Las razones por las que el colectivo dedicado al diseño abierto a partir de la conversión de residuos comienza una nueva etapa en València, en mitad de una gran cicatriz
VALÈNCIA. Es fácil. Una vez llegas a la superposición de capas blanquiazules que conforma la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y te aproximas a su finisterre, el Oceanogràfic, hay que dirigirse en dirección a la iglesia de La Punta. Entonces tendrá lugar una descompresión. Cambio brusco de ánimo y de paisaje. Puede que incluso se perciba un leve taponamiento de los oídos, aunque no variación en la altitud. Siguiendo recto el Camí del Salinar, habrá que desviarse la derecha. Estará el Bar Cristóbal, cuyo letrero funciona como un obelisco en mitad del horizonte. Avenida Morante Borrás hacia arriba y allí, en una de sus intersecciones, aparecerá Makea.
Mireia Juan y Alberto Flores acaban de llegar a una nave que actúa como si fuera un recipiente de Ready Player One, la película postapocalíptica de Spielberg ubicada en el 2045. Ahora, unos años antes, uno de sus compañeros está pintando un container que servirá de caja de operaciones. Hay infinidad de cachivaches y maderas. Están situándose. Su emplazamiento, en uno de los principales patios traseros de la ciudad, es una primera declaración de intenciones. Después de cerca de una década en Barcelona, aunque con presencia constante en València, la apertura de su espacio en la ciutat pretende tomar las cicatrices de las que está repleto el entorno más inmediato, utilizarlas como rendijas.
Hace tiempo que se han convertido en una organización paradigmática entre el diseño y la ecología. “Nuestras prácticas van dirigidas a fomentar el diseño abierto, el intercambio de conocimientos y la creatividad colectiva”, se lee en su tarjeta de visita, aunque la mejor manera de entender su misión es con proyectos como ‘Rehogar’ -la exposición colectiva y encuentro anual sobre diseño abierto y reutilización- o la infinidad de dispositivos físicos, escenarios modulares e infraestructuras que han construido para instituciones, escuelas o coordenadas públicas con cosas que -aparentemente- sobraban.
A veces suenan radiales de fondo, pero el eco proyecta la voz inundando toda la nave. A este espacio le han llamado EPPPS, que es como una onomatopeya pero también las iniciales de ‘Espai per al Prototipat i la Producció de Projectes Sostenibles’. “Un laboratorio y una plataforma para la investigación en diseño”, dicen. “Y un espacio para prototipar otras maneras de habitar”, eso también. Que hayan elegido La Punta resulta bien lógico después de diez minutos de charla. Justo este fragmento a medio camino entre la ciudad y lo que es no es ciudad quedó relegado a simple residuo que meter en el trastero. En ese limbo por el que transcurre La Punta, la búsqueda de Makea por prolongar la vida útil de los objetos se asemeja al deseo de reimaginar las posibilidades de una franja de territorio extirpada de la vida en común.
Makea desembarca en La Punta. Y lo hace con todos estos porqués.
En qué trabajamos… Las líneas de trabajo de Makea se centran en la reutilización no solo materialmente, sino también de los conocimientos que están a nuestro alcance; la capacitación en el uso de herramientas. Nos juntamos para pensar cómo queremos que sea nuestro entorno… Pero se trata de pensar, haciendo. Sí, reflexionamos, pero también prototipamos, construimos, para comprobar si funciona.
Por qué comenzamos en esto… Salimos del Diseño Industrial en el Politécnico. Te enfocan a la producción. ¿Pero qué pasa? Que nos dimos cuentas que en todo eso hay una pieza que no encajaba: se suponía que éramos creadores de productos, pero cuando llegábamos al ciclo de flujos se hablaba de extracción de materias primas, venta, consumo… y luego al final de ese ciclo no ocurría nada. Desde la fase proyectual no se pensaba qué sería del producto una vez consumido.
Makea desembarca en La Punta. Y lo hace con todos estos porqués.
En qué trabajamos… Las líneas de trabajo de Makea se centran en la reutilización no solo materialmente, sino también de los conocimientos que están a nuestro alcance; la capacitación en el uso de herramientas. Nos juntamos para pensar cómo queremos que sea nuestro entorno… Pero se trata de pensar, haciendo. Sí, reflexionamos, pero también prototipamos, construimos, para comprobar si funciona.
