Tras casi 7 años con Ximo Puig al frente de la Generalitat, ha quedado ya al descubierto cual es su táctica: desplegar un maletín surtido de trucos con mucho humo, tretas trileras y trampas dilécticas. Con un denominador común: erigir una apariencia de verdad que se diluye en cuanto se analiza con rigor; parapetarse tras un relato plagado de palabrería; y fingir que se gestiona bien, trasladando siempre a otros la responsabilidad de sus fracasos. Fundamentalmente, a la oposición.
No tengo espacio para exponer el catálogo completo de las fruslerías con que Puig pretende distraernos de lo importante. Pero sí podemos categorizar, al menos 5 de sus recursos:
1. El primero es claro y repetitivo. Cada vez que se habla de algo que no le interesa, lo despeja, una y otra vez, con el mismo truco: calificarlo como “discusión estéril” (Ribó, el alcalde ausente, que en eso tiene la misma táctica, lo llama “culebrilla de verano). Da igual que se trate de la irresponsabilidad de un Ministro como Garzón. O de declaraciones de autoridades de otros territorios apropiándose del patrimonio valenciano. Se dice que son ‘discusiones estériles’ y a otra cosa. Evita reclamar siquiera respeto, mantiene una pasividad calculada desde el silencio cómplice y da así cobertura a las cada vez más frecuentes ofensivas respecto a nuestra autonomía.
2. El segundo de los cubiletes de Puig es minimizar lo ocurrido, despejar el balón y huir hacia adelante. Solventa el fracaso con un difuso “se están dando pasos y se solucionará”. Ha pasado recientemente con la visita-fiasco de la Ministra de Transportes, Raquel Sánchez, que, como diría Cervantes, vino, “miró al soslayo, fuese y no hubo nada”. Porque respecto a los graves problemas para los usuarios de los trenes de Cercanías, en vez de soluciones anunció descuentos, autobuses y más personal, en número de 65. ¿Maquinistas? No, ‘informadores’ para arengar a quienes ven cancelados o muy retrasados sus trenes con un ‘arriba ese ánimo’.
Lo mismo, o peor, con el sistema de financiación, que acabamos de saber que la Ley para modificarlo no aparece en el Plan Normativo del Gobierno Sánchez tampoco para el 2022. Un nuevo revés. Y Puig vuelve a callar.
3. El tercero, esconderse tras los miembros de su gobierno, como si no tuviera nada que ver en sus actuaciones. Ahí están gestiones notoriamente ineficaces como la de Rafael Climent en Economía; o Consellers como Vicent Marzà cuyas normas, en varias decenas, han sido declaradas ilegales una y otra vez por los tribunales. Pero ahí siguen, porque en realidad hacen la política que quiere el President.
O la clamorosa responsabilidad politica de Oltra, por no haber actuado con la diligencia exigible a una tutora legal pública respecto a una niña víctima de abusos sexuales a los 14 años. Y Puig la mantiene. Así que es suya e intransferible la culpa por no cesarlos.
4. El cuarto, fingir continuamente que gestionan bien y que los fallos manifiestos responden a sucesos inevitables. Cuando no son más que negligencia. Como con los sanitarios, por la que el Consell que Puig preside ha sido ya condenado por dos tribunales, al haber puesto en peligro la salud, cuando no la vida con nombres y apellidos, de aquéllos a quienes aplaudíamos a las 8 de la tarde mientras no se les dotaba de EPIS ni mascarillas a las 8 de la mañana. Pero él dice que recurrirá “por el interés general”. Este es, por cierto, otros de sus recursos: identificar lo que a él le interesa con el interés general.
O con los tan inútiles, como millonarios, hospitales de campaña. O con la pérdida de 335 millones de euros de los esperados Fondos Europeos, por graves errores, en comandita, del Gobierno de España y del Consell.
y 5. “Palabrizar”. Perderse en la verborrea, para que nos perdamos. Lanzando campañas de puro “naming” pero vacuas en cuanto a desarrollo. Por eso nunca explica cómo se articula su “España polifónica”. O por qué hemos de aceptar la “asimetría” de que se amplíe el puerto de Barcelona pero no el de Valencia; o de que allí haya Formula 1 y aquí no América’s Cup.
Así nos distrae de lo importante, mientras habla de “polarización” echando la culpa siempre a los otros. Más bien a algunos otros.
Porque respecto a sus entornos políticos y sus aliados siempre calla. Como ante la subida de cuotas a los autónomos del Gobierno socialista, por la que, sumada a la fiscal, van a que tener que dedicar para su pago medio año de trabajo. O respecto a que la nueva Síndica-Portavoz en Les Corts de Compromís, Papi Robles, tenga declarado que ella en Cataluña votaría a la CUP.
¿Y Puig? Pues como siempre: Impasible. Y entretenido en distraernos con sus trucos. Aunque nos tiene así casi 7 años… y, President, ya no cuelan.