Los galardones de la Acadèmia se amplian para poder acoger a cineastas de la Comunitat que hayan desarrollado su trabajo en otro lugar, además de incluir a las series de televisión, las webseries y los videojuegos
VALÈNCIA. Este julio se cumplió un año de la presentación de la Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual. Se trataba de una iniciativa impulsada por algunos profesionales del sector, que más allá de las demandas de las asociaciones y sindicatos, querían darle más visibilidad al cine que se hacía por aquí, y con el apoyo del Institut Valencià de Cultura (IVC), se hizo posible. En estos poco más de 365 días (que se plantearon ambiciosos), se han constituido formalmente, han conseguido pasar la barrera psicológica del centenar de miembros y han dibujado su hoja de ruta, que poco a poco va poniéndose en marcha.
La joya de la corona de esta academia es, sin duda, los Premis de l'Audiovisual, impulsados desde el IVC y desarrollados por primera vez el año pasado en una gala en Alicante, en la que El Desentierro de Nacho Ruipérez se coronó como la gran triunfadora. Esta primera experiencia ha servido para que la Acadèmia evalúe, reflexione y corrija la propia iniciativa, que tiene que reflejar un sector con una realidad muy compleja y plural. Ayer, la sala 7 de La Filmoteca sirvió como escenario para presentar esas novedades.
Las dos grandes novedades de esta segunda edición se reflejarán en las bases que se harán públicas a mediados de agosto y que intentarán ampliar el rango de actuación y divulgación de los premios. En primer lugar, al largometraje y el cortometraje se le unen otros formatos del audiovisual como son las series televisivas, las webseries y los videojuegos. Los tres tendrán una categoría propia y exclusiva, y en el caso de las series y webseries, las productoras también podrán presentar a los cineastas implicados en otras categorías como guion, postproducción o sonido, en el que convivirán artistas nominados desde diferentes ámbitos. No será así con los videojuegos, cuya singularidad contempla incluso que su categoría sea deliberada por un grupo de expertos, y por tanto quedarían fuera de la dinámica normal.
La segunda gran novedad es que se abre el abanico de posibilidades a técnicos y cineastas valencianos y valencianas que hayan desarrollado su trabajo en un film que no sea una producción de la Comunitat, por lo que podrían presentarse directores de fotografía que hayan participado en una película en Madrid o guionistas que hayan escrito para Hollywood, siempre con el permiso expreso de la productora, y siempre ciñéndose a su trabajo para que no se eclipsen las películas de aquí. De esta manera, la Acadèmia amplia la definición de cine valenciano al trabajo de los cineastas valencianos.
Lo que no se ha corregido es otra de las grandes problemáticas de los galardones del año pasado: la valencianía de las películas. Para que un film sea considerado cine valenciano tiene que estar participado, al menos en un 30%, por empresas valencianas. Sin embargo, eso no implica que en la película haya un peso destacado de técnicos o creativos valencianos, además de no tener por qué estar contextualizadas (o ni siquiera rodadas) en la Comunitat. Fue el caso de Perfectos Desconocidos de Álex de la Iglesia (con nueve nominaciones) e igual pasa en los Goya con las películas iberoamericanas o anglosajonas participadas por productoras españolas. La Acadèmia no ha querido poner requisitos específicos para acotar esa valencianía por dos razones: la primera, porque confía en que los votos de los propios académicos equilibren la balanza para premiar “lo que mejor represente nuestro cine”, y segundo, porque los nominados y nominadas foráneos pueden servir como reclamo para la gala.
El año pasado, la gala celebrada en Alicante fue retransmitida por À Punt y conducida por la cómica María Juan. Desde la Acadèmia también han querido dedicar un rato largo en reflexionar sobre cómo les gustaría que fuera la gala. La idea en la que se está trabajando para este 2019 (será el 22 de noviembre en el Auditori de Castelló) es hacerla “más televisiva” y atractiva al espectador. La radiotelevisión pública retransmitirá a través de sus canales la ceremonia, pero por streaming también hará lo propio con el photocall y la alfombra roja.
La organización también está buscando que a este año, acudan a la cita personalidades mucho más conocidas que la media del star system valenciano para entregar premios y darle más glamour a la noche. Junto a ello, se ha contratado a una empresa para conseguir patrocinios de empresas e instituciones que hagan posible una producción más ambiciosa.
Aprovechando la efemérides de la presentación de la Acadèmia, Pep Llopis, su presidente, ha querido hacer balance del primer año de vida de la entidad. Superado el centenar de académicos, algunas de las modificaciones de los premios de este año también van dirigidos a que los y las cineastas sigan descubriendo el proyecto y se unan a la Acadèmia: “queremos duplicar o triplicar el número de asociados”, ha llegado a decir la vicepresidenta, Nuria Cidoncha.
Por otra parte, no han dejado de recordar la necesidad del apoyo institucional. Este año hay suscrito (aunque aún no firmado) un convenio de 70.000 euros dirigido únicamente a cubrir los gastos de la entrega de premios, pero Llopis ha reclamado también fondos para “el mantenimiento” de la Acadèmia. El encaje es complicado, porque, por una parte la entidad quiere seguir manteniendo su independencia orgánica, aunque por otra, ahora mismo se nutre principalmente de este convenio mientras los otros premios (el de artes escénicas y el de música) son gestionados directamente por el IVC.
“Nuestro referente es la Academia Galega do Audiovisual, pero lleva 17 años y nosotros solo uno. Aún estamos a años y años de distancia de crear una estructura audiovisual como la de Euskadi o Andalucía”, comentaba Llopis. “Pero eso no me resta optimismo sobre este proyecto”, añadía. Preguntado en qué medida afecta la situación actual de À Punt al panorama empresarial del sector, el presidente ha pedido que “el tejido audiovisual no puede depender de una radiotelevisión”, sino que tiene que funcionar por sí solo.