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ENTREVISTA A LA CANDIDATa A RECTORa

Mavi Mestre: “La Universitat se debe a la sociedad y todo nuestro servicio debe ir dirigido a ella”

Foto: KIKE TABERNER
19/02/2018 - 

VALÈNCIA. La hasta hace unas semanas vicerrectora Mavi Mestre (Oliva, 1956) compite con los catedráticos Vicent Martínez y María Antonia García Benau en la campaña electoral para ser rector de la Universitat de València. Mestre, por su proximidad a Esteban Morcillo, y por el hecho de haber formado parte del equipo del rector durante estas dos legislaturas, es para muchos la candidata del establishment y también la principal favorita al puesto. Frente a ella Martínez, que se presenta por segunda vez tras haberle disputado el cargo a Morcillo en 2014, y García Benau, que hizo lo propio en 2010. 

—¿Cómo está siendo la recepción de su candidatura en los diferentes campus? ¿Cuál es su impresión?

—Muy buena. Nos están llegando muchas aportaciones a través de nuestra página web y ayer mismo [por el jueves] hemos contestado a todas las cuestiones que nos han planteado y hemos recogido algunas sugerencias. Creo que fue una buena idea poner en marcha una web en la que respondiésemos.

—Usted y su equipo se han estado reuniendo con todos los colectivos.

—Sí. Estudiantes, PAS [personal administrativo y de servicios], personal investigador… y realmente creo que han sido reuniones muy provechosas. Tengo la suerte de conocer muchas de las cuestiones que me plantean…

—…porque las ha vivido.

—(Ríe) Sí; a pie de obra, que digo yo. Siempre es enriquecedor el escuchar de primera mano lo que necesitan.

—¿Ha habido alguna sorpresa?

—No, la verdad.

—¿Tiene pues la misma imagen a ras de suelo que la que tenía antes?

—(Tras dudar un segundo) Sí. Es que tengo mucho conocimiento de las interioridades de la universidad. Ya fui cinco años decana de Psicología, lo que me ayudó a conocer mi facultad pero también la universidad. Después estuve cuatro años con el diseño y la implantación de los grados, desde 2006 a 2010, lo que me dio un conocimiento de los centros y, sobre todo, de los departamentos. El hacer planes de estudios es una de las tareas más complicadas. Esa experiencia me dio mucha información. En el 2010 Esteban Morcillo me planteó que asumiera Ordenación Académica y Profesorado para implantar esos grados que había diseñado. Me ayudó muchísimo el conocimiento de los planes de estudio que habíamos hecho. Pero luego, además, hace unos tres años asumí las competencias de Sostenibilidad y prevención de riesgos, salud… Y esto me ha dado un conocimiento de la Universitat nuevo que me ha ayudado a trabajar problemas concretos. Y en los últimos años también he atendido a los problemas de discapacidad.

—Algo que le motiva especialmente.

—Somos la universidad con más estudiantes con discapacidad, desde invidentes hasta lenguaje de signos… Tenemos más de 1.100 alumnos con discapacidad. Vienen de otras comunidades autónomas a València porque tienen un mayor apoyo a nivel de adaptación curricular, asistencia para sus cuestiones personales, y en accesibilidad estamos avanzando mucho, aunque, claro, hay que tener en cuenta que tenemos edificios históricos, protegidos, en los que es mucho más complicado intervenir.

—Es evidente que tiene un profundo conocimiento desde dentro de la universidad.

Asiente.

Foto: KIKE TABERNER

—¿Comprende que sea llamativo que usted hable en su campaña de cambio?

—(Sonríe) Hay muchas formas de hablar de cambio o de enfocarlo. Una primera es la que concibe el cambio como un recambio: ‘Quítate tú que ahora me toca a mí’. Otra es el cambio como opuesto a la continuidad; aquí el dilema es seguir igual o cambiar. Y llegados aquí yo me pregunto: ¿el cambio sin más? ¿El cambio de por sí es positivo? Yo soy de Oliva. Tengo un referente que es mi paisano Gregorio Mayans. Cuando perdió la cátedra, ¿ese cambio fue para bien?

—¿Y a qué cambio se refiere?

—La Universitat ha estado siempre cambiando. Nosotros hablamos de política de cambio.

—¿No sería más una evolución; somos esto y queremos ir hacia eso?

—Optamos por hablar de transformación responsable. Las ideas que hay que tener claro antes de iniciar un cambio son: hacia dónde, con qué personas, con qué propuestas, con qué recursos, con qué estilos de gobierno. La respuesta a estas cuestiones es lo que dará un sentido al cambio.

—Y usted tiene las ideas muy claras.

En el claustro extraordinario fui la única candidata que pudo dar una respuesta clara a esta cuestión: tres proyectos que se vayan a hacer y su presupuesto.

—Recuérdelos.

—Convertir el colegio mayor Luis Vives en un centro de dinamización estudiantil y cultural, al que dedicaríamos 9,2 millones de euros. Haríamos una estabilización y promoción del profesorado, para la que reservaríamos 2,7 millones de euros. Y una mejora salarial para el profesorado asociado.

—¿Qué cantidad reservarían para ello?

—2,4 millones de euros.

—Lo tienen todo calculado.

—Porque nosotros partimos del conocimiento de la realidad. Planteamos propuestas realistas, conociendo tanto el escenario como las restricciones legales y económicas que tenemos. Hacer propuestas desde la ignorancia te lleva a metas inalcanzables, inviables. Por ejemplo, plantear otra figura de contratación exige un nuevo convenio colectivo que la regule. Nuestras propuestas son ambiciosas también, son positivas, pero son sobre todo realistas.

—Sigo pensando que la palabra ‘cambio’ no se ajusta a su programa. Es más una evolución, una actualización, una mejora… pero de lo que había. En su equipo hay mucha gente que estuvo con Morcillo.

 —(Ríe) Transformación. Preferimos transformación responsable, que es el lema que hemos elegido en nuestro programa, porque consideramos que ese realismo y esa responsabilidad son ejemplos del compromiso de nuestro equipo. No soy nada personalista. Confío en mi equipo y en la inteligencia colectiva. No creo en una idea que aparece de repente y que eso va a solucionar los problemas de la Universitat; confío en la experiencia y la inteligencia de las personas que están trabajando en los diferentes órganos democráticos de los que nos hemos dotado la Universitat como universidad pública y democrática que somos. Creo en este trabajo a pie de obra, en comisiones de departamento, en juntas de centro, en comisiones asesoras, en Consejo de Gobierno… realizado por personas que están en organismos elegidos democráticamente, que son representantes de los diferentes colectivos de nuestra universidad. Confío en esta forma de gestionar y en lo que todas estas personas pueden aportar. Hay que respetar estos órganos de gobierno.

Foto: KIKE TABERNER

—También creer en ellos. Se puede respetar algo y pensar que hay que cambiar cosas.

—Yo creo en ellos. Creo en el Consejo de departamento, en la Junta de Centros, en la Mesa Negociadora donde está la representación sindical, el Consejo de Gobierno, el claustro… Sí que creo necesario hacer un claustro más participativo y así lo planteé. Que allí se decidan también las líneas estratégicas que la universidad quiere seguir adelante.

Ponen en valor su experiencia.

—Este conocimiento no lo puedes adquirir presentándote cada cuatro años o cada ocho años a rectora. Te lo da el haber vivido, no me canso de decirlo, los años más difíciles de las universidades públicas.

—Ahora que comenta que han sido años muy malos; ¿entiende que habiendo vivido unos años tan malos haya gente que desee una renovación completa?

—Pero cambiar ¿el qué? ¿La tasa de reposición, que es una imposición del Gobierno central? ¿El que no tenemos un convenio colectivo porque la Conselleria de Educación aún no nos ha llamado, teniendo como tiene la versión definitiva desde hace dos meses? Vamos a cambiar lo que podemos cambiar. Lo otro es un discurso presidencialista o estilo Donald Trump. Soy sincera y transparente. Mi discurso es el mismo con el PAS, con el PDI [personal docente y de investigación], con los estudiantes, en Derecho, en Burjassot… Lo digo: Hemos vivido la peor etapa de las universidades públicas. Pero es que nuestros problemas han sido comunes a todas las universidades de todas las comunidades autónomas. Decimos: ‘Vamos a hacer cambios’. Sí. Los que podemos hacer. En mi equipo compartimos dos principios: el respeto a las personas y el respeto a la verdad. El respeto a las personas es fundamental en democracia. Y el respeto a la verdad tiene dos vertientes: la sinceridad y el manejo adecuado de los datos. Uno puede ser sincero pero no si maneja los datos reales, su verdad pierde valor.

—Se confunde a la gente.

—Sí. Y eso creo que se está utilizando contra nuