VALÈNCIA. Escribe Ricardo Piglia que “No hay, a la vez, nada más real ni nada más ilusorio que el acto de leer”. Y de esa frase se sirve la escritora Marta Pérez-Carbonell para darle título a su primera novela, Nada más ilusorio, que se publica hoy a través de Lumen sacando pecho de y ser un fenómeno literario vendido en ocho países antes de que llegue a las librerías.
Pérez-Carbonell estuvo ayer en València presentando el libro. Reconoce que, de tanto hablar de él antes de su publicación, lo siente hasta lejano. Pero no, hoy es cuando empieza, cuando llega a la comunidad lectora.
Nada más ilusorio cuenta la historia de Alicia, Terry y Bou, que protagonizan un encuentro en un tren nocturno con destino a Edimburgo. A lo largo del viaje, los tres cruzarán sus historias personales, entra las que destaca el relato de cómo un escritor, traspasando los límites de la autoficción, ha dado vida propia a la historia que quería contar.
“Me gustaba la ida de crear una especie de tensión en el tren entre la quietud y el movimiento. Los personajes, encerrados y asilados, cuentan historias que los aíslan también del mundo exterior. De esta manera, no tienen más que hacer que hablar”, explica la autora. A lo largo del viaje Alicia intercambia su historia por la de los dos. Si Terry protagoniza la del escritor acusado de utilizar la intimidad de un amigo cercano para contar una historia que desvela sus secretos, ella cuenta la del abandono repentino de su pareja en medio de un viaje a Yemén.
“Para mí, el reto del libro estaba en que hubiera tres historias en las que todas tuvieran algo del resto. La de Alicia es el gran reto, porque es una persona totalmente ajena a Terry y Bou. Pero comparten la pregunta de la responsabilidad. Al igual que Terry tiene esa responsabilidad sobre Hans y su historia, también Daniel lo tenía sobre ella”, cuenta a preguntas de este diario. Es decir, que todas las historias se interpelaran manteniendo sus grises particulares.
Pérez-Carbonell es Doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de Londres y profesora de Literatura Contemporánea en la Colgate University de Nueva York. Por formación profesional, la narración es objeto de su estudio, y la autoficción ha sido un pilar de este. Precisamente por eso, confiesa que ese aspecto en la novela fue cediendo paso a la pregunta por la pregunta de qué es verdad y qué es alucinación.
“Los primeros borradores eran mucho más largos porque había mucha reflexión metaliteraria. Yo sentía que me apoyaba mucho en mi investigación y en conocimientos de otros autores. pero fui soltándolo porque tenía que entender que la historia era mía. Tenía que salir del la escritura académica y adentrarme en los personajes, en quiénes son, en qué les pasa y por qué sienten eso desde el punto de vista más humano”, confiesa.