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Margarida Borrás, la primera transexual ejecutada en València

14/11/2018 - 

VALÈNCIA. Margarida Borrás fue una de las mujeres más injustamente tratadas en nuestra ciudad. Una a la que los siglos han intentado poner en su sitio, es decir, en un lugar predominante. Su lucha sigue siendo la de muchas mujeres y hombres en la actualidad y es por ello que rescatar su nombre y contar su historia es algo absolutamente necesario. Margarida nació como Miquel. Pertenecía a una familia burguesa y adinerada y se codeaba con ilustres personajes de la sociedad valenciana. Margarida tiene el dudoso honor de ser la primera mujer transexual ejecutada en València por su identidad. Fue el día 28 de julio de 1460, es decir, hace más de cinco siglos y medio. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en países no demasiados lejanos de los nuestros, se sigan cometiendo las mismas atrocidades?

Una placa en la Plaça del Mercat de Valencia –colocada en el año 2017 por el Ayuntamiento- recuerda el asesinato de esta mujer que fue discriminada por su género. En aquella época eran usuales las ejecuciones con público. De hecho, en las plazas se congregaban gentes que venían de todos los lugares para vivir este hecho con un gran evento de distracción y agitación de masas. Así pues, la ejecución pública durante la Edad Media fue una constante. El ejecutado se convertía en símbolo de lo que otros no debían repetir. Lo sabemos bien por un extraordinario artículo de Vicente Adelantado Soriano titulado La pena de muerte como espectáculo de masas en la Valencia del Quinientos en el que se constatan costumbres como la siguiente:

Sabemos que asistía mucha gente a estas ejecuciones itinerantes gracias a la pena impuesta, en 1503, a un labrador que atentó contra Fernando el Católico. Condenado a que le cortaran una mano, le vaciaran un ojo, le amputaran la nariz, etc., y le extrajeran el corazón en vivo, la ejecución se llevó a cabo por diversas plazas y dos calles de Barcelona. Se advierte, mediante un bando, que todo aquel que le arroje piedras o atente contra la vida del reo será condenado a muerte, pues la pena la tiene que llevar a cabo el verdugo.

Con tal brutalidad impuesta, el objetivo no era otro que disuadir a posibles malhechos.  Era la llamada ‘pedagogía del terror’. La dinámica del espectáculo de la muerte se instalaba en unas gentes deseosas de muerte. Hubo ciertas excepciones, como esta que cuenta Adelantado en su artículo:

La justicia, sin embargo, no sólo daba estos espectáculos sangrientos y brutales. También podía llegar a reconocer sus errores y a perdonar al reo en el mismo cadalso, como sucediera en Valencia en 1521. Con la soga el cuello, el reo proclamó su inocencia una vez más. No debían estar muy seguros de su culpabilidad, pues el gobernador lo perdonó. Y el reo se fue a la Iglesia a dar las gracias. Quedémonos con este espectáculo de benevolencia y honestidad en la Valencia del quinientos.

A no todo el mundo lo ejecutaban en el mismo lugar de la ciudad. Cada tipo de ejecutado tenía un escenario: a los caballeros se les ejecutaba cerca de la Catedral de Valencia; a los herejes en una zona muy próxima al Paseo de la Pechina y el Mercado era el lugar donde iban a parar gente de toda índole y calaña:  asesinos, parricidas y sodomitas. Una de ellas, por supuesto, Margarida Borrás.


Fue el historiador y filólogo Vicent Josep Escartí el que explicó el caso de una transexual que se había convertido en la primera mujer valenciana ejecutada por motivo de  género o, más concretamente, tal y como queda anotada en su condena: “porque era un hombre que se sentía mujer”. Conocemos de la existencia de Margarida y su terrible muerte por Melcior Miralles, el capellán del rey que asistió a la ejecución en plaza pública y lo anotó en su diario. Ahí se contaba que Margarida había asistido a casas de diversos hombres vestida de mujer y había mantenido con ellos relaciones sexuales. Algunos de esos hombres fueron también apresados y torturados, como la propia Margarida que fue humillada y vejada.

Escartí explicaba en aquel artículo que Borrás debía haber sido delatada por un amante despechado o, quizás, por algún hombre influyente de la sociedad valenciana más rica.

Si bien a los homosexuales se les solía quemar vivos, a Margarida la obligaron a vestir con ropas de hombre y se le ahorcó dejando sus genitales al descubierto. Es muy posible que aquel ser inusual en una sociedad como aquella fuera objeto de burlas y humillaciones antes de su muerte. Después de la misma ningún familiar recogió el cadáver. Fue lanzada a una fosa común. Solo aquel escrito del capellán dio buena cuenta de lo que hoy sabemos.

Foto: ENRALCA.

Hace apenas unos meses, la figura de Margarida fue recuperada para el gran público. En el mismo escenario donde fue ahorcada, la Concejalía de Igualdad y Políticas Inclusivas programó, con motivo del Día contra la LGTBIfobia, una obra de teatro que representaba los últimos días de Margarida Borrás. La obra estaba dirigida, escrita e interpretada por Carmen Fernández, otra transexual valenciana que lleva años luchando contra la discriminación.

Margarida Borrás da nombre también al galardón más importante que otorga todos los años Lambda, Col·lectiu de lesbianes, gais, transsexuals i bisexuals de Valencia. Desde el año 2002 –cuando se incluyó el texto del Dietari del Alfons el Magnànim para preparar la ceremonia de entrega de los premios-, y se propuso en Comisión Permanente cambiar el nombre a Premi Margarida Borrás. Es un modo más de homenajear a esta mujer que vivió uno de los peores castigos por luchar contra la intolerancia y por la libertad.

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