"Los cultivos transgénicos han demostrado que no son necesarios", aseguran desde Greenpeace y Amigos de la Tierra
MADRID, (EP). Las organizaciones ecologistas Amigos de la Tierra y Greenpeace han denunciado el "fracaso" de los cultivos de organismos genéticamente modificados --también conocidos como transgénicos-- porque veinte años después de su introducción "no han cumplido sus promesas", entre ellas la de acabar con el hambre.
Con motivo de la celebración de la Semana Estatal de lucha contra los transgénicos y por la soberanía alimentaria, y la celebración el próximo domingo del Día Internacional de la Lucha Campesina, ambas han firmado un manifiesto junto con la Plataforma Rural, plataformas territoriales contra los transgénicos y por la Soberanía Alimentaria, Red de Semillas en el que reivindican una agricultura y alimentación libres de transgénicos y se suman al llamamiento de La Vía Campesina para defender la Tierra, la Vida y los alimentos sanos.
En concreto, Greenpeace ha publicado el informe Veinte años de fracaso, que analiza y "desmonta los mitos" de estos cultivos y lo que han supuesto en estas dos últimas décadas en términos sociales y medioambientales. Para el responsable de la campaña de agricultura de Greenpeace España, Luis Ferreirim, veinte años después, las "promesas" en torno a los cultivos transgénicos siguen creciendo pero, pese al marketing "agresivo" de la industria de los OGM "sólo ocupan el 3 por ciento de la superficie agraria mundial" y el 90 por ciento de su producción se concentra en cinco países. "Los cultivos transgénicos han demostrado que no son necesarios y no han ofrecido soluciones para acabar con el hambre", ha añadido.
Para ambas ONG, los "principales" problemas de estos cultivos son el hecho de que "fomenta" el uso de plaguicidas, ya que "prácticamente todos" los cultivos transgénicos comerciales están desarrollados para producir su propio insecticida o para tolerar las fumigaciones con herbicidas. Sin embargo, advierte de que lo que paralelamente están desarrollando son plagas y que la vegetación espontánea desarrolle resistencia a los productos químicos, lo que ocasiona "superplagas" y "super-malas hierbas". De este modo, añade que los agricultores "se ven obligados a incrementar el uso de plaguicidas". Además, el estudio afirma que los OGM no incrementan los rendimientos, por lo que "no alimentan al mundo". De hecho, un estudio del Gobierno de Aragón de 2015 señala que pueden afectar a la forma de vida de los pequeños agricultores y suponen "una amenaza para la seguridad alimentaria".
Asimismo, la ONG recuerda que la mayoría de estos cultivos se destinan a la producción de piensos para animales que se consumen en los países enriquecidos y que "no existe consenso científico sobre la seguridad de los cultivos transgénicos a pesar de los intentos de la industria para tranquilizar a los consumidores", al tiempo que "cientos de científicos independientes cuestionan tales afirmaciones". En este sentido, subraya que la ingeniería genética sigue planteando a día de hoy riesgos para la salud y puede desencadenar "efectos no deseados e irreversibles en el medio ambiente".
De hecho, Amigos de la Tierra advierte de siguen apareciendo nuevos riesgos como el teosinte, una especie invasora, pariente silvestre del maíz con el que se puede cruzar. Por ello, considera que la expansión del teosinte en las regiones de Aragón, Navarra y Cataluña cuestiona "completamente todas las evaluaciones" realizadas hasta el momento sobre el maíz transgénico. Por último, Amigos de la Tierra y Greenpeace destacan que el rechazo a estos cultivos está aumentando y la superficie que ocupan disminuyen, como en la Unión Europea, donde el único transgénico autorizado, el maíz MON810 ha sido prohibido en 19 países y en 2015 solo se cultivó en cinco.
"España tiene el dudoso honor de ser el único país europeo que lo cultiva a una escala importante (unas 100.000 hectáreas según las estimaciones del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente), aunque esta superficie va en descenso y entre 2014 y 2015 en España se redujo un 18% y un 1% a nivel mundial, según datos de la industria", afirma Greenpeace en su informe.
En este contexto, han defendido las prácticas modernas de agricultura ecológica son una "solución probada y sostenible a los desafíos que se enfrenta la agricultura y la humanidad", al tiempo que evitan la erosión del suelo y la degradación, aumentan la fertilidad del suelo, conservan la calidad del agua y protegen la biodiversidad.
"La coexistencia entre cultivos transgénicos y convencionales y ecológicos no es posible. La demanda de productos ecológicos no para de aumentar, por ello España, exponente máximo de la agricultura ecológica en la UE, debe seguir apostando por un modelo de agricultura respetuoso con el medio ambiente y la salud de las personas donde los cultivos transgénicos no tienen lugar", ha concluido Ferreirim. Finalmente, desde Amigos de la Tierra ha denunciado también la desprotección "física y legal" de activistas y campesinos por defender los derechos de sus comunidades.