VALÈNCIA. A perro flaco todos son pulgas. El Govern del Botànic compuesto por PSPV, Compromís y Unides Podem viene sufriendo unos días complicados con la imputación de la vicepresidenta Mónica Oltra por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) por la gestión de su conselleria en el caso de la menor tutelada que sufrió abusos por parte de su exmarido. Una situación que incluso podría derivar en la ruptura del Botànic si el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, decide destituir a Oltra ante su negativa a dimitir.
A este escenario convulso hay que añadir las malas vibraciones trasladadas a las fuerzas progresistas desde Andalucía. El resultado arrojado este domingo, con una histórica mayoría absoluta del PP de Juanma Moreno Bonilla pone de manifiesto el mal momento de dos de las marcas que sostienen el Botànic: PSOE y Podemos.
Los socialistas, fuerza más votada en 2018, perdieron dos escaños ayer y se vieron arrasados por un PP intratable que ascendió 31 diputados hasta los 58, lo que evidencia el cambio de ciclo en un territorio que siempre había sido 'patrimonio' de los del puño y la rosa. Con esta, son tres elecciones autonómicas consecutivas en las que el PSOE ha dejado de ser la fuerza más votada: Madrid, Castilla y León y Andalucía. Un mensaje alto y claro de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, atraviesa un momento más que delicado y que la marca nacional, en este momento, se encuentra devaluada.
En este sentido, ya desde hace meses que en el PSPV planean hacer coincidir las elecciones autonómicas con las municipales que tendrán lugar el 28 de mayo del 2023. O lo que es lo mismo, Puig y los suyos no tienen ningún interés en repetir la aventura en 2019 de celebrar los comicios valencianos al mismo tiempo que las generales, algo que no obstante podría ocurrir si Sánchez decidiera unir su destino al del resto de autonomías que se la juegan en la citada fecha del año próximo. Con la actual situación de la marca PSOE, en el Palau de la Generalitat cruzan los dedos para que esto no ocurre.
Pero también están acusando el desgaste otras fuerzas del Botànic como Podemos e Izquierda Unida. La alianza formada por IU, Más País, Verdes Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y el respaldo de la formación morada tampoco brilló especialmente en la noche electoral con cinco escaños. Un balance poco halagüeño que también arroja dudas respecto a la capacidad de impacto que pueda tener la plataforma que prepara Yolanda Díaz para tratar de unificar a la izquierda. De la misma manera, Adelante Andalucía, que concurrió con Podemos en 2018, sólo logró dos diputados. Por tanto, de la fuerza conjunta que sumó 17 escaños entonces, los dos partidos en liza sólo sumaron únicamente 7 este domingo.
El problema de marca que sufren los partidos que integran el Botànic con sede central en Madrid (PSPV-PSOE y Unides Podem) contrasta con la buena noticia que recibió este domingo el presidente del PPCV, Carlos Mazón, con estos resultados.
Cierto es que la situación en la Comunitat no tiene nada que ver con la de Andalucía, pero también lo es que la formación popular necesita que la marca nacional esté en plena forma de cara al año próximo si quiere darle la vuelta a la tortilla y regresar al Palau de la Generalitat.
Tras la crisis atravesada con Pablo Casado y la llegada de Alberto Núñez Feijóo, todos los sondeos y los últimos resultados indican una mejoría que, además, parece haber frenado en seco a Vox. De esta manera, este viento de cola puede resultar más que útil para que los populares levanten el vuelo en la Comunitat Valenciana.
Quien no parece tener demasiadas opciones para resucitar es Ciudadanos. En Andalucía han pasado de gobernar a no tener representación con una pérdida de 21 diputados: así, como ya ocurrió en Madrid, la formación naranja se queda sin representación y vuelve a mostrar la peligrosa senda de la irrelevancia de cara al futuro en Les Corts.