VALENCIA. Manolo García colgó las guantes del rock de estadio en 2009 y, desde entonces, dos giras por teatros y auditorios habían bastado para saciarle. Era también exuberancia de libertad, de quien puede seguir haciendo girar la rueda, pero acusa el signo de los días: en lo personal -hasta para un poeta de tanto calado- la horquilla alejado del baño de masas abarca desde su entrada en la cincuentena hasta cumplir 60 'tacos'.
La movilidad creativa a la que su carrera le ha dado acceso marcó estos tiempos. Le invitó a catalizar un vasto y popular cancionero hasta espacios sonoros abarcables. De alguna manera, quien acudía a estos conciertos, de asiento y sonido acolchado, parecía entender que al artista le inquietaba controlar cada matiz sonoro de una carrera en solitario tan notable como la que le había precedido. Parecía también la necesidad de provocar un contacto más próximo con sus últimos discos, Todo es ahora, del 2014, y Los días intactos, del 2011.
Pero el poeta, el pintor, un 'letrista' esencial durante casi tres décadas, se sació para sorpresa de muchos. Hace tan solo unos meses se sacudió los fantasmas y lanzó la gigantesca gira en la que se haya inmerso, no sin antes dar una oportunidad de hora para los nostálgicos de Los Burros y Los Rápidos, formaciones primigenias de El Último de la Fila. Con Quimi Portet sobre el escenario, en estos directos contados, se escaparon al menos media docena de las canciones que ya nadie esperaba volver a escuchar brotando de sus voces y manos.
Consumidos esos pocos y selectivos cartuchos, García se enroló en la gira de Todo es ahora con una primera tanda de conciertos 'a dos bandas', con 15 músicos y un menú de más de tres horas de rock en directo. La primera mitad, para repasar los dos ya citados y últimos álbumes en soltario. La segunda, para revivir el deleite del cancionero de García desde Arena en los bolsillos (1998) con la 'Insurrección' como licencia de sedienta necesidad.
Colgando el cartel de 'no hay entradas' en cada una de las ciudades, García llegó este jueves a Valencia tras llenar en Barcelona (15.000 personas) y Madrid (14.000) actuando el mismo día que Bruces Springsteen en ambas capitales. En Valencia -y antes fueron Málaga, Bilbao, Zaragoza y Gijón- superó las 8.000 localidades, el límite del aforo en la Plaza de Toros para este tipo de conciertos. En él, con una producción como pocas se recuerdan entre los habituales del coso (nueve trailers y un despliegue técnico -y floral- al alcance de contados en España), García desparramó sobre su audiencia lo que también es una auténtica exuberancia de libertad.
El de Poblenou aleteó las canciones de sus dos últimos álbumes con una banda de excepción: los músicos de la escena neoyorquina con los que grabó su último Todo es ahora (que da nombre a la gira): Gerry Leonard (guitarra), Zachary Alford (batería) y Jack Daley (bajo) y Mark Goldenberg, este último, guitarrista californiano que colaboró en Los días intactos. Artistas que cuentan en sus currículums el haber sido partícipes del sonido de David Bowie, Lenny Kravitz, Bruce Springsteen, John Lennon y un largo etcétera.
La audiencia, entre la que fue grato descubrir a un gran número de menores acompañando a sus padres -y hasta a algún abuelo-, disfrutó con ellos de canciones como 'Canción del solitario que se reconcilió con el mundo', 'Lo quiero todo' o 'Un alma de papel'. Pero fueron 'Sombra de la sombra de tu sombrero', 'Caminaré' o 'Es mejor sentir' las que acabaron por destapar la conexión entre los americanos, García y el respetable. El vocalista y compositor peleó cada resuello musical, en cada espacio en el que las capas de la instrumentación se relajaban. Conectó con cada inicio y final de canción, celebrando algunas de ellas como goles, insaciable en este inicio y durante las más de tres horas de recital. Entre la euforia se dio espacio para un par de arengas, en apenas unos segundos, una de ellas para celebrar las diferencias "de culturas, lengua o raza. Pedimos respeto"; la segunda, para denunciar el desamparo de familiares y aquejados de enfermedades raras, "mientras construimos aeropuertos a los que no va nadie". Y remató :"al que tiene, que pague más que nadie, y si se lo lleva fuera, a la puta calle".
En la segunda parte, García recuperó sus mejores canciones -un sinfín encadenado, sin concesiones- con Charly Sardà (batería), Iñigo Goldaracena (bajo),Ricardo Marín y Albert Serrano (guitarras), Víctor Iniesta (guitarra española) Juan Carlos García (teclados, percusión y voces), Alvaro Gandúl (teclados), Olvido Lanza (violín), Mone Teruel y Susanna Ribalta (voces).
Con esta alineación y una temperatura lacrimógena en el ambiente, García abrió el segundo acto con 'El batir de los mares', para levantar definitivamente a todo el público -que ya no se volvería a sentar- con 'Zapatero'. Agitarían los coros de las algo más de 8.000 personas 'No estés triste', 'Para que no se duerman mis sentidos' o 'Pájaros de barro' y subirían todavía un grado más el termómetro con 'Carbón y ramas secas', 'Rosa de Alejandría' y 'Prefiero el trapecio'. El éxtasis -que no por esperado perdió todo su sabor- llegó con 'Insurrección' y 'A San Fernando...'. Al artista, tras varias despedidas, solo le restó espetar un par de "irsus", muy en el tono de humor y complicidad desplegados desde "la alegría" a la que hizo alusión a través de sus letras, pero sobre todo con su actitud. Y aunque es visible que su estado de forma es tan bueno (o mejor) que hace 10 años, el reencuentro con los conciertos de masas también sirve para comprobar como su propia formalidad lírica, la manera en la que García creo sus letras y las cantó hace 30 años, ha tenido una capacidad de envejecimiento mínima. La teoría más acertada pasa por aceptar que no afiliarse a tendencias concretas -especialmente durante los 80- acabó por hacerle libre para siempre en este sentido.
Este doble repertorio y doble banda irrepetibles solo volverá a acontecer este próximo sábado, 28 de mayo, en Sevilla. A partir de ese directo, García continúa la gira reacondicionando el selector de tonadillas con su formación habitual. Pasará el verano en Mallorca (18 de junio), Badajoz (25 de junio), Tenerife (30 de junio), Telde (2 de julio), A Coruña (8 de julio), Murcia (15 de julio), el festival Portaferrada de Sant Feliu de Guíxols (23 de julio) y el festival de músicos en la naturaleza de Hoyos del Espino (Ávila, 30 de julio).