Libros y cómic

HOGAR DE LAS ARTES

La Insomne: una ‘librería’ plural que va mucho más allá de las letras

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VALÈNCIA. Tras las puertas de La Insomne no hay una librería, hay un hogar. Quienes lo construyen son María Vañó y Miguel Fuster, una pareja obsesionada con el arte, la literatura, la música, el cine y en general el juego. Rompiendo con las normas de lo preestablecido, abren en Ruzafa un espacio que se comprende mucho más allá de la idea de “librería al uso” y que alberga también talleres de arte y dibujo, poesía, cine y pintura. La idea surge de la fusión de las obsesiones de ambos. Fuster ha trabajado en cine -como atrezzista de rodaje- y también es pintor, la pasión de Vañó es la escritura y tiene algunos libros de poesía publicados. Él quería desde hace tiempo un espacio para dar clases de arte y ella quería un rincón único para leer… juntando ambas ideas surge el espacio híbrido que ahora da pie a La Insomne.

“Nos gusta generar un espacio en el que hablar de lo que sabemos. De lo que no, que hablen los demás y que vayan enriqueciendo el espacio. Nos vinimos arriba y nos sacamos la licencia de libreros, que es un sueño hecho realidad”, explica Vañó. Durante los tres últimos años la tarea ha sido organizarse para abrir las puertas de este espacio que también funciona como su refugio. En este albergan todas las artes y les resulta difícil encontrar una sola palabra que funcione de paraguas para todas las actividades que organizan. Por una parte, tienen el estudio de Fuster y en otra buscan un espacio más diáfano en el que plantear exposiciones y organizar talleres de pintura, dibujo, cine y fotografía, además de generar un espacio de actividades para niños.

 

Para “cumplir” con este reto, que no es poco, generan un espacio que se mueve como un puzle para responder a sus necesidades propias. Un pequeño Tetris que para Fuster funciona de la manera que más les convenga: “Las piezas del espacio están en constante movimiento, es todo camaleónico y removible. Lo que queremos es conseguir que entren en La Insomne todas las cosas que nos interesan mientras generamos comunidad en el barrio”. En una “reforma” que no ha sido nada fácil ya advirtieron a los vecinos de Ruzafa -con carteles- que la obra daba espacio a un nuevo refugio cultural, una propuesta acogida con mucho cariño.

 

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“La gente del barrio se ha ido acercando durante el proceso para ver cómo íbamos. Nosotros queríamos advertir que no iba a ser un Airbnb ni un hotel y porque sabemos que lo que aporta es ser pequeño comercio”, explica Vañó, a lo que Fuster añade que lo que más les importa de aquí a unos años es poder generar un espacio que sirva de red de conexión para el vecindario. Con motivo de albergar todas las actividades que se les ocurran Vañó y Fuster aseguran que los talleres y las actividades que hagan siempre estarán planteadas para que puedan convivir entre ellas y a su vez con la librería física, en la que entre sus estantes hay desde poesía y ensayo hasta novela y una zona infantil de maternidad. También cuentan con una zona más “híbrida” con cine, fotografía y álbum ilustrado. 

 

De cara al inicio de curso planean organizarse con las clases regulares y “dejar tardes libres para algunas presentaciones”, un trabajo que pretenden también conciliar con la familia que forman junto a sus “nenes pequeños”: “Este es un negocio hecho a pulmón entre dos y es un reto enorme. Estamos muy contentos porque nos encanta pensar en ellos y generar un espacio en el que puedan jugar o crecer mientras hacemos un espacio que sea “disfrutable” para todos”. 

 

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Mirando a través de la bola de cristal, Fuster se imagina de aquí a un año con todo tipo de perfiles de creadores que se acerquen a averiguar cómo funciona La Insomne mientras se convierten en hogar de las ideas: “Me imagino la librería como un lugar vivo en el que los creadores nos piden contar sus cosas y formar parte de nuestro proyecto, me imagino un espacio en el que hay mucha cabida para la improvisación y en el que siempre podemos romper con la rutina”. 

 

En respuesta a esto, Vañó, confiesa que tiene sueños más “terrenales” como poder llegar a vivir de ello mientras no pierde la ilusión de ser librera por primera vez: “Pido libros para que me vengan la semana que viene y cuando llegan siento que son los Reyes Magos”, confiesa, y con esa magia y desparpajo busca que poco a poco su hogar se convierta en el destino de la magia, los proyectos, el arte y los vecinos de València que busquen un hogar entre la cultura y el arte. 

 

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