VALÈNCIA. La rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, se comprometió a ello. Su antecesor en el cargo, Esteban Morcillo, antes había prometido que estaba encarrilado. Este jueves, el presidente de la Fundación Goerlich, Andrés Goerlich, ha comprobado que ambos han cumplido su palabra y que lo que el segundo dejó encaminado, la primera lo ha impulsado hasta el punto de que ya está más cerca de ser una realidad. La recuperación del Colegio Mayor Luis Vives estará terminada antes de 2022.
Esa fecha es la que se puede estimar en función de la agenda que le presentaron desde la Universitat de València a la Fundación Goerlich. El arquitecto José María Tomás está terminando de redactar el proyecto de ejecución. Desde la Universitat se le ha dado un plazo de cuatro meses para presentar el borrador. Por ahora se están cumpliendo los tiempos, de ahí que en el rectorado dieran por seguro a la Fundación que antes de fin de año se presentará en sociedad el proyecto final.
Para estos trabajos se han calculado 18 meses de duración. Teniendo en cuenta posibles imponderables que surjan durante las obras, la restauración y recuperación del inmueble podría extenderse dos años. En cualquier caso, siendo pesimistas, se puede dar por prácticamente seguro que el edificio, ahora vallado y cerrado, volvería a abrir sus puertas antes de que concluya el mandato de Mestre.
Por el plan de usos, la Universitat quiere dedicar el Colegio Mayor a nuevas oficinas para el vicerrectorado de Relaciones Internacionales y para actos culturales. Este segundo aspecto ha sido muy bien recibido en la Fundación Goerlich, ya que supondrá recuperar el recuerdo del colegio como un espacio de referencia para la escena local. "Nos hubiera encantado", comentaban desde la Fundación, "que se hubiera rehabilitado para cumplir el fin para el que fue proyectado, esto es, residencia de estudiantes mixta, laica e innovadora, siguiendo el espíritu de la Residencia de Estudiantes de Madrid". Pero que continúe albergando Cultura es para ellos una buena noticia.
Proyectado por la II República, inaugurado por Franco, el Colegio Mayor se había granjeado durante las últimas décadas, hasta su cierre en 2012, una merecida fama como espacio de referencia para actividades culturales, y muy especialmente conciertos de música. Es de hecho la pervivencia del Auditorio Montaner en el proyecto uno de los puntos a favor de la propuesta presentada por la Universitat.
El proyecto que está planteándose desde la Universitat es respetuoso con la fachada y con elementos particulares del edificio, como por ejemplo las escaleras, una de sus señas de identidad. En la reunión, que mantuvieron en el edificio del rectorado, Mestre y el vicerrector de Infraestructuras, Juan Luis Gandía, insistieron en la importancia que la rectora daba a conservar el espíritu de un edificio que se ha convertido en uno de los emblemas de la institución. Fue de hecho un tema recurrente en las últimas elecciones a rector.
Unos trabajos de restauración que tendrán un coste de nueve millones de euros y que además casan con la personalidad de la rectora. Cuando fue nombrada decana de la Facultad de Psicología, Mestre tuvo que dirimir si trasladaba la carrera a Tarongers o permanecían en Blasco Ibáñez. Aunque era más costoso, optó por rehabilitar y no por empezar de cero con un edificio nuevo. Aquello les obligó a coordinar el calendario de estudios con el plan director de renovación del edificio que incluía la introducción de laboratorios.
Mestre no sólo no se arrepiente de aquella decisión, sino que también la pone como ejemplo de su forma de ser: entre derribarlo todo y restaurar lo que hay, prefiere lo segundo. Y para ella la recuperación del Luis Vives no sólo era un compromiso incluido en su programa; era casi una obligación personal.