VALÈNCIA. Al terminar la Guerra Civil un extraño aterriza en un pueblo de la España vaciada. No va en busca de asilo, ni vende nada caro, ni busca a nadie en concreto. De alguna manera se ha perdido, ha caído del cielo y ha ido a parar a un lugar en el que solo se identifican con motes y donde la diferencia de clases sociales marca la vida de quienes habitan en el pueblo. El extraño lleva una mochila atada en la espalda que tras un enorme rastrojo de hilos lleva a una tela enorme con la que está construido su transporte: el paracaídas.
Un pueblo en el que la novedad da pánico y un extraño que lleva a la espalda un enorme trozo de tela le sirven a la escritora Ana Campoy para construir el relato de El paracaidista (Las afueras). Una novela que viaja a la España de la posguerra para hablar de las personas sin nombre (pero con pasado) y que está dedicada a “las que callaron”. El próximo 28 de mayo el paracaidista de Campoy aterriza en la librería Bartleby para dialogar con la obra de David Uclés: La península de las casas vacías (Siruela) y generar un encuentro en el que hablar sobre raíces, identidad y soledad.
Antes de este encuentro, Campoy atiende a las preguntas de Plaza para desgranar algunas de las claves de esta novela que funciona como una fábula sobre la historia de España jamás contada. Para ello se sirve de un paracaidista perdido que le sirve como catalizador para contar una historia sobre identidad y estancamiento: “Con la llegada del paracaidista les doy a los habitantes del pueblo la oportunidad de salir del círculo en el que están metidos. El paracaidista llega en un momento de posguerra en el que se puede transformar todo y abrazar el cambio en un pueblo en el que los personajes están atrapados dando círculos”.
En un relato que evoca al bucle, Campoy se pierde por la concha del caracol y por las espirulinas para hablar de los lugares que se estancan en el tiempo: “Procuro que los personajes pasen del círculo a la espiral. Los personajes sin nombre me sirven también para hablar de un entorno en el que la presión social es muy fuerte, la novela se plantea como un tapiz que se va tejiendo poco a poco en el que cada personaje tiene una historia que van contando los demás”.
Con una narración que recuerda a la de una fábula, la autora se sirve de este desconocido caído del cielo para contar una historia “demasiado universal” que habla, en parte, del miedo a lo extraño: “La novela habla de la herencia y de cómo el individuo no puede escapar de esta. Es como una losa. El mote se hereda, la venganza también y hasta el miedo, que hace que el ser humano haga cosas terroríficas”. Esta parte del relato da más pavor aún cuando el lector descubre en las páginas finales que parte del relato de El paracaidista está inspirado en el relato familiar de Campoy.

- El paracaidista
En la Nota de la autora desvela que el libro nace de una sensación de injusticia que “aún perdura” por contar el relato de las que callaron tras la guerra. “La generación que estaba destinada a renovarlo todo mutó en una de personas traumatizadas. Silenciadas, en muchos casos. Si además se nacía mujer, el silencio se volvía más espeso. Este libro nace de una sensación de injusticia que aún perdura. Pues la violencia es como la piedra que cae en el lago. Sus ondas reverberan con el tiempo”, se puede leer al final de la novela. Adaptando su relato familiar, dándole forma a través de la poesía y los personajes sin nombre Campoy lee la historia de la Guerra Civil desde el presente y le da el toque narrativo desde su punto de vista personal”.
“Por un lado, me interesa contar la perspectiva femenina y doméstica de las que se quedaban y las familias que se han quedado encerradas en un entorno violento y de guerra. Por otro lado, hablo de las mujeres de la clase trabajadora y de los poderosos que ejercen su privilegio sobre el más débil”, explica. Algo que se resume en su dedicatoria al principio de la novela: “A las que callaron”. “La novela se vertebra desde el silencio y el miedo que son cómplices el uno del otro. La idea es generar un espacio en el que los personajes se sientan atrapados y destinados de alguna forma, se agarran al mito para intentar comprender su futuro”, añade.
Dentro del pueblo en el que cae el paracaidista, Campoy retrata una parte de la historia de España que es contada desde su poesía, sus mitos y el recuerdo familiar de su abuela. Cuando se encuentra con los lectores, la autora destaca que muchos se le acercan a explicarles que la narrativa les hace conectar con su historia personal, o la de su familia: “Al final hablo de una gran herida que hemos tenido en este país y la cuento desde la narrativa con el reto de contar la historia de una generación que no ha podido explicarlo. La novela va por las que callaron porque les daba vergüenza contar su historia”, puntualiza la autora, quien emplea el verso y la prosa como altavoz para mantener su historia más viva que nunca.