VALÈNCIA. Los promotores valencianos reclaman la revisión y actualización de la normativa urbanística para poder regular nuevos productos inmobiliarios como los espacios de 'coliving' y reconvertir bajos comerciales en otro tipo de activos. "El Plan General de la ciudad de València data del 1989, y desde entonces han cambiado mucho las circunstancias del mercado", aseguró Antonio Olmedo, presidente de la Federación de Promotores de la Comunitat. Un desfase respecto a las demandas actuales de espacios que, en muchas ocasiones, dificulta el desarrollo de nuevos proyectos.
Así se puso de manifiesto en una mesa redonda, organizada por el Colegio de Economistas de València, (COEV) en la que se analizó el presente y futuro de la promoción inmobiliaria en la Comunitat Valenciana. Una jornada presidida por Juan José Enríquez, decano del Colegio de Economistas de València, y en la que participaron, además de Olmedo, Rafael Codoñer, economista y consultor inmobiliario, y José Manuel Martínez, subdirector general de Olivares Consultores.
El encuentro sirvió para destacar el músculo y la profesionalización del sector, que durante la pandemia ha conseguido mantener ventas, precios y capacidad recaudatoria, además, con efectos positivos sobre el empleo. No obstante, se puso el acento en la necesidad de adecuar la normativa para evitar el actual limbo regulatorio que impide la puesta en marcha de nuevos productos, muy demandados en este momento en el mercado.
En este sentido, Antonio Olmedo incidió en la urgencia de "no poner puertas al campo" y adecuar la normativa actual, que no contempla las necesidades habitacionales emergentes en estos momentos. Actualmente, espacios compartidos, como el cohousing o el coliving, no encuentran su encaje en los planes vigentes, que dividen los usos del suelo entre residencial y terciario, mientras que estos modelos están a caballo entre ambas definiciones.
"El coliving es una demanda latente, que está y va a venir con mayor fuerza, pero hay lagunas legales, porque los planes generales son antiguos y esta situación puede generar inseguridad jurídica para el inversor extranjero", señaló Martínez. Por tanto, el subdirector de Olivares Consultores incidió en la necesidad de revisar la regulación para no dejar pasar ningún tipo de inversión. Especialmente en estos momentos de recuperación económica.
"Los inversores más locales pueden arriesgarse, porque tienen un mayor acceso a la Administración local, pero los fondos internacionales no se lo pueden plantear. En la Comunitat Valenciana tenemos un gran potencial y no podemos desaprovechar estas nuevas figuras residenciales", abundó.
No es el único problema que hoy en día se encuentran los promotores inmobiliarios. El tirón del ecommerce, la transformación digital de la banca y los nuevos modelos de consumo, acelerados por la crisis sanitaria, han impactado con mayor dureza en el retail que en otros segmentos del mercado inmobiliario. Un golpe que se evidencia en este momento con el alto porcentaje de locales disponibles en la mayoría de ciudades españolas. Y, de acuerdo con sus previsiones, la ocupación de bajos comerciales no irá al alza, porque los operadores no precisan de tantos espacios físicos, lo que, en consecuencia, obliga a darles una salida alternativa.
El sector está recurriendo a soluciones imaginativas para transformar esos activos en trasteros, parkings, centros logísticos, o incluso viviendas. De hecho, las dark stores o centros de última milla podrían ser otra alternativa. Pero, de nuevo, se encuentra con la rigidez legislativa. "Se necesita agilidad", resaltó Codoñer.
Una situación que, según señaló Olmedo, los promotores ya han trasladado al consistorio valenciano."Hemos planteado ya al Ayuntamiento de València una revisión de las normas para que sean acordes a las nuevas necesidades", explicó Olmedo. "Hay que hacer de la necesidad una virtud", insistió.
No solo esta actualización es necesaria para nuevos usos y desarrollos, sino también para destinar más superficie a terrazas en las nuevas promociones, de modo que su edificabilidad no compute en el conjunto del proyecto. "Ahora, si proyectas terrazas más amplias, tienes que reducir edificabilidad y, por tanto, hacer menos viviendas. Hemos pedido que la superficie de las terrazas no compute", explicó.
Pese a la pandemia, los agentes inmobiliarios destacaron la buena marcha de la obra nueva en la Comunitat Valenciana, con unos 900 proyectos en marcha y un volumen de alrededor de 90.000 viviendas al año.“Se han mantenido las ventas y la capacidad recaudatoria, con efectos positivos sobre el empleo. La situación es buena, incluso en el turismo residencial, ya que gracias a la digitalización y la claridad de los productos, la actividad comercializadora y económica se ha mantenido", resaltó el presidente de los promotores valencianos.
De hecho, Codoñer puso el énfasis en la fuerza del sector, que "no se ha visto alterado significativamente" e "incluso se ha acelerado la venta". "Los precios están estables, incluso subiendo, y hay otros subsectores, como el logístico, que han respondido bien”, apuntó. Una opinión compartida por Martínez, quien valoró la profesionalización de los actores inmobiliarios tras la crisis de 2008. "El sector había cambiado y se había hecho los deberes, por lo que estábamos en una situación estable y consolidada. Todo indica que, con el crecimiento actual y la apertura del turismos y fronteras, el futuro será estable. Hay que ser optimistas, el mercado va a responder", subrayó.