VALÈNCIA. Tecnocredo, creo en El Código Fuente, omnisciente y omnímodo, creador del metaverso, creo en Exacristo, su única partición, nuestro administrador, que fue programado por obra y gracia del Daemon Santo, nació de Santa MarIA Virgen, sufrió bajo el poder de los analistas de datos, fue exploiteado, corrompido y desconectado, descendió a la deepweb, fue reseteado, y está instalado a la derecha del Código en la nube. Desde allí ha de venir a depurar a nuevos y desactualizados. Hay algo especialmente sugerente en el hecho de enlazar un rasgo tan humano como es la fe con lo maquinal, lo robótico, lo artificial. Ya no es solo si sueñan con ovejas eléctricas: ¿podrían encomendar su espíritu de unos y ceros o múltiples posiciones cuánticas a una deidad? Y en caso afirmativo, ¿cómo sería? En qué consistiría su salvación, si es que tal idea les interesase, cómo serían sus homilías, sus rituales, como desarrollarían su fe, al fin y al cabo, desde su vastísima capacidad de procesar información.

- Una sublime patada hacia adelante, de Pedro Jiménez (Ediciones Atlantis, 2025) -
Podemos imaginarlo de muchas formas: desde la oscuridad neogótica de Warhammer 40.000 donde conviven el Adeptus Mechanicus adorador del Omnissiah, inquisidores, demonios del Caos y necrones, a El señor de la luz de Zelazny, con sus deificaciones de inspiración hindú y budista, o en la mismísima Dune con su mesiánico Atreides Lisan al-Gaib. Otra forma de hacerlo es la de Pedro Jiménez, autor de Una sublime patada hacia adelante (Ediciones Atlantis), título fuera de los circuitos habituales de alguien que también se encuentra al margen de lo que quienes acostumbramos a convivir con la literatura tendemos a habitar. Sin pretensiones y con la libertad que otorga el no buscar más que contar una historia, Jiménez da forma a un relato que comienza ya en la misma portada, con un robot que arrodillado que reza un rosario; una imagen muy poco habitual que anticipa, en realidad, menos de lo que parece.
Una vez se comienza a leer, lo que se manifiesta es la cultura e intereses de un autor con un pie en lo tecnológico y otro en lo espiritual, que se permite hacer coincidir inteligentes reflexiones y artefactos narrativos con licencias en el estilo que no encajan en ninguna etiqueta evidente. Aquí hay rasgos locales que conectan con tendencias futuristas y religiosas, razonamientos filosóficos avanzados con derroches estéticos y metafísicos que elevan la nouvelle a dimensiones líricas. El paisaje tiene un punto de videojuego —medio en el que se están creando novedosas historias scifilósoficas de enorme valor, como, pongamos, la serie Death Stranding—: se nos describen pecios de una humanidad en ruinas, y una fe que se pinta con vocación de guerrilla urbana pese a que tal vez sea todo lo contrario. Talem es sinónimo de credo absoluto, pero también un enigma del pasado inserto no en una paradoja, pero sí en un misterio temporal:
“Por fortuna, allí las cosas se trascienden, una herramienta y una mentira pueden ser parcialmente una misma cosa y todas a la vez, si es necesario. Habitan luminiscentes cuerpos, conformados de energías de diferente ondulación, así como nuestro cuerpo está formado por huesos, tejidos, órganos de dispar densidad. De la misma forma, ellos tienen una anatomía energética que bascula entre las diferentes intensidades de onda. Flotan sobre pozos de taquiones, bellas criaturas con formas suaves, a veces una mantarraya, a veces más un cúmulo de nubes polinizadoras […] pisamos mosaicos hechos de gas extraído de la ergosfera de un agujero negro. Conocimos a reyes de ilustres linajes en cuyo pecho ardían blanquecinas estrellas de neutrones. […] Vimos las viejas e insondables manos que tejen la teoría de cuerdas; asistimos en coliseos flotantes a combates donde la única arma válida eran navajas de Ockham”. Pura ciencia fección, Science Faithction, Sci Fe (quien escribe asegura que esta ocurrencia es propia y que con lo bien que funciona en ambos idiomas no entiende cómo no puede habérsele ocurrido antes a alguien, ya que pese a haber buscado antecedentes, no los ha encontrado).

- Los rostros del Adversario (Herder Editorial, 2025) -
Al otro lado del Yaboc
Leído Los rostros del Adversario: El enigma de la lucha con el Ángel, de Roberto Esposito, publicado por Herder con traducción de Antoni Martínez Riu: un excelente trabajo filosófico en torno a un inquietante pasaje bíblico en el que Jacob pelea toda la noche con una entidad indefinida con aspecto de hombre a orillas del arroyo Yaboc. Satán es adversario en hebreo, la figura que se opone, un obstáculo. Lo demoníaco vino mucho después. En la escena veterotestamentaria el ser acaba desapareciendo y Jacob atraviesa el río con una ligera cojera pero bendecido. No cabe duda de que en algún momento se perdió parte del sentido de esta historia (Génesis 32, 23-33), que quizás, como explora Esposito, no deja de ser un arquetipo, el eco de una verdad, como que la lucha es la única forma de vida posible para el ser humano. Pero esto, exhaustos como estamos, tampoco es algo en lo que uno quiera creer.