Libros y cómic

LA LIBRERÍA

‘Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión’, un cómic lacerante de Igort

VALÈNCIA. Llega así, siendo lo que antes no era. De pronto la posibilidad es una realidad, y todo cambia de golpe. La piel de los días se desprende muy rápido. Un día desayunas ajeno a que hay una guerra enquistada desde dos mil catorce en el oriente de Europa —también ignoras otras guerras activas en diferentes escenarios lejanos y con poca capacidad para despertar la empatía—, y al día siguiente se te atraganta el café que tomas en tus escasos minutos de cara pegada a la pantalla y scroll  somnoliento al ver todo un país siendo atacado desde diferentes posiciones. No das crédito. Y eso que vives en la otra punta del continente, o en el centro, o en una isla. Las bombas ya están cayendo: los soldados del país vecino han cruzado la frontera, y también sus misiles, que se abaten como halcones suicidas sobre infraestructuras sensibles. También caen edificios de viviendas arrastrando consigo las vidas de quienes un día antes desayunaban allí preparándose para comenzar un nuevo día de su existencia, leyendo quizás la crónica de otra muerte distante. 

El inicio de lo que se anunciaba te ha cogido a contrapié, bien es cierto que la cosa no pintaba nada bien en las últimas semanas. Las noticias eran alarmantes: las tropas se acumulaban en el borde entre los dos países. Las ganas de que las cosas sigan siendo como son y no se transformen produce una ceguera sonrojante que avergüenza sobre todo a posteriori. Como se suele decir: si anda como un pato… ¿qué podía ser que iba a suceder sino una catástrofe? ¿Para qué tantos hombres vestidos de uniforme, pertrechados con herramientas de la parca y dispuestos para entrar en la picadora de carne? Y pese a todo, no das crédito y el café se te atraganta. Ha empezado. Las bombas están cayendo. Ves vídeos de enjambres de helicópteros que se mantienen en el aire sobre las cabezas de ciudadanos aterrorizados como monstruosas avispas de metal. Los ciudadanos hormiga tendrán que aprender a vivir bajo tierra durante un largo periodo de tiempo. La revolución no será televisada, pero la guerra sí. 

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