VALÈNCIA. Año 1983, se estrena en el Festival de San Sebastián el film Vestidas de azul, un documental sobre la realidad de seis mujeres trans que hablan sobre su vida día a día sin tapujos ni guiones. Con una mesa blanca redonda y seis mujeres a su alrededor la cámara comienza a grabar y “ellas cuentan su vida”: desde el momento en el que desean transicionar hasta sus primeras inquietudes sobre las relaciones y el sexo, pasando por las operaciones estéticas y el ejercicio de la prostitución. Ahora, en 2023 este documental cumple cuarenta años y Javier Ambrossi y Javier Calvo (directores de la excelente serie La Mesías y también de Cardo) lo celebran con el lanzamiento de Vestidas de azul, una miniserie que verá la luz a mediados de diciembre y que se promociona como la continuación de Veneno.
En esta rescatan la figura de la periodista valenciana Valeria Vegas (interpretada por Lola Rodríguez) que en la serie de Veneno se obsesiona con escribir un libro sobre la famosa vedette, actriz y prostituta. Ahora, en Vestidas de azul, Vegas busca averiguar el paradero de las protagonistas del documental cuarenta años después, aunque muchas se nieguen a colaborar con ella.
Para celebrar este aniversario y el estreno de esta serie La Rambleta organizó el pasado viernes una charla con Tres mujeres chulísimas vestidas de azul en una acción organizada por L'Armari de la Memòria, entre las que se encontraban dos actrices de la nueva serie: Juani y Paca la Piraña. También contaron con la presencia de Nacha, una de las protagonistas del documental original estrenado en el año 1983. Con Cristel Rogers como moderadora tuvo lugar una charla en la que reflexionar sobre cómo ha cambiado el panorama para las mujeres trans a lo largo de todos estos años.
Durante la charla se proyectaron varios fragmentos del documental original, en uno de ellos se ve a una jovencísima Nacha veinteañera que habla con un “falso cura” sobre su fe católica. En esta entrevista confiesa que ella sigue siendo creyente y que eso no es contradictorio a su transexualidad, algo a lo que el cura responde con la imposibilidad de estos dos mundos.
Cuando Nacha presencia ese fragmento en 2023 se reafirma en su fe católica, aunque admite que en ese momento le hicieron sentir como si fuera un monstruo: “Es como que no soy hombre ni mujer, soy travesti que es la ridiculez de la tierra”, argumenta sobre la imagen que se tenía de las mujeres trans en ese momento. Paca la Piraña añade a este argumento que muchas veces en su momento se referían a ellas como “travestís”, acentuando la sílaba final a modo de desprecio: “Nos insultaban con eso y nos perseguían, no es lo mismo decirlo en tus amigas en un entorno seguro que decirlo con ese tono como solían hacer”.
Además, recordando el momento en el que se graba el documental, Nacha añade que existían leyes que iban en contra de su propia existencia, como la de “vagos y maleantes” o la de “suplantación de identidad”, por las que podían llegar a pasarse meses en la cárcel entre pequeña condena y pequeña condena. Con esto también recuerdan entristecidas las persecuciones a las que se veían sometidas, desde “porrazos” por parte de la policía hasta agresiones mayores, incluyendo el asesinato de algunas de sus compañeras: "Teníamos que cruzar las carreteras para huir de las persecuciones, yo vi morir a seis compañeras por ello", explica Nacha.
Paca la Piraña recuerda como a una de sus compañeras le llegaron a rajar los pezones con una botella de cristal, algo que de alguna manera se refleja en la serie de los “Javis”, La Veneno: “Lo que se ve en la Veneno no es literal pero sí que tiene gran parte de verdad, las persecuciones eran horribles y teníamos que escondernos constantemente”, explica. Estos escondites podían ser debajo de los coches o en los antiguos cubos de basura metálicos y grises que se encontraban por la calle.
En el momento en el que se graba Vestidas de azul (1983) casi todas su protagonistas ejercen la prostitución para vivir. Nacha, que estuvo en el reparto original, cuenta que era la forma que tenían de ganarse la vida porque en otros trabajos siempre les ignoraban: “Todo iba bien hasta el momento en el que tenías que entregar el DNI, cuando veían que tu nombre no encajaba con tu fotografía te decían que “ya te llamarían” y no se volvía a saber nada”, recuerda, "te dejaban cambiar la fotografía pero cuando veían que eso no encajaba con tu nombre... venían los problemas".
En el documental, con apenas veinte años, ella presume de llevar “muchas joyas y tener una casa y un novio” frente a otras protagonistas que le superaban en edad y que intentaban huir del oficio. En el otro lado de la mesa Juani añade que la serie de Vestidas de Azul supone un proyecto en el que puede celebrar el poder de la comunidad trans lejos del oficio de la prostitución que solía ejercer de joven, y que ha abandonado desde hace años para dedicarse a “la actuación, la música y el yoga”.
También se emocionó recordando lo que supuso su primera oportunidad "en esta nueva vida" gracias a proyectos como Veneno y Cardo, series donde tuvo sus comienzos en el mundo de la actuación: “Para mi es increíble ver que la gente te quiere y te admira por como eres, no les importa que hayas trabajado en la calle. Yo ahora estoy comenzando una nueva vida como cantante y actriz y ver ese amor me motiva”.
Desde el momento en el que se estrena el documental hasta la actualidad una de las cosas que más han cambiado son los avances médicos a la hora de las operaciones por cambio de sexo. Paca la Piraña recuerda como a las primeras compañeras que decidieron operarse les hicieron “algunos estropicios” que tuvieron que ir reoperando a lo largo de su vida, y como una compañera suya intentó hacerse todo “de gratis” debido a un seguro de accidentes.
“Cuando yo era amiga de la Veneno teníamos una amiga que siempre venía a comer con nosotras y que cuando salía de la casa se iba siempre sin mirar. En el barrio había un cruce muy peligroso en el que cada dos por tres había un accidente, así que nuestra amiga se dejó atropellar varias veces para que las operaciones estéticas le salieran gratis”, compartía en la charla entre cientos de carcajadas de los asistentes.
Nacha en el documental salía explicando todos los “retoquitos" que quería hacerse y que a día de hoy se reflejan en su cuerpo, además explica que su transición ha llevado a que en la actualidad tenga “una hermana y no un hermano” como tenía en la serie, pues ha transicionado también: “En ese momento era algo duro y difícil, muchas veces también peligroso. Una de las mejores cosas de la actualidad es que las jóvenes no tienen esos problemas, aunque es una decisión completamente libre de cada una”.
La charla finalizó con la proyección del fragmento final de Vestidas de azul y con una reflexión de Nacha, quien cuarenta años más tarde recuerda lo que supuso ese documental para la comunidad trans: "Dicen de nosotras que tuvimos que correr para que las de ahora pudieran andar... ¡y vaya que si tuvimos que correr!"