Por qué comenzamos en esto… Salimos del Diseño Industrial en el Politécnico. Te enfocan a la producción. ¿Pero qué pasa? Que nos dimos cuentas que en todo eso hay una pieza que no encajaba: se suponía que éramos creadores de productos, pero cuando llegábamos al ciclo de flujos se hablaba de extracción de materias primas, venta, consumo… y luego al final de ese ciclo no ocurría nada. Desde la fase proyectual no se pensaba qué sería del producto una vez consumido.
Por qué pensar en después de consumir… Nuestros pequeños procesos, a pequeña escala, cuando se suman en el tiempo entendemos que contribuyen a que en la disciplina del diseño se entienda que a la hora de hacer mobiliario se puede dejar de usar materiales imposibles. Tenemos maneras de proyectar elementos pensando en las segundas y terceras vidas que pueden tener una vez se han consumido.
Por qué juntamos a personas a hacer cosas que no podemos en solitario… Nos encontramos en un momento en el que si queremos alguna cosa hemos de ir a comprarla. Pero planteamos que hay muchas cosas que podemos hacerlas. Yo sola no puedo, no tengo las capacidades. Entonces vamos a juntarnos con personas entre las que podamos hacer realidad las necesidades que tenemos. Si podemos en cositas pequeñas acabamos creyendo que podemos transformar la ciudad. Reutilizamos lo que tenemos para darle otro sentido. Hazlo duradero, hazlo con aquello que tienes cerca, hazlo con otros.
Por qué nos contactan… Cuando alguien se pone en contacto con nosotros lo primero es preguntarle qué recursos tiene: qué materiales pero también cuántas personas y de qué forma. Después de identificar esos recursos, prototipamos y a partir de lo que sale consensuamos qué elementos pueden mejorarse. La llamada suele ser por algo formal, algo muy concreto. Como ejemplo, ‘necesito unas gradas para el colegio’. Pero cuando trabajas muy de cerca puedes calcular los resultados físicos pero también hacer transferencia de metodologías de trabajo. Cuando lo hacemos en espacios de uso común, sentir un vínculo con el equipamiento hace que te sientas más responsable. Es nuestra silla y si se rompe sé repararla o explicar cómo se repara.
Por qué actuar industrialmente… Creemos que hay una necesidad de introducir la capa productiva, industrial, en las ciudades. La pandemia ha demostrado que el hecho de no ser productoras nos supone un problema. Obviamente no podemos hacerlo con los parámetros industriales del siglo XX, sino con otros parámetros ambientales y sociales. Estar aquí nos genera mucha complejidad, nos pone en crisis, pero queremos saber si es posible iniciar un espacio de producción con ese otro modelo.
Por qué a veces no podemos avanzar… Hay cajas negras en las que te das cuenta que tus procesos no pueden avanzar. La gestión de los residuos es una de esas cajas negras. Deja de hacer marketing y haz porque esos pequeños cambios ocurran. La función que hacemos es abrir puertas, aliarnos con personas que tienen conocimientos distintos (un abogado, un jurista…) que nos haga no quedarnos solo en capas superficiales.
Por qué llegamos a La Punta… Hay un momento vital en el que estar en contextos urbanos más grandes, como Barcelona, resulta más difícil. València tiene una escala más amable. Teníamos claro que queríamos que nuestro proyecto estuviera dentro de la ciudad. Y La Punta es un entorno muy particular que nos da margen, no exento de dificultad, para hacer un desarrollo lento, para ver qué puede ocurrir… Tiene ingredientes en los que puedes trabajar, proponer. Es una parte de la ciudad herida, en una tensión. En una frontera que es urbana pero también algo rural. Estamos en una intersección entre un intento de protección de un cinturón verde, rodeados de infraestructuras, con un tejido industrial en desuso.
Por qué trabajar con una higuera cerca… Es importante poder ver el horizonte. Hemos estado trabajando en estudios, oficinas… pero para producir este tipo de proyectos necesitamos tener este tipo de vistas, porque si no no funcionaremos. Quizá para hacer un informe no necesites tener esta higuera delante.