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La Calderería, Desayuno con Viandantes, Comboi a la Fresca, Bostezo… Vuelven a alinearse una órbita de agitaciones que durante estos meses cumplen su primera década
VALÈNCIA. Desde 2012 han pasado mucho más que diez años. Ya se sabe: hay décadas que ejercen la fuerza de concentración de una supernova. Por eso casi todo en València tiene ahora diez años. Hace diez años La Calderería experimentó colectivamente en una nave de 1.000 metros cuadrados en Ayora, ocupando una vieja fábrica de calderos que buscaba ser zona de práctica para cultura emergente. Hace diez años Desayuno con Viandantes fue “celebración espontánea del espacio público. Un encuentro abierto, participativo, sin etiquetas ni pancartas. Una ocupación sana y colectiva de un lugar un sábado de mañana al mes donde cada cual llevaba desayuno para compartir”. Hace poco más de diez años Comboi a la Fresca fue un encuentro, desde Arquitecturas Colectivas, que dio como resultado una amalgama de acciones que visibilizaban la realidad social en barrios como Patraix, Velluters, El Carmen, Russafa, Natzaret o El Cabanyal. Un encuentro buscando “visibilizar la capacidad de la red para una construcción colectiva de los entornos cotidianos y manifestar el potencial político real de la ciudadanía de València”. Hace diez años se imprimía una revista llamada Bostezo dedicada al arte y el pensamiento “concebida entre el estupor y el desenfado. El propósito era conjugar seriedad con divertimento, que no deberían estar reñidos. Cada número de la revista se dedicaba a un tema monográfico y a partir de ahí comenzábamos a investigar y buscar a autores y autoras que nos ayudaran a completar su contenido”.
La Calderería, explica una de sus impulsoras, Inés García Clariana, emergió en la València de 2011 y 2012 en el contexto de “un momento de efervescencia y explosión social. Se palpaba la necesidad de cambio, el poder desde lo público tomaba relevancia (...) fue un momento con proyección de futuro, con posibilidades, con cambios positivos y removedores”. David Estal y Boris Strzelczyk razonan sobre cómo Desayuno con Viandantes -se celebraron desde 2008 a 2013- suponía “una especie de atrevimiento que conforme creció, aunque duró, se prefirió parar en el mejor momento antes de que se convirtiera en un evento anodino y esponsorizado”. Paco Inclán, de Bostezo, rememora la presentación del primer número, “el 22 de noviembre de 2008 en el MuVIM” y su despedida, “el 3 de noviembre de 2018 en el Teatro Capitolio de Godella, aunque llevábamos ya dos-tres años al ralentí. El cierre fue muy natural, creo que ya habíamos dicho lo que queríamos decir. Hay que saber irse en un buen momento, antes de pillarse la puerta con los dedos”.
David Estal y Boris Strzelczyk (Desayuno con Viandantes): “Reivindicamos de forma positiva el uso de cualquier espacio público, plaza, rotonda, calle, puente, descampado, etc., más allá de su diseño, su gestión y de quién lo organizara. Perder el miedo a sentarse fuera del mobiliario urbano preestablecido. Hacíamos gestión cultural alternativa sin saberlo. La práctica espontánea llevó a la teoría. Incluso llegamos a compartir nuestra experiencia en otras ciudades, museos, universidades, etc., a pesar de que no aspirábamos a sentar cátedra de ningún tipo. Básicamente era una sencilla práctica de activismo urbano con aromas artísticos y arquitectónicos”.
Inés García Clariana (La Calderería): “Generamos desde nuevos modelos de gestión, estudiando la posibilidad legal de arrancarlos e implantarlos (Documentos ejemplo de convenios para la activación de solares públicos. Ejemplos sobre la cesión de terrenos y solares -como el solar Corona- / Guía para activación de vacíos urbanos autogestionados / Guía para activar un solar en desuso / Guía para activar un espacio en desuso -La Calderería-) hasta nuevos modelos de generar innovación y economía a partir del trueque y el intercambio”.
Paco Inclán (Bostezo): “La mayor aportación supongo que fue el contenido de los números de la revista, que todavía hay gente que está descubriendo tiempo después. También el movimiento que se creó alrededor de la publicación a través de saraos, proyectos, encuentros, francachelas. Nos sentimos muy arropados por suscriptores, colaboradores, libreros, lectores... Todavía agradecidos por ello”.
Paula Roselló, Mireia Juan y Laura Navarro (Comboi a la Fresca): “Fue el germen de espacios como el solar Corona, que se activó para y durante el encuentro, permaneció abierto durante mucho tiempo, se visibilizó la reivindicación de la apropiación de solares y quizá pueda ser una pequeña semilla entre otras que ha posibilitado el solar de la Botja. Se crearon sinergias entre colectivos locales que siguen, se comenzaron proyectos que hoy en día se están desarrollando en la ciudad como la masovería urbana o los huertos colectivos”.
