Los bancos centrales siguen llevando la voz cantante y los mercados esperan las reuniones del BCE y la FED de diciembre para tomar una dirección
MADRID. Pasan las semanas, e independientemente del cúmulo de circunstancias y focos de incertidumbre que se han ido despertando a lo largo del año, seguimos pendientes de las decisiones que toman los bancos centrales, las cuales están condicionando al mercado desde hace unos años.
El movimiento negativo que tuvo el mercado durante el verano, y que se propagó como el fuego por todos los índices bursátiles a nivel mundial, ha quedado sofocado por los 'bomberos' de siempre. De nuevo, y por enésima vez, comentarios por parte de los máximos responsables de los bancos centrales calmaban los ánimos y no es que el discurso haya cambiado mucho sino que se hacía más sólido y contundente en palabras, ya que las acciones son conocidas por todos desde hace bastante tiempo.
Particularmente en el caso del BCE fue Mario Draghi el que abrió la puerta de par en par a un posible incremento de la política monetaria expansiva si no se lograba el objetivo perseguido en términos de inflación. La revisión de esta posible acción y de cuando se podría iniciar se valorará en el mes de diciembre, pudiendo actuar en esa misma reunión o dilatando el proceso hasta el 2016.
En este bando expansivo, todavía -y parece que será por mucho tiempo-, se encuentra Japón, que por el momento no mueve ficha en un incremento de políticas monetarias no convencionales. Sin embargo, está más cerca que nunca de proporcionar de nuevo un impulso cuantitativo. Una circunstancia que favorecerá claramente la revalorización del Nikkei y la depreciación del yen, aportándole una ventaja aún más competitiva comercialmente hablando, lo que refuerza la teoría de una guerra de divisas encubierta que ya hemos comentado en alguna otra ocasión y que deberemos tratar próximamente.
Mirando la otra cara de la moneda tenemos a Reino Unido y Estados Unidos. Del primero solo podemos anticipar que hasta 2016 no valorará una posible subida de tipos y tan solo podemos asegurar que lo hará después de Estados Unidos, éste último parece que ya tiene una fecha concreta para subir tipos de interés: el próximo mes de diciembre. Ya ningún factor externo preocupa a la FED -anteriormente utilizado como excusa- y parece que si realmente no cumple su palabra, que era subir tipos durante este 2015, se podrían generar graves consecuencias en el ámbito de la desconfianza sobre la economía norteamericana.
Ni los débiles datos macroeconómicos parecen frenar a la FED y es que lo realmente preocupante es la leve presión inflacionista al alza en los sueldos del empleado estadounidense. La subida de tipos obedece más a no incumplir una promesa que a una necesidad real, económicamente hablando.
Nos espera un final de año centrado en las principales reuniones que tendrán lugar en diciembre -el 3 lo hará el BCE y el 17 la FED-, por lo que hasta entonces el mercado nos proporcionará oportunidades alcistas, ya que el telón de fondo es ese y en los días marcados los de siempre serán los encargados de dar alas al mercado.
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Se trata de una decisión crítica para los planes de inversión a largo plazo, que afecta tanto a la renta variable como a la renta fija