera vez que se dirige en lo que va de año. Ya en febrero, la eurodiputada valenciana preguntaba a la Comisión por los datos alarmantes de 2020 y por una partida de cítricos importada desde Turquía a que la RASFF había detenido en un puerto de Bélgica en enero de 2021.
Rodríguez-Piñero explicaba que el sistema de alerta de la Comisión había revelado que, “en 2020, la UE rechazó 54 lotes de cítricos de Turquía, cinco veces más que en 2019, porque presentaban niveles excesivos de productos fitosanitarios o plaguicidas prohibidos en la UE". Y, “en enero de 2021, por el mismo motivo, el RASFF impidió la entrada a la UE de 57 lotes de cítricos de Turquía, más rechazos en un mes que en todo 2020”.
Los incidentes se referían a envíos de limones, naranjas y, en particular, mandarinas. Los inspectores encontraron rastros de sustancias prohibidas en la UE por su toxicidad y potencialidad de dañar el medio ambiente en 27 envíos de mandarinas en solo 31 días en 2021. Turquía fue cuestionada sobre este tema tras una auditoría de la Comisión en noviembre de 2019, que condujo a un aumento del número de lotes inspeccionados.
Una de las notificaciones de la RASFF se refiere a la interceptación de una partida de naranjas procedentes de Turquía el pasado 11 de enero. El control fronterizo en Bélgica detuvo su comercialización notificando el riesgo grave y ordenando su destrucción.
La respuesta a aquélla pregunta fue que la Comisión "está al corriente” y participa en “intercambios técnicos con las autoridades turcas”, en relación con el plan de acción elaborado por dichas autoridades turcas a raíz de la auditoría de la Comisión realizada en noviembre de 2019. En la actualidad, las partidas de naranjas, mandarinas, clementinas, wilkings e híbridos similares de cítricos procedentes de Turquía están sujetas a un “mayor nivel de controles oficiales en el momento de su entrada en la UE”, añadió. Y explicó que “sigue examinando estas medidas de control relativas a los cítricos importados de Turquía, a la luz de la información disponible sobre los resultados de los controles”.
Sin embargo, un reciente informe de La Unió denuncia que “los rechazos de frutas y hortalizas procedentes de Turquía y Egipto, tras detectarse residuos de plaguicidas o sustancias prohibidas aquí, siguen al alza y casi a punto de llegar al ecuador de este año ya se contabilizan un total de 166 entre ambos países (94 de Turquía y 30 de Egipto)”. Por ello, “insta a las autoridades comunitarias a realizar auditorias rigurosas y planes de especial vigilancia”.
Uno de los objetivos de la Comisión Europea es garantizar un alto nivel de seguridad alimentaria, y sanidad animal y vegetal dentro de la UE a través de una coherente medidas de seguimiento adecuado. Una herramienta clave cuando se detectan riesgos para la salud pública en la cadena alimentaria es el RASFF, creado en 1979 y que permite compartir información de manera eficiente entre sus miembros para evitar muchos riesgos de seguridad alimentaria antes de que que sean perjudiciales para los consumidores europeos.
Las notificaciones RASFF que se muestran en el portal RASFF son las llamadas "notificaciones originales", que representan un nuevo caso reportado sobre un riesgo para la salud detectado en uno o más envíos de un alimento o pienso. Este pasado mes de mayo, las alertas sanitarias del RASFF revelan unos datos demoledores y escandalosos. En un único mes, hay un total de 72 rechazos de envíos de Turquía -sobre todo a través de Bulgaria- y 12 de Egipto por contener materias activas “que aquí no tenemos su uso autorizado como el clorpirifos, metil clorpirifos o el prochloraz, o también por superar el límite máximo (LMR)”, explican desde La Unió.
“Estos datos son con seguridad mucho más elevados, puesto que la Comisión Europea únicamente realiza inspecciones de forma aleatoria a los productos que entran desde Egipto, tanto en frontera como en puntos de venta, mientras que las de Turquía son solo del 5% de los lotes en mandarinas y del 10% en naranjas”, añaden desde el sindicato agrario valenciano.
“Precisamente, en relación con los cítricos egipcios, La Unió ha detectado estos últimos días cómo algunos operadores comerciales valencianos reetiquetan como españolas naranjas compradas en el país africano -Egipto-. Y ha instado a la Conselleria de Agricultura a que investigue e inspeccione los hechos”, señal Carles Peris, secretario general de La Unió de Llauradors. El informe explica que, pese a todos estos datos, la Comisión Europea sigue sin incluir dentro del listado de alimentos y país de especial vigilancia, que renueva cada seis meses, las naranjas de Egipto ni tampoco ha elevado el porcentaje de inspección mínimo de los lotes de Turquía, que se mantiene en una “ridícula cifra” para mandarinas y naranjas.
Cabe sospechar a la vista de las pocas inspecciones, pero muchos rechazos que entra mucha fruta a los mercados europeos con sustancias prohibidas, lo que supone un grave problema para la seguridad alimentaria y la salud. Se trata de unos umbrales muy bajos para registrar ese volumen tan alto de rechazos en frontera y por eso La Unió no entiende como los productos agrícolas producidos en la Unión Europea deben cumplir con unos estándares muy exigentes e ir adaptándose a las exigencias de la nueva política de “la granja a la mesa” y, mientras tanto, se observan cada vez más alertas sanitarias desde la propia UE en las producciones procedentes de países terceros, a los que habría que cerrar su entrada sin las garantías suficientes de cumplir con los estándares europeos.
La organización insiste de nuevo en que debe haber una homogeneización de los estándares de producción europeos con los procedentes de países terceros, desde los aspectos fitosanitarios hasta los sociales o democráticos. En el mismo sentido se ha expresado el ministro de Agricultura, Luis Planas, que reconoció en rueda de prénsala necesidad de armonizar la política agraria europea con la comercial, para evitar esos casos de competencia desleal y de problemas sanitarios. El ministro explicó que habría que suspender las importaciones de productos de terceros países que no cumplan con los estándares de seguridad alimentaria que se les exige a los agricultores europeos.
La RASFF, no obstante, también se equivoca. En 2011, la Comisión notificó a los Estados miembros que el brote de E.Coli en Alemania podía ser una partida de pepinos procedente de España, principal exportador. A finales de mayo de ese año había provocado más de 50 fallecidos y 4.000 afectados en siete países de la UE.
Las autoridades alemanas informaron a la Comisión que habían identificado pepinos orgánicos de dos provincias de España (Almería y Málaga) como una de las fuentes de contaminación. Las investigaciones hallaron un tercer lote sospechoso de pepinos originarios de los Países Bajos. Tras detener hasta octubre la exportación desde España de todo tipo de vegetales de la zona, en plena temporada, se descubrió que los pepinos contaminados procedían de unos brotes germinados de un cultivo en la Baja Sajonia (Alemania).
La Comisión Europea aprobó ayudas de mas de 220 millones de euros para indemnizar a los agricultores de la UE afectados por la crisis alimentaria. España, el país más afectado, debía recibir 71 millones de euros a repartir entre los productores. Seis años después, las dos empresas exportadoras lograron en los tribunales una indemnización de entre 400.000 y 700.000 euros por las autoridades alemanas de Hamburgo.