VALÈNCIA. Las Fallas son la mayor muestra de arte efímero del mundo. Cada mes de marzo –con la excepción de la pandemia- las creaciones de todo un año salen de los talleres de los artistas para tomar el espacio público, transformando la ciudad en una suerte de museo al aire libre. Pero, si las calles de la ciudad son un espacio expositivo, ¿qué pasa durante las fiestas en los museos? Lo cierto es que desde hace algunos años -no muchos- los principales centros culturales de la ciudad coquetean con una creación fallera que no siempre ha encontrado su espacio en los templos de la cultura. Un ejemplo es el del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que tras algunos acercamientos con proyectos divulgativos o talleres, este año dedica una de sus salas de exposición a recorrer la obra de Alfredo Ruiz con la exposición Caminos hacia la modernidad de las fallas.
“Yo siempre he pensado que mis fallas estarían en el IVAM”, explicaba el artista durante la inauguración de la muestra, que se podrá ver hasta el próximo 23 de abril. La muestra recupera un proyecto de falla perdido entre sus bocetos, un bosque de color en torno al que gira una muestra que reúne maquetas, dibujos o fotografías que repasan varias décadas de producción, un trabajo marcado por el foco en las temáticas sociales y una estética que se acerca al minimalismo y la abstracción. Esta irrupción en el IVAM, claro, también puso sobre la mesa durante la presentación la conversación en torno a los conceptos de arte, arte fallero o artesanía, una cuestión sobre la que Ruiz lo tiene claro: “No he distinguido nunca mi trabajo del arte. Yo soy un artista que va creando, evolucionando, y expresándose como puede”. Y parece que el museo cada vez lo tiene más claro.
Es el Centre del Carme (CCCC) el que en los últimos años ha abrazado con más ímpetu su conexión con el ámbito fallero, con grandes éxitos de público como la retrospectiva a Okuda, cuya fotografía reinó durante meses en las redes sociales de los valencianos. Su cita anual pasa por aliarse con el autor de la falla municipal de cada año, que ‘conquista’ el centro cultural con un proyecto diseñado para el espacio, un espacio ahora dominado por Marina Puche. La creadora, que planta este año la falla Cardioversió valenciana en la plaza del Ayuntamiento, lleva al CCCC la exposición Amor a primera tinta, un proyecto que ofrece una mirada cálida a la cotidianidad a través de ‘ninots’, dibujos, recortables o piezas en cerámica en los que se fusiona ilustración y Fallas.
Como Alfredo Ruiz, Marina también forma parte de una saga de artistas falleros. Nieta de Julián Puche e hija de Pepe Puche, lleva años poniendo su particular filtro estético a la fiesta, un filtro que en 2023 pasa por el corazón de la ciudad y por el museo. Con la conciencia de quien conoce cada entresijo de la fiesta, también Puche, cuya muestra se puede ver hasta el 28 de mayo, reflexionó sobre la relación entre las Fallas y las instituciones museísticas durante la inauguración de la muestra. “Estas exposiciones dignifican lo que es la falla, tiene trascendencia en un museo, es muy visitada y le da altura en un mundo que a veces está poco dignificado”, explicó la artista.
La mirada más experimental la pone este año La Nau con el proyecto del artista sonoro Edu Comelles. Ha sido él el encargado de dar forma este año al proyecto Falla Immaterial, impulsado desde la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universitat de València (ETSE-UV), llevando a La Nau la primera mascletà 'indoor' de la historia. “Hay que cuidar el paisaje sonoro, que nos define como sociedad y construye país más allá del aspecto festivo. Es algo colectivo, que es de todas las personas y, a la vez, de ninguna”, reivindicó Comelles durante la presentación. Esta instalación sensorial e interactiva, creada gracias a la inteligencia artificial, se puede visitar en una sala oscura de La Nau hasta el 26 de marzo, un proyecto que se completa con otra instalación en el Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM), una suerte de "cerebro” utiliza un sistema que escucha el entorno y captura los idiomas que se hablan en València.
La experimentación también llega desde los espacios culturales no convencionales con proyectos como la no-falla impulsada por Espacio Palm, Cual Estudio y Vale Objects, una instalación efímera que reivindica el origen pagano de la fiesta valenciana. Con el objetivo de “defender la emoción colectiva, la educación sentimental compartida y el poder del rito que hay detrás del origen de las Fallas” el proyecto se levantó durante apenas unas horas, una instalación efímera que ahora se mantiene viva únicamente a través de la fotografía. La experimentación, por cierto, también se vive en el metaverso, con la alianza entre la Universitat Politècnica de València (UPV) y la falla Palleter-Erudit Orellana, un proyecto que nace con el objetivo de concienciar en la diversidad sexual e igualdad de género a través de un entorno inmersivo que cuenta, entre otros, con distinto material educativo, diseñado en colaboración con LAMBDA.
También el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV) se suma a los festejos con la exposición Vareta. Quan la tradició es torna moderna, una muestra comisariada por el arquitecto y urbanista Rafael Rivera que conecta ambos sectores a través de un nexo común: la creatividad. Por su parte, L’ETNO se ha propuesto ampliar la difusión de la fiesta online con una nueva edición del concurso fotográfico Wiki Loves Fallas, con el que buscan mejorar la presencia de la fiesta fallera en la Wikipedia y sus proyectos hermanos.