La oposición pide la dimisión del conseller de Cultura tras el fiasco de La flauta mágica | Francisco Potenciano supone la tercera salida del coliseo en un año
VALÈNCIA. El Palau de Les Arts encara la recta final de un ejercicio que no ha sido fácil de digerir. Con la dimisión de Davide Livermore en diciembre de 2017 se ponía en marcha la maquinaria para la transformación del coliseo, un año convulso que este fin de semana vivió su pico de intensidad. Los abucheos a La flauta mágica de Mozart, reinterpretada por Graham Vick, y la dimisión del hasta ahora director general, Francisco Potenciano, han resultado en más de un arqueo de ceja sobre la deriva del gigante de la ópera. Sin director general ni director artístico (al menos hasta enero), ¿quién debería responder ante esta situación? El Partido Popular lo tiene claro: el conseller de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, Vicent Marzà, quien “debería dimitir por destrozar el prestigio del Palau de les Arts”, sentencian en un comunicado.
“El trabajo de tantos años del teatro de la ópera valenciano para ir consiguiendo un hueco en el panorama mundial está derrumbándose por la gestión ineficaz del tripartito”, recalca el presidente de la gestora del PP de València ciudad, Luis Santamaría, quien critica la “falta de calidad de la programación que lleva un año sin sufrir ninguna evolución o, en todo caso, una involución”. En este caso, Santamaría se refiere a la polémica representación de La flauta mágica, cuyo estreno este sábado dejó al público dividido. Un público, por cierto, entre el que se encontraba el ministro de Cultura, José Guirao, que se encontraba de visita excepcional en València, un ‘tour’ que le llevó a espacios como el IVAM o Bombas Gens.
“Desconcertados unos, enfadados otros, aburridos los más, lo cierto es que Graham Vick se llevó uno de los mayores abucheos que se han escuchado en la Ópera valenciana”, narraba Rosa Solà en su crítica de ópera para Cultur Plaza. “Es verdad que hay un público que odia cualquier tipo de modernidad, incluso las geniales, y que sólo quiere cartón-piedra con trajes de época. Pero debe reconocerse que las innovaciones epidérmicas, las que no sirven para profundizar de verdad en el hilo dramático, las que sólo pretenden llamar la atención o inventarse cosas, irritan con razón”. La producción fue cuestionada por distintos motivos, bien por su inclusión de expresiones y comentarios en español, que complementaban al texto original en alemán, o la participación de 60 ciudadanos no profesionales y no remunerados como figurantes, decisión defendida tanto por Graham Vick como por la presidenta del Patronato, Susana Lloret, con el objetivo de abrir el coliseo a la ciudadanía.
Con respecto a la fría acogida de la producción, el máximo responsable del coliseo, Vicent Marzà, adujo que "eso pasa en las óperas del mundo y es una buena señal de normalidad de la acción del día a día de las instituciones culturales”, en declaraciones recogidas por Europa Press. Si desde la oposición se le acusa de estar dinamitando el “prestigio” de Les Arts, desde conselleria defienden su gestión y su espacio como ópera de “excelencia internacional”. “No nos metemos en la creatividad de los artistas. Son ellos los que deciden como hacerlo y nosotros lo que hacemos es poner las condiciones necesarias para que Les Arts sea un espacio de ópera de excelencia internacional, como lo está siendo, y cada día más bien gestionado, abierto al conjunto de la ciudadanía, con más presupuesto y más capacidad artística”.
Lo cierto es que esta temporada ya se presentó como una continuación de la era Livermore completada con una oferta de “transición” previa a la llegada del nuevo director artístico. Sin embargo, lo plazos parecen jugar en contra, pues con la incorporación de Jesús Iglesias Noriega prevista para enero de 2019 y el motor del coliseo en marcha, no sería hasta 2019-2020 cuando se finiquitaría la ‘transición’ de Les Arts. El propio director lo confesaba en un encuentro con prensa el pasado mes de octubre, en el que presentó parte de su proyecto –todavía sin publicar- para el centro. “Vamos tarde”, confesó.
El ‘traspaso de poderes’ entre Davide Livermore y Jesús Iglesias Noriega se está demostrando más dificultoso de lo esperado, con un año de vacío y las dimisiones del director musical Fabio Biondi, en abril, y del director general, Francisco Potenciano. Era este domingo cuando se desvelaba su salida de Les Arts, una noticia forzada por el propio Potenciano, que hacía conocedor a su círculo de amistades del cierre de un etapa de cinco años. “Les Arts y Francisco Potenciano han acordado cerrar su etapa al frente de la dirección general del Palau de Les Arts por razones personales y profesionales de Francisco Potenciano y con el fin de profundizar y cerrar el nuevo ciclo derivado del nuevo Patronato de la fundación”, expresaban desde el coliseo. Ayer mismo Marzà defendió que la salida del director general "entra dentro de la normalidad de los cambios estructurales", una ‘ruptura’ que "estaba pactada y dentro de la hoja de ruta de la reconversión del Patronato de les Arts a una sociedad más abierta, a nuevos retos, con un nuevo modelo de gestión que necesita un nuevo equipo de gestión al frente de la parte más de gestión técnica y administrativa”.
Esta “reconversión” viene liderada por la constitución del Patronato de Les Arts, puesto en marcha el pasado mes de mayo, con Susana Lloret, directora general de la Fundació Per Amor a l'Art, como presidenta, quien se ha dedicado concienzudamente a su labor en el coliseo en estos últimos meses. Si la salida de Potenciano ayuda a “profundizar y cerrar el nuevo ciclo derivado del nuevo Patronato”, esta transformación se completará con el aterrizaje del director adjunto de Optimización de Recursos, Pierre Bouillard, y del nuevo director artístico, Jesús Iglesias Noriega. Los nuevos tiempos en Les Arts pasan por convertirlo en un “centro cultural en sentido amplio”, explicó Noriega, un espacio que “no debe ser concebido solo como un teatro de ópera”, combinando este apartado con otros géneros con el objetivo de “ampliar la base social del público”.
Con la comida todavía por hacer, València recibió el sábado al comensal José Guirao. El ministro de Cultura realizaba una visita excepcional a la ciudad, en la que visitó el Institut Valencià d’Art Modern, Bombas Gens y, cómo no, Les Arts. Lo hacía semanas después de que Marzà pisara Madrid, reunión tras la que se anunció la inclusión del gobierno central en el Patronato de Les Arts, el primer paso de un acercamiento que tiene un objetivo bien claro: aumentar la partida del gobierno a los centros culturales valencianos. Si bien los Presupuestos Generales del Estado de 2018 reservaron 600.000 euros para el centro valenciano, la partida se siente raquítica frente a los 9,3 millones del Teatro Real o los 7,1 millones del Liceo de Barcelona. Fue el propio Guirao quien tildó la partida de “insuficiente”, pero “lo que ocurre es que es el dinero que hemos encontrado y si hay Presupuestos del 19 se aumentará esa participación y si no los hay, pues habrá que mantenerla”. “El dinero no se pinta solo”, aseveró. Estas declaraciones no parecieron convencer a un Marzà que, tras su encuentro con el ministro, exigió que "la buena predisposición del Ministerio se traduzca en un aumento efectivo de presupuesto".
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