VALÈNCIA (VP). La vuelta al cole en septiembre está rodeada de incertidumbre ¿Cuántos alumnos habrá por clase? ¿Tendrán que llevar mascarilla? ¿Deberán seguir impartiéndose clases online a una parte del alumnado? Y en su caso, ¿quién toma la decisión?
Un centro donde ninguna de estas cuestiones representa un problema es el colegio María de Iciar, en Riba-Roja. Instalado sobre 70.000 metros cuadrados de terreno rústico, el colegio ha disfrutado de un emplazamiento privilegiado en un entorno natural desde hace más de 50 años.
Fundado en 1968 por la maestra Begoña Rey de Arteaga y su marido Rafael Vilar Gallego, el colegio está dirigido ahora por su hija Estibaliz y su hermano Rafa. Habiendo disfrutado ellos mismos de la educación ‘en la naturaleza’, conocen de primera mano los beneficios de dar clase rodeados de árboles y aire fresco.
El colegio cuenta con grupos reducidos de alumnos, lo que significa que el próximo curso no habrá necesidad de habilitar gimnasios, comedores u otros espacios como aulas de enseñanza. Los pupitres se situarán más alejados que de costumbre, pero tampoco habrá necesidad de dividir al alumnado entre clases presenciales y clases online.
María de Iciar admite alumnos desde cero años hasta el final del Bachillerato, e incorpora aspectos de los métodos Waldorf y Montessori, potenciando actividades donde grupos de diferentes edades pueden interactuar juntos. Otras actividades diferenciales son las que tienen que ver con la escuela de equitación o la granja, anexas al propio colegio, que proporcionan una aproximación singular a la naturaleza.
Estibaliz Vilar, la directora, defiende esta proximidad a la naturaleza por la serenidad que transmite a los niños, y por el efecto positivo que tiene en su motivación a la hora de asistir a clase. Un niño feliz, que asiste al colegio sin el estrés de la obligación y la renuncia, sin el confinamiento en un edificio cerrado, está más predispuesto al aprendizaje, y desarrolla con más facilidad su parte emocional y los valores del respeto al entorno y al medio ambiente.
La granja escuela proporciona además una interacción con los caballos y el resto de animales que potencia de manera natural el respeto al otro, y es una experiencia que aporta valores de manera vivencial, muy diferente de la que se adquiere exclusivamente a través del contenido académico.
Los fines y objetivos primordiales del proyecto educativo del centro pasan por formar ciudadanos libres, capaces de tomar decisiones desde la felicidad, conscientes de sí mismos, que conocen sus capacidades técnicas, profesionales, académicas, pero también sus habilidades sociales y emocionales para que el día de mañana pueden ser también felices en el trabajo y su vida personal.
El hecho de que sean grupos reducidos permite que el maestro pueda interactuar de forma directa con el alumno, y que cada día en cada una de las sesiones de clase el profesor pueda detectar el rendimiento de cada uno de ellos. Con este objetivo, los grupos no son de más de 10 o 15 alumnos por aula. La finalidad no es llenar una agenda de deberes para que los padres tengan que controlar el deber, la finalidad es que los niños trabajen unos contenidos, a ser posible en el colegio y de forma autónoma.
En el colegio María de Iciar utilizan los contenidos curriculares legales, pero conducidos a través de métodos que fomentan más la interacción alumno-profesor, con contenidos más emocionales. En educación infantil, sobre todo, se utiliza mucho la pedagogía del juego, los materiales naturales poco estructurados, que fomentan que el alumno sea creativo con ese material para jugar. No es lo mismo jugar con una casita de plástico que hacer una casita con trocitos de madera.
De cara al próximo curso, para María de Iciar contar con grupos reducidos no es ninguna novedad. El colegio tiene instalaciones para admitir más grupos de los actualmente existentes. Todas las aulas cuentan además con puerta de acceso directo al exterior, con lo que los alumnos no tienen que pasar por zonas comunes.
Hay además patios y zonas ajardinadas que se pueden dividir en zonas para que en el exterior los grupos sigan siendo reducidos. Al ser un espacio abierto y sin densidad de población, hay luz y ventilación en abundancia, no hay contaminación ni carga vírica. Una alternativa natural a 15 minutos de Valencia y con servicio de autobús. El periodo de inscripción para el próximo curso ya está abierto.
La ya tradicional escuela de verano de María de Iciar vuelve del 1 al 31 de julio, con su escuela de equitación y actividades de natación, cocina, manualidades, canciones, yoga y mucho más. La escuela está atendida por personal español y por nativos en lengua inglesa.
Hay también un taller de refuerzo, donde los niños pueden hacer sus deberes de verano asistidos por un maestro o maestra.
Todo ello dentro del más estricto respeto a las normas y recomendaciones prescritas por las autoridades para prevenir contagios. Más información en la página web del colegio.