No sería justo no escribir esta semana sobre ellos. Hacen el trabajo sucio, al estilo de Los hombres de Harrelson o Los ángeles de Charlie. Sus armas, escoba, carrito, paciencia, constancia, madrugar y luchar contra el frío o el calor según estación. La SAV ha reforzado para estos días que se avecinan, con más equipamiento y personal para preservar la limpieza de nuestras calles y plazas.
De aquellas Fallas que conocí en los ochenta y principio de los noventa solo restan las cenizas. Aquella semana loca que la ciudad amanecía, que no es poco, hecha un asco. Aquella València que bailaba la música a la vora del Turia. Aquella València que cientos de jóvenes borrachos, se reunían en los alrededores de Cánovas del Castillo para quemar borrachos. Aquella València que recibía los disparos de la mascletà con huevos. Aquella València que se levantaba con ninots mutilados o robados. Aquella València caótica y desproporcionada víctima del incivismo colectivo.
Lógicamente hemos mejorado, y aún así, la retina a veces contiene imágenes deplorables e ilógicas, como ver la de la Lonja de la Seda regada por orín de adolescentes embriagados. Para evitar toda esta horda de insalubridad están ellos y ellas, los trabajadores de la SAV, empresa que lleva trabajando muchos años por netejar nuestra ciudad. Les debemos mucho. El reconocimiento social, al igual que a todos los empleados públicos que trabajan estos cinco días sin descanso.
Las directrices de la dirección de la empresa son claras, primero antender las zonas acotadas por los monumentos falleros. Hay que reseñar que son las propias comisiones las que tienen que realizar las tareas del baldeo. Y después de ese barrido al tajo, calle por calle y plaza por plaza. Además de todo este despliegue para mimar el asfalto, desde el Ayuntamiento se va a reforzar con más papeleras y contenedores, instalación de urinarios, limpieza de mayor calado en zonas estratégicas, Russafa y El Carmen, y la entrega por parte del Consistorio de contenedores para las comisiones falleras con el fin de repeler y contener a lo molesto.
Pues eso, valencianos y valencianas, seamos conscientes de que estamos de fiesta, pero debemos ser responsables para evitar un desmadre a la valenciana. Si por una de estas aplicamos en un futuro la tasa turística, que parte de este dinero sea para la hucha de los trabajadores de la SAV.