VALÈNCIA. El director argentino German Kral recuerda perfectamente el momento en el que conoció a María Nieves Rego en Buenos Aires. “Era tarde y ella estaba fumando un cigarrillo afuera de una milonga. Le conté que estaba preparando una película sobre tango y que me gustaría hablar con ella. María fue muy amable y seductora – siempre lo es – y me citó algunos días más tarde en su casa. Después de haber estado sentado 30 segundos en su sofá, supe que tenía que ser parte del film”.
Kral también rememora cómo unos días después de ese encuentro, leyó el libro Quién me quita lo bailado, de Mariano del Mazo y Adrián D’Amore, sobre la vida de Juan Carlos Copes. “Mientras las páginas del libro volaban en mis manos, no podía quitarme de la cabeza la idea de que la película debía ser sobre los dos, María y Juan, ¡la pareja de tango más grande de todos los tiempos!” Y así surgió el documental Un tango más, un film sobre un amor tumultuoso que desemboco en la pasión universal por el tango. La propuesta está producida por Wim Wenders, y llega a nuestras pantallas el próximo 1 de septiembre.
María Nieves y Juan Carlos se conocieron cuando contaban 14 y 17 años de edad. Ella creció en un ambiente humilde y tuvo una infancia difícil. Como el dinero escaseaba, no tenía juguetes, así que, como relata en el filme, improvisaba y se hacía sus muñecas con retales de tela con los que vestía sifones de soda. Cuando su padre falleció, comenzó a trabajar limpiando casas en La Boca a sus 11 abriles. A las milongas empezó a acudir de niña con su hermana, pero al principio, sólo se le permitía mirar. Dio sus primeros pasos de baile dubitativa, no sabía ni siquiera que el tango era cosa de dos. “Agarraba una escoba y me subía a caballito”, detalla en el documental. Después vendría el cara a cara y los tropezones, porque “no había otra manera de aprender que no fuera pisando pies”.
En aquel entonces, la juventud frecuentaba clubes hoy ya cerrados, como Estrella de Maldonado, donde María Nieves cruzó miradas con Copes por primera vez, y el Club Atlanta, un templo del tango que a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta llegó a reunir a miles de parejas al aire libre.
Con el tiempo fue tomando confianza y adquiriendo destreza. “Ella era ligera y yo, lento”, describe Juan Carlos, quien afirma que en María Nieves encontró a su “Stradivarius”.
El bailarín y coreógrafo también procedía de una familia modesta. Era buen estudiante y como todos los chicos de la época, estaba interesado en el fútbol y en los motores, pero al visitar una milonga en la adolescencia, quedó rendido ante el magnetismo del baile.
En el amor y en el odio
Tras su conjunción en la vida y en el baile el tándem se erigió en un fenómeno global y revolucionó el baile del pueblo. En 1951 ganaron el concurso nacional de tango y pocos años después, iniciaron una gira por toda Latinoamérica y actuaron junto al famoso compositor Astor Piazzolla.
Fueron los primeros en sacar el baile argentino de los clubes de Buenos Aires y subirlo a las tablas de los teatros del mundo, Nueva York incluido. Actuaron en el mítico programa The Ed Sullivan Show, por el que pasaron luminarias de la música como los Beatles y los Rolling Stones. Y durante el cumpleaños de Ronald Reagan bailaron en la Casa Blanca.
“El auge como baile fue entre 1935 y 1950. A partir de entonces, entra el rock y el tango empieza a morir como danza popular y los cantores empiezan a tener una predominancia mucho mayor –explicó Germán Kral durante un encuentro con CulturPlaza en el Festival de Toronto- Fue Copes el que tuvo la idea de hacer coreografías y contar historias a través del baile. Fueron ellos quienes lo llevaron adelante a partir de mediados de los cincuenta, quienes lo resucitaron de la decaída escena de las milongas y lo encumbraron en tango shows”.
Pero no todo fueron alegrías. Durante sus cinco décadas de unión se amaron y se odiaron, afrontaron dolorosas separaciones para regresar de nuevo a su pasión por la danza. Llegaron incluso a contraer matrimonio en Las Vegas en 1965. Pero Juan se marchó justo inmediatamente a un tour mundial, dejando atrás a María, que se quedó en Buenos Aires. “Ella pensaba que yo le pertenecía, pero era ella la que me pertenecía – llega a reconocer Copes en un arranque machista durante la película-. Siempre la respeté en el sentido humano, pero tuve mis debilidades”. Las infidelidades fueron numerosas y las lágrimas, abundantes.
Parecía que ese querer tormentoso dala alas a la creatividad de sus coreografías. Lo que vivían era un triángulo amoroso, cuyo tercer vértice era el baile. “Su relación era tan fuerte y explosiva que los hacía crear cosas que ningún otro pudo, por la energía en carne viva y por su amor por el tango, que era mayor que el que se tenían como pareja”, concluye el director.
Finalmente, Juan se casó con una mujer dos décadas más joven, Miriam, con la que fue padre de dos hijos. María Nieves nunca fue madre por razones profesionales. “Mi sueño no era ser una artista, sino forma una familia y salió todo al revés”, afronta la leyenda del tango.
París bien vale una tregua
En 1983, el director de music hall argentino Claudio Segovia llevó el musical de Broadway Tango argentino a París. Y más adelante, a todas las esquinas del mundo. El montaje fue un éxito clamoroso durante 20 años y supuso el renacer del género.
“Me contó Claudio que la noche del estreno general en Buenos Aires, un amigo le dijo: “¿Y con estos gordos y viejos te vas a ir a París?¿Quién los va a querer ver?”. Llegaron a la capital francesa y el público se volvió loco. La gente se peleaba para entrar al teatro, estaban todas las funciones completas”, se entusiasma Kral.
Juan y María Nieves eran, por supuesto, la pareja más rutilante del espectáculo. Pero entre ellos la situación había llegado a un punto de no retorno. La tensión era tal, que bailaban, pero no se dirigían la palabra. Se hablaban mal entre dientes, pero no discutían para no desconcentrarse. Hasta que en 1997, Juan prescindió de su veterana pareja de baile.
El proceso de la filmación de la película les ha removido viejos dolores y viejas algarabías, y el director logró al fin su reencuentro. “Ha sido una tarea titánica. Me llevo tres años con el corazón en la garganta”, compartía Kral durante la presentación en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
El beat de los cuarenta está de vuelta
Y ahora, este tributo. En Un tano más el que fuera dúo relata su historia a un grupo de jóvenes bailarines y coreógrafos de tango de Buenos Aires, que se encargan de transformar los dramáticos y gloriosos momentos de Copes y Rego en piezas de tango.
La película cuenta con las jóvenes figuras de este baile en la actualidad y con la música de la reputada orquesta Sexteto Mayor. Entre los tangueros que recrean las escenas del pasado, destaca Pablo Verón en el papel de Juan Carlos. El artista es un bailarín muy conocido que protagonizó The Tango Lesson (Sally Potter, 1998).
“El tango está hoy muy presente en Buenos Aires. Se baila mucho y hay afición entre gente de 18, 19 y 20 años -se alegra el realizador argentino- Lo que se baila hoy es el sonido de los cuarenta. Si escuchas las orquestas del periodo, los estribillos son muy cortos y el beat impresionante, parecen orquestas de rock”.
Juan y María bailaron esos ritmos. Y todavía hoy lo siguen haciendo. Él sale a bailar cada noche en uno de los más renombrados espectáculos de la capital argentina. En 2001 publicó su autobiografía, ¿Quién me quita lo bailado, donde su autor, Mariano del Mazo, lo describe como “el muchacho que llevaba en su agenda la contabilidad de sus levantes; el pibe que sufrió los desamores de sus viejos; el patadura que conquistó las pistas con paciencia y con pasión; el amante de Nélida Roca; el bravucón que defendió a las piñas su parada en el Club Atlanta; el padre de una hija que no siente propia; el latin lover de la alta sociedad neoyorquina de los años 60; el coreógrafo porfiado; el hombre de mundo que se codeó con Gene Kelly y con Piazzolla, con Ronald Reagan y Aníbal Troilo; el bailarín del siglo”.
María Nieves, por su parte, todavía da clases y participa como jurado en certámenes. De vez en cuando también baila y en esas prodigiosas ocasiones, siempre es recibida con ovaciones cerradas de la audiencia en pie.
Ambos, Juan Carlos y María Nieves, continúan hoy enamorados, pero del tango.