MADRID. Ninguna startup pensada a lo grande quiere entender de fronteras. También España está ya en el mapa del emprendimiento, con líderes como Miguel Arias, Eneko Knör o Xavi Verdaguer que hablan con autoridad en Silicon Valley. Al fin y al cabo, los problemas son los mismos en todas las partes, lo que cambia es la escala, demasiado pequeña en un mercado tan atomizado como el europeo. “Si naces en EE.UU, la ventaja es que alcanzas inmediatamente un mercado muy grande y tienes más recursos a la hora de entrar en los europeos. Si el proceso es a la inversa, que naces en España, con una financiación de las de aquí, es casi imposible abrirte paso en 20 mercados con marcos regulatorios distintos”, dice Karel Escobar, CEO de la startup School Tetuan Valley .
En un empeño por unir voluntades y fortalecer el ecosistema, tanto los emprendedores como las instituciones comunitarias llevan tiempo arbitrando medidas de cohesión y políticas activas que favorezcan el crecimiento del tejido empresarial de la región. “Decidme lo que tengo que hacer para que las startups crezcan en Europa y lo haremos juntos”, declaraba el comisario europeo de economía y sociedad digital, Günther Oettinger, durante la celebración de la feria tecnológica CEBIT, ante una audiencia repleta de emprendedores y representantes de asociaciones de startups. La respuesta no se hizo esperar. Al poco tiempo -octubre de 2016- se presentó oficialmente el manifiesto Scale Up Europe donde se recogen 49 recomendaciones a modo de hoja de ruta para hacer de Europa el entorno propicio para crear y hacer crecer empresas.
Completar el mercado único digital, movilizar el capital, activar el talento, promocionar la innovación, ampliar la educación y monitorizar, medir y evaluar, son los pilares principales del manifiesto. Con los deberes puestos, las instituciones europeas asumen progresivamente las tareas asignadas y libran partidas financieras. Se trata de que las mejores ideas europeas se conviertan en globales.
Encaminado a activar talento y potenciar la formación, la Comisión Europea activó programas como el Erasmus for Young Entrepreneurs. “Es un programa destinado a jóvenes que se están iniciando en el mundo del emprendimiento. Consiste en pasar de 1 a 6 meses, como máximo, en otro país europeo trabajando con alguien que tiene más experiencia”, explica Karel Escobar. No se trata de hacer prácticas sino de “desarrollar habilidades como emprendedor mientras realizas tareas en esa empresa, trabajando y cobrando por ello”. Las cantidades asignadas dependen del sueldo medio de cada país de manera que, mientras que un joven acogido en una empresa de Londres cobra alrededor de 1.100 euros los que llegan a España reciben 830 euros.
En el caso de Fernando Alamillo, ingeniero industrial y fundador de la startup fintech Kainve, el sueldo que percibió en Lituania fue de 650 euros mensuales. Pero la experiencia le gustó tanto que, al finalizar los 6 meses del programa, prorrogó la estancia por su cuenta. “Aprendí un montón y me sorprendió el alto nivel de innovación de los países bálticos y su agilidad a la hora de desenvolverse en el ecosistema”, dice ya de regreso en España.
El programa, que la Comisión Europea renueva cada dos años, funciona con consorcios nacionales. Es decir, que los intermediarios españoles se asocian a empresas de fuera para enviar y demandar emprendedores. Cada comunidad dispone de sus propios mediadores y, en el caso de la Comunidad Valenciana, la responsabilidad recae sobre las organizaciones de la Fundación Equipo Humano, Valencian Association of Youngs Entrepreneurs e Instalofi Levante S.L. Los puntos y las personas de contacto pueden consultarse aquí.
A los interesados en formar parte del Erasmus no se les exige ni tener empresa constituida ni haber lanzado nada. Sí es obligatorio, sin embargo, hablar inglés de manera fluida, tanto para los que se van como para las empresas receptoras. “Nos guste o no, el ecosistema funciona en inglés”, dice Wilhelm Lappe, mentor y fundador de Emprelab. Y es que, todavía, más que el talento, es la falta del dominio de la lengua inglesa filtro suficiente para dejar fuera de los programas comunitarios a muchos emprendedores españoles.
Así lo asegura Eva Curto, responsable del Programa European coworkings de la Escuela de Organización Industrial (EOI). Cofinanciado por el Fondo Social Europeo y la colaboración de Impact Hub, EBN, y ANCES en España, se trata de un programa destinado a startups que no tengan más de dos años de vida con un perfil innovador e internacional. A través de sus dos convocatorias anuales –la siguiente será en de enero- cerca de 100 emprendedores pueden disfrutar cada año de mentorización especializada y una estancia gratuita de un mes en uno de los centros de innovación que se reparten entre los distintos países de la Unión Europea.
Ioritz Hidalgo, natural de Azpeitia, pero residente desde hace años en Valencia, acaba de regresar de Geel (Bélgica), donde acudió con el programa de la EOI para implementar ciertas fisuras de su proyecto emprendedor, Drive-Brands. “La experiencia fue muy gratificante y me cundió muchísimo el mes”. Durante la estancia en Geel, disfrutó de un pequeño despacho donde trabajar después de las sesiones de mentorización para seguir, después, en el hotel donde se alojaba. Sólo la manutención corre a cargo de los emprendedores.
Antes de Bélgica, había participado Ioritz en el programa EU-XCEL, bajo el paraguas de la iniciativa Startup Europe y el Programa Horizonte 2020 ICT-35, compatible con los aspirantes a emprendedores tecnológicos. En este entorno de entrenamiento intensivo, con vuelos y alojamientos gratuitos, conoció Hidalgo al equipo multinacional que integra Drive-Brands: dos españoles, un polaco, un pakistaní y un israelí.
Además de los referidos, existen otros muchos programas de carácter sectorial y financiación exclusiva para proyectos medioambientales (programa LIFE) , sociales, agrícolas, marítimos y otros muchos, algunos de los cuales pueden consultarse en este enlace. Y es que si viajar enriquece a cualquiera, a los emprendedores parece que todavía más.