VALENCIA. Su interés por la tecnología es indudable. En algunos casos llegó a ser incluso obsesivo, hasta el extremo de replantearse si habían acertado en la elección de la carrera o si sería preferible dejar de compilar ceros y unos y optar por una vía más cómoda. Al final triunfó la pasión por la tecnología y hoy se alzan como claros exponentes de la nueva elite cultural y orgullosas de saber traducir a la realidad los sueños de otros, en un mundo, cada vez menos, de hombres.
“Sí, nos gusta que nos llamen techies, me encanta la tecnología. Sabemos compilar unos y ceros y sabemos desarrollar lo que la gente piensa, sabemos aterrizar los sueños gracias a la tecnología. Dicen que igual llega un día en el que nuestro jefe sea un robot. Pues ojalá sea así porque tendrá las cosas mucho más claras y las mandará de manera más metodológica. Será perfecto porque estará programado por nosotros y ya nos encargaremos de que nos de mas horas libres y esas cosas”. Medio en broma, medio en serio, quien así se expresaba era Berta Galán Molinero, senior manager en Acceture, especialista en el desarrollo de portales web para ecommerce y responsable el Centro de Innovación de la empresa en Pozuelo (Madrid).
Las declaraciones tenían lugar en el transcurso del evento denominado Digitalk Women donde la consultora reunió a algunas de sus trabajadoras para emitir un speech unificado que animase a las mujeres a apostar por la tecnología como opción profesional. Ingenieras informáticas en su mayoría, las participantes en la sesión narraron su experiencia, no siempre gratificante, al asumir diferentes roles dentro del mundo de la innovación y el desarrollo de proyectos.
“Recuerdo que en la Facultad, cuando ibas al baño y coincidías con alguna otra mujer, hacías una especie de fiestas. ¿Pero, hombre, si no soy la única? Eso va cambiando. Ahora ya hay veces que incluso tienes que aguardar la cola para cepillarte los dientes después de comer”, cuanta Lorena Rojas, quien trabaja en el área de Accenture Digital. “Quiero animar a todas las mujeres que tienen alguna duda a que se decanten por la tecnología, que acepten el reto y sigan adelante”, decía.
Pese a sus entusiastas palabras, esta ingeniera informática que acaba de promocionar a manager, reconoció haber atravesado momentos en los que el trabajo la desbordó. “Tuve problemas de corazón y me despedí del trabajo porque los proyectos en los que estaba metida en ese momento no permitían relajarme. Perdí la fe en todo esto. Me tomé un año sabático y me dediqué a viajar por Europa, hasta que me establecí en Berlín. Reflexioné, la pasión por la tecnología seguía ahí, de hecho aproveché la estancia en Berlín para cursar el grado y obtener el título equivalente a la superior, pero también sabía que debía priorizar. Mi vida no podía ser sólo trabajar hasta las mil de la noche. Habías otras cosas y una de las que más me gustaban era el yoga”.
A su regreso a España coincidió que Berta Galán buscaba para su equipo un perfil similar al de Lorena, así que, desde hace 4 años, compagina su trabajo en Accenture con las clases que imparte como profesora de yoga. “El cambio es complicadísimo, pero hay que aprender a decir No cuando se puede y a echar el freno. Es un mundo muy estresante donde no te puedes quedar atrás, menos nosotras que estamos en un área de innovación. La información fluye constantemente, los productos fluyen, las necesidades van cada vez más deprisa y hay mucha y muy buena competencia”.
También Marta Murillo tuvo sus dudas. Ingeniera informática de 29 años, acaba de presentar su proyecto de fin de carrera consistente en un asistente comercial para robots, en este caso para el humanoide Pepper. “A mí me ha gustado cacharrear desde muy pequeña aunque no creo que sea una rara por eso. En clase éramos sólo 3 mujeres, pero los había mucho más frikis que nosotras. Yo tuve que abandonar los estudios una temporada porque me afectaba físicamente. No te das cuenta porque, como te gusta tanto, te pasas horas hasta conseguir lo que te has propuesto, pero mi cuerpo pensaba lo contrario. Ahora intento tomármelo con más calma, pero el de la tecnología es un mundo que me sigue pareciendo apasionante”.
Si para Marta y Lorena supuso un problema en un determinado momento de sus vidas, para Sara Gomes, de Accenture Portugal, fue un revulsivo que la ayudó a bandear con la grave enfermedad que le sobrevino con tan solo 9 años de edad. Como a muchas otras niñas a Sara la educaban para ser perfecta: dulce, simpática y lista. “De lo que nunca me hablaban era de la necesidad de ser valiente y eso fue, precisamente, lo que todos empezaron a exigirme tras caer enferma”, cuenta. El proceso fue largo, pero el día que consiguió –a la edad de 15 años- ponerse ella sola el pantalón, ya sabía que había ganado. “El reto está en las pequeñas cosas, en superar cada día una, sobre todo aquellas que te dicen que nunca vas a conseguir. Por eso me gusta tanto la tecnología, porque yendo paso a paso, al final puedes lograr un gran cambio”.
Según las principales consultoras de recursos humanos la digitalización generará más de 1.250.000 de empleos vinculados con el sector de las tecnologías de la información y la comunicación en los próximos cinco años. Esto representa una oportunidad para todos, pero sobre todo para la integración definitiva de las mujeres en entornos tecnológicos. John Maeda, catalogado internacionalmente como el genio del diseño digital, observaba recientemente que “las cifras de las mujeres en el sector, todavía son bajas. Esto significa que los sistemas que estamos diseñando están pensados por y para hombres. Ahora hay que diseñar para la inclusión de todos”.
También David Cuartielles, cocreador de la tecnología abierta de Arduino y uno de los premios Ashoka de emprendimiento social de este año, aprovechó la ceremonia de los premios para animar a las mujeres a aumentar su presencia en estos ámbitos en un mundo, cada vez más, dominado por la tecnología. Abogó también Cuartielles por la necesidad de fomentar la enseñanza de la tecnología en la educación formal desde edades tempranas, sin discriminación de género.
“Claro que es necesario familiarizarse estar al día con la tecnología. Cuando alguien se sorprende de que yo, filóloga de formación, esté metida ahora en esto, les digo, perdona, ¿lo que tú metes en Google no son palabras?”, dice Cristina Aranda, cofundadora del colectivo Mujeres Tech.