Libros y cómic

Muere Manolo Molero, fundador de Futurama y pieza clave en la escena del cómic valenciano

  • Manolo Molero, junto a Daniel Torres, en una foto de archivo tomada en diciembre de 2015.
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VALÈNCIA. El mundo del cómic valenciano llora la pérdida de Manolo Molero, figura imprescindible de la escena desde la década de los 80. Gran parte de su vida la dedicó a Futurama, tienda de referencia en València desde hace cuatro décadas. Pero Molero, sin firmar ninguna portada de cómic, ha sido esencial para formar y cuidar algunos de los puntos de encuentro que hicieron viable el underground gráfico valenciano que marcó una época.

La primera aventura de Manolo Molero fue 1984, la tienda que después se renombraría a la actual Futurama. "El milagro fue posible gracias a que Toutain cedió a Manolo Molero algunas de sus colecciones (Creepy, 1984, Comix Internacional...) en depósito y a buen precio. Fue el semillero del que salió una legión de aficionados que permitió retroalimentar el fenómeno. Molero se había quedado en paro y se sacó el carnet de jefe de sala de bingo, aunque al final prefirió vender tebeos", relató Javier Cavanilles en Plaza, en un reportaje de 2015.

1984/Futurama se convertiría muy pronto en punto de encuentro para dibujantes y locomotora de la popularización del cómic en València, tal y cómo recordó en una entrevista Pedro Porcel: "En aquel momento era todo completamente underground. Conocías a todos dibujantes, la mitad venían de pisos comunales en el barrio del Carmen, de fumar porros… En fin, lo típico de la época. Las historietas se repartían por los bares y parques del barrio del Carmen. La librería 1984 (hoy Futurama) fue un punto de inflexión. Cuando la abre Manolo Molero, nos hacemos amigos y la empiezan a frecuentar los aspirantes a dibujante profesional: Sento, Micharmut, Daniel Torres, Mique Beltrán… Había era una urgencia muy grande. Ellos querían publicar, quería trabajar en revistas que todavía no existían. En cuanto existió El Víbora o el Bésame mucho, El Cairo,… Yo me sentía urgido a hacer algo, y ahí es cuando nace la editorial Arrebato con mi socio, con Juanjo Almendral". El principio de todo.

Más tarde, llegarían otros proyectos paralelos, entre los que destaca Continental, un bar en el Paseo de la Petxina, fundado junto al propio Porcel y Juanjo Almendral que vivió "desde peleas de gallos hasta combates de boxeo y alguna que otra fiesta que podría haber sido calificada con dos rombos" y que fue uno de los epicentros de la Movida valenciana. También han pasado a la historia sus flyers y carteles, que fueron trampolín y espacio de recreo para la escena gráfica boyante.

"Éramos muy jóvenes y no se comía del cómic (...) Pero siempre intentamos que Continental, que era un espacio muy grande de 800 metros cuadrados, tuviera también una proyección cultura. Ahí organizamos exposiciones de El Víbora, La cartelera Turia, actuaciones musicales… Era nuestra manera de continuar un poco esa conexión con la cultura que habíamos tenido", seguía contando Porcel en la entrevista.

Molero, en todo caso, no solo ha sido el pegamento que ha unido durante décadas a los artistas del cómic valenciano. Su labor fue, sobre todo, la de crear comunidad lectora. Lo hizo con su labor incontestable frente a Futurama, que ha marcado la manera de consumir el cómic en toda la ciudad, y también como coleccionista. Su legado es la divulgación y promoción en la sombra que ha inspirado a algunos de los mayores aficionados al noveno arte de València.

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