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Los niños 'pinparentalados' y su burbuja de realidad

23/01/2020 - 

Hace unos diez años, conté en una clase de cuarto de ESO que Ratzinger (aka Benedicto XVI) había pertenecido a las juventudes hitlerianas y comentamos una tira cómica de un periódico nacional donde unos africanos muertos de SIDA lo esperaban en el cielo para darle una paliza. Fue en medio de una polémica: el citado Papa acababa de decir en su viaje por África que no debían usarse preservativos contra el SIDA. Al día siguiente se presentó el padre de un alumno en el instituto y me dijo que no debía cuestionar al Papa en mis clases porque su familia era católica. Fue mi primera experiencia con el entonces todavía incipiente pin parental. Aunque llamémosle por su nombre real: desprestigio del profesorado. Porque no nos engañemos, este pin parental vuelve a poner en entredicho la labor de los maestros y profesores. Como si esta profesión -tan importante, por otro lado- no estuviese ya bastante desprestigiada.

Mi respuesta al padre fue tajante: primero, es una evidencia que Ratzinger perteneció a las juventudes hitlerianas y que dio ese discurso sobre los condones, por lo que yo no voy a mentir en clase para proteger a su hijo de las verdades que le incomodan a usted. Segundo, si su hijo acaba siendo católico (como supongo que lo será ahora gracias a un padre tan abnegado), debe serlo a pesar de gente como yo. El hombre no entendía que vivir en una burbuja no afianzaba las ideas de su retoño. Era yo, el enemigo de sus valores (siempre según su padre, yo solo asumo su discurso), el que debía aclarar esas ideas, el que le daba la oportunidad de elegir entre varias opciones. Porque solo el que elige entre varias opciones reafirma su creencia en lo que sea. Se fue enfadado, claro. Porque Ratzinger era un santo y lo que decían los periódicos sobre él, una mentira izquierdista judeomasónica venezolana (bueno, creo que Venezuela en esa época aún no existía para la gran mayoría de los españoles salvo como un punto no muy situable en el mapa).

El pin parental es un invento tan estúpido (en mi humilde opinión) que es hasta difícil rebatirlo. Porque se rebate con obviedades: que si no puede haber una educación al gusto de los padres, que si hay valores basados en el respeto que deben enseñarse desde niños, que si la verdadera libertad solo se da desde el conocimiento de las diferentes opciones... Pero las obviedades no son divertidas ni se pueden hacer memes ni generan polémica. Se pierden en los grises mientras el pin parental resplandece de estupidez fosforescente. Viejas discusiones vuelven con nombres cool: el pin parental, trasunto moderno de la censura retrógrada del nacionalcatolicismo. Lo que no nos gusta, no existe. ¿Homosexuqué? ¿Masturbacuálo?

no nos engañemos, este pin parental vuelve a poner en entredicho la labor de los maestros y profesores

Vamos con las obviedades: elegir a la carta la educación de tus hijos no tiene sentido. Porque no les da la oportunidad de elegir entre varias opciones. Esa idea, copiada de Corea del Norte, no crea ciudadanos libres sino robots agilipollados. Y además, ellos creen unas cosas y yo creo otras: ¿y si me niego a que mis hijos estudien Ciencias Naturales porque soy católico y Darwin me ofende, y que no estudien Historia porque dicen que Franco, mi amado Franco, es un dictador, y Literatura porque la poesía es de perroflautas y mis hijos serán ingenieros que sí que sirve para comprarse chalés? En fin, todo tan obvio y gris que hay que enfocarlo de otra forma.

Decía un meme que leí en Redes: ¿si no he conseguido que mis alumnos se aprendan las tildes, como voy a conseguir homosexualizarlos? Cuánto deben creer en la educación estos de Vox, parece mentira su fe ciega en lo que consiguen los maestros con sus hijos…

El triunfo de los niños pinparentalados

Yo voy a imaginar (con un poco de esa exageración valleinclanesca tan española) que acaba triunfando esta iniciativa. Y en diez años nos encontramos a varios niños pinparentalescos de Vox. Me imagino al joven que se educó con la caza, los toros y el Cristo agonizante en la cruz, quemando gatos o disparando desde su ventana. Porque si una charla sobre sexualidad los homosexualiza, estas cosas (que al parecer no necesitan pin parental porque son muy educativas) los convertirán en sádicos amantes de la sangre y la tortura, ¿no? Solo sigo su misma lógica.

Me imagino a otro niño voxiano que es gay, por ejemplo, frustrado toda su vida por vivir una mentira. Empeñado en ser "normal" para no fallar a su entorno. Casado con la vecina del barrio y acostándose a escondidas con hombres y travestis como ocurre siempre entre los homosexuales conservadores… Me imagino a la mujer educada en el pin parental aguantando las hostias de su marido porque quejarse es ideología de género y ella no es feminazi, claro que no, que se lava y se pone desodorante. También me imagino la primera experiencia sexual de un adolescente pinparentalado que se ha educado sexualmente con el porno porque sus padres no le dejaron ir a clases de educación sexual y tener otra perspectiva. Y se cree que el sexo es tal cual como en el porno. Me lo imagino en su primera vez, tratando a la chica como una mierda, como se las trata en estas películas para adultos: imaginen ustedes la escena, no voy a entrar en detalles… Y ahora me dirán que esos niños no ven porno, claro. Y que no se masturban, claro. ¿Cómo se van a masturbar, angelitos, si van a misa? Y que en la sexualidad deben educarlos los padres, claro, porque es un tema del que seguro estos padres hablan mucho con sus hijos, como se puede apreciar con todo esto del pin parental… Qué ciegos son aquellos que no quieren ver. 

Educar en la homofobia, el machismo, el racismo, el clasismo, etc. no puede ser nunca un derecho. Y los que lo pagarán serán sus propios hijos, que acabarán tan fanatizados y odiantes como ellos. Pero esto es tan obvio que no sirve. La evidencia y la razón no sirven frente a las tripas. 

Sobre todo frente a las tripas llenas de caquita.

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