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tribuna libre / OPINIÓN

Los profesionales españoles presentan una grave cojera

4/10/2019 - 

He cruzado unos mensajes con un experto en selección de personal, a quien le he hecho una serie de consideraciones, a partir de las cuales he sentido la necesidad de escribir este artículo con la intención de despertar algunas conciencias. Ojalá que fueran todas, pero me conformaría incluso con espabilar a unos pocos. Siempre sería un avance.

Entre otras cosas, le he dicho lo que le he preguntado muchas veces a otros expertos del ramo, a empresarios y a ejecutivos de empresas: “Tú, que eres experto en selección de personal, ¿seleccionarías a un profesional, economista, ingeniero, informático, arquitecto, publicitario, físico, psicólogo, profesor..., que fuera analfabeto, que no supiera leer y escribir? ¿Verdad que es una estupidez sólo plantearlo? ¡Absurdo! Pues yo pregunto siempre, y aún nadie me ha respondido satisfactoriamente, ¿por qué seleccionáis a analfabetos comunicacionales, a profesionales de todo tipo, sin preocuparos si saben expresarse en público de forma no sólo adecuada sino, a ser posible, brillante, con naturalidad, elocuencia y capacidad de persuasión?”. 

Saber leer y escribir es fundamental para poder comunicarnos mediante el lenguaje escrito. Pero, para comunicarnos eficazmente mediante la lengua hablada en el ámbito profesional, ¡no basta con saber hablar!, con decir palabras, sino que hay que saber hablar bien, comunicando con eficacia cuando expresamos nuestras ideas ante un grupo de personas más o menos numeroso. ¿Es tan difícil entender esto? 

¡Basta ya!

Pues parece que sí, porque la mayoría de los profesionales españoles aún no se han convencido de lo trascendental que es dominar estas habilidades oratorias, de comunicación oral, para poseer un excelente nivel profesional. Por eso, muchos de ellos sienten pánico ante la idea de subir a un escenario a hablar. 

Y, por eso, da auténtica pena escuchar a tantos empresarios, políticos, “líderes” (¿?), ejecutivos y profesionales de todo tipo, pronunciar conferencias anodinas, exponer ponencias tan atractivas como un montón de arena en el suelo, pronunciar discursos incapaces de mover ninguna emoción en el auditorio, hacer presentaciones pretenciosas pero sin garra e incluso, y esto es muy grave, impartir clase en los distintos niveles de la enseñanza aburriendo soberanamente a sus alumnos e incluso ¡leyendo el libro de la asignatura durante una hora! Por todo eso, habría que gritar un ¡basta ya!

Si, en las cualificaciones exigibles para un puesto de trabajo, los ofertantes y  los expertos en selección exigieran un "buen nivel de capacidad oratoria", lo mismo que exigen un dominio del inglés (que es menos importante), todo el mundo espabilaría para capacitarse en estas habilidades desde la enseñanza secundaria y, por supuesto, en la universitaria, de cuyas carencias habría mucho que hablar, a pesar de Bolonia, por cierto.

Profesionales torpes e incapaces

Pero, el problema es que en España no se le da importancia a esta cualidad tan importante para un buen profesional. Una cualidad que está muy presente en los profesionales del mundo anglosajón, entre otros, que llevan muchísima delantera respecto de los profesionales españoles. Los nuestros siguen, en su mayoría, mostrándose torpes, cuando no incapaces, de dar  una charla, pronunciar una conferencia, hacer una presentación o, simplemente, exponer sus ideas en una reunión, con un nivel aceptable de buena comunicación oral como tienen los norteamericanos, británicos, franceses, alemanes, holandeses y tantas otras nacionalidades. 

Ante estos profesionales extranjeros, sus homónimos españoles se asombran, e incluso se avergüenzan, al comprobar lo bien que se expresan y lo lejos que se encuentran los hispanos de esos niveles de seguridad, naturalidad, elocuencia y capacidad de persuasión. Esto, al menos, lo sienten los profesionales más honrados y sinceros; pero el problema es más grave cuando muchísimos otros creen que “lo hacen muy bien”, sin ser conscientes de sus carencias. Así, claro, nunca pensarán en mejorar.

Esta son unas ideas que llevo "predicando" desde hace veinticinco años con la esperanza de que algún día cambie el panorama y, por fin, las autoridades educativas se decidan a incluir estas enseñanzas en el currículo escolar de la Primaria y la Secundaria, de forma que los estudiantes lleguen preparados al nivel educativo universitario, practiquen sus exposiciones en clase y accedan al mundo profesional sin la cojera oratoria que, por el momento, ostentan la gran mayoría de ellos. A los hechos y las pruebas me remito.

Paco Grau. Periodista, conferenciante y profesor de Oratoria.

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