David Estal, Boris Strzelczyk (Desayuno con Viandantes): “No había un objetivo ni cuantitativo ni cualitativo. Aunque con bastante esfuerzo y dedicación, fue pura satisfacción ociosa, así como los momentos previos, la incertidumbre de lo que podría pasar, los reencuentros, las reuniones preparatorias, las sorpresas, las sinergias (palabro que aprendimos y dejamos de usar por manido), los acompañamientos (musicales, por ejemplo), los carteles, las colaboraciones, los primeros momentos, etc. Por entonces no había instagram, solo facebook, blog y web, aunque convocábamos por correo electrónico. Las caras de quienes organizábamos no siempre eran conocidas por el resto. Tenía algo de misterioso, cool y vicioso. Sinceramente, nos quedamos con las ganas de editar una publicación con una conocida editorial valenciana de ilustración. Tal vez algún día encontremos el tiempo suficiente como para hacerlo”.
Inés García Clariana (La Calderería): “Nos faltó sostenibilidad del proceso. Han quedado muchas cosas. Todas buenas. A nivel personal todos/todas las que éramos, las que pertenecimos a este movimiento, cambiamos. Nuestra visión sobre la ciudad, el urbanismo, la gestión y modos de hacer, cambió. Aportamos mucho a esta disciplina, la abrimos más allá, la compartimos con la ciudadanía y eso, es bueno. Quizá todo este movimiento y modo de hacer desde la práctica urbanística, arquitectónica y artística debería haber estado más arropada desde las escuelas y las instituciones.
Paco Inclán (Bostezo): “Cumplió su función en un momento dado de nuestras vidas, tampoco teníamos unos objetivos muy marcados. Todo lo que se nos quedó por lograr sería porque no teníamos que lograrlo. Es más saludable vivirlo así”.
Paula Roselló, Mireia Juan, Laura Navarro (Comboi a la Fresca): “Nos quedó poner en funcionamiento real la Coordinadora de Iniciativas Vecinales junto a la Calderería".
David Estal, Boris Strzelczyk (Desayuno con Viandantes): “No creo, la festivalización de la cultura, la mercantilización de lo público y el exceso de regulación del urbanismo niega cualquier posibilidad de usos espontáneos del mismo si no llevan detrás un patrocinio, un permiso, un color, unas siglas, etc. Aún así, más de un día pienso: en este espacio hubiéramos propuesto un desayuno con viandantes. Por ejemplo, la rotonda Miramar, el Nou Mestalla, la parcela M3 dónde se encuentran las piezas del Ágora de Calatrava, la buganvilla al lado de les Arts, algún interior de los bloques franquistas, etc”.
Inés García Clariana (La Calderería): “Por supuesto que sí. Creo que ya toca, los procesos son cíclicos, tenemos necesidades como ciudadanas, como habitantes y estamos en un momento de palpitación de cambios. Tienen que venir, han pasado muchas cosas y tenemos que volver a prestar atención para darles forma. Por descontado que habría que abordarlos de otra manera, ahora la tecnología, los datos, nos ubicarían en otro lugar y modo de proceder, sin lugar a dudas”.
Paco Inclán (Bostezo): “Publicar una revista impresa de arte y pensamiento ya era complicado hace diez años, así que ahora con la avalancha digital supongo que será más todavía. Pero, oye, no hay que dejar de intentarlo solo por su grado de dificultad. No sabían que era imposible, por eso lo consiguieron”.
Paula Roselló, Mireia Juan, Laura Navarro (Comboi a la Fresca): “No solo tiene cabida, sino que es necesario. La ciudad está en continua transformación, por lo que las necesidades son cambiantes, nosotras desde la base y trabajando colectivamente tenemos capacidad de apropiarnos de la ciudad, modificarla y utilizarla según nuestras necesidades colectivas, para esto es imprescindible crear sinergias entre los distintos colectivos, asociaciones o vecindarios”.
Cuando Comboi a la Fresca llevó a cabo su acto central, montaron una carpa geodésica en mitad del solar Corona. Reactivaron azoteas, pintaron muros.
Inauguraron la línea fantasma de Natzaret. Justo algunos de los convites más especiales de Desayuno con Viandantes tuvieron lugar en los vagones de diferentes líneas de metro, “a modo psicogeográfico, situacionista, derivando y cruzándose con otros viandantes-desayunantes con bandejas portátiles. Bostezo consiguió que los becaran para una residencia en California donde prepararon el número de la revista dedicado al fracaso.
Resultaron parte de una órbita informal. No fueron fogonazos. Su luz, aunque se atenuara, pertenece a una ciudad que cristalizó progresivamente después.