Me van a perdonar que esté hoy especialmente alegre e ilusionada. No debería con todo lo que tenemos encima, pero comprenderán que vengo de Sevilla con el depósito lleno de esperanza, fuerza y deseos de continuar trabajando por España y la Comunitat Valenciana. Tan contenta estoy que voy a dejar hoy de lado el escándalo de la vicepresidenta Mónica Oltra. Es un problema del presidente de la Generalitat que continúe en su puesto y cada día que así sea será un oprobio para la Generalitat.
Hoy voy a dejar las nubes y mirar el sol que se esconde detrás. Creo que es cierto aquel dicho de que ‘la noche es más oscura justo antes del amanecer’. Estamos ahora en ese momento negro, cuando la pura realidad le ha estallado en la cara al Gobierno. No vemos salida ninguna a una situación que no vivía España desde los años 80 con una inflación disparada al 9,8% en marzo, los ciudadanos haciendo cola en las gasolineras como si esto fuera ‘Mad Max’ y con el BOE autorizando a los supermercados a que establezcan cartillas de racionamiento (como pronosticó el propio Pedro Sánchez cuando no quería a Podemos en el Gobierno).
Frente a ello, el Partido Popular se reafirma con el nombramiento de Alberto Núñez Feijóo como el partido adulto, con experiencia de gestión y responsabilidad para devolver a España a la senda del trabajo, el crecimiento económico y la prosperidad. Lo hicimos en dos ocasiones y, como no hay dos sin tres, en breve nos volverá a tocar afrontar desde el Gobierno este enorme reto. Lo hicimos, insisto, y lo volveremos a hacer.
Ánimo, adelante y a trabajar. Este es el último mensaje que ha lanzado Feijóo en el Congreso de Sevilla. No hay más ni mejor receta. Trabajar, trabajar y trabajar. En esto seguiremos desde hoy todos los cuadros del Partido Popular. Por mi parte, le deseo a mi presidente suerte, acierto y fuerza en este enorme reto.
No será sencillo, ya les digo. Por delante tiene muchas presiones desde la izquierda, pero también desde la derecha, para que el Partido Popular se desvíe del camino. Pero lo tenemos claro. Los principios del Partido Popular son claros: europeísta, constitucionalista y, por ende, autonomista. Creemos tanto en el papel fundamental de España en la Unión Europea (de eso se encarga nuestro compañero valenciano Esteban González Pons, a quien felicito por el congreso y por su puesto en la vicesecretaría) como en la Generalitat Valenciana para gestionar nuestra educación, sanidad y destino como pueblo.
El Partido Popular defiende tanto al valencianoparlante de Xàtiva como a los radiólogos despedidos del Hospital de Torrevieja. Parlem valencià y hablamos español, sin complejos ni imposiciones. Defendemos la educación pública haciendo colegios (que ahora no se construyen) mientras defendemos una reducción de impuestos mediante unos servicios públicos eficientes, que hagan más con menos. Porque se puede, porque lo hemos demostrado. Este es nuestro espíritu, no del Partido Popular, sino de la Comunitat Valenciana. Por eso somos un partido de mayorías al que todos pueden votar en un momento determinado.
Nadie nos va a decir lo que somos, tampoco lo que queremos ser. El debate ideológico ya se superó también en Sevilla hace 32 años y en el mismo escenario, ahora, también el de los nombres. Es tiempo de los equipos, como el que está formando el presidente. Hombres y mujeres con experiencia de gobierno y gestión, capaz de llevar adelante una Alcaldía (Cuca Gamarra) o una Diputación Provincial (Elías Bendondo) pasando por cada uno de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y la dirección del partido, reducida pero no minorada. No tanto porque lo necesitara el Partido Popular, sino porque lo reclama España. De iluminados y gurús ya hemos ido sobrados.
Escribía hace quince días que el recreo se había acabado en el país, que era la hora de una política para adultos. Ello no significa que se vayan a perder generaciones por cuestiones de edad, se puede ser adulto a los 18 cuando sales de tu casa a estudiar en una Universidad o cuando empiezas a buscarte la vida currando de lo que sea. No. Se trata de hablar directamente a los ciudadanos de sus problemas, decirles por qué suceden y, sobre todo, cuáles son las soluciones realistas y aplicables en cada caso.
Acusar a Vladimir Putin de que España esté al doble de inflación de Portugal es insultar la inteligencia de los españoles. Lo mismo que rebajar 20 céntimos de gasolina y echarles la culpa de que vayamos todos a repostar el mismo día. Decir que es imposible bajar impuestos porque hay que pagar la quimioterapia (Guillermo Fernández-Vara ‘dixit’) y que, dos semanas después, Ximo Puig lo haga en un 10% es demostrar que uno de los dos (el valenciano o el extremeño es un irresponsable).
No estamos en esas en el Partido Popular. No vamos a echar la culpa al césped, el árbitro o las constelaciones cuando las cosas vayan mal. Tampoco de atar los perros con longanizas. No es esa nuestra misión, sino demostrar que hemos levantado España, que somos la alternativa responsable y confiable frente a este desatino socialista. Trabajaremos para que, en el menor tiempo posible, los españoles retomen sus vidas sin miedo y, por ejemplo, cuando lleguen a la gasolinera puedan decir sin temor: “Lleno, por favor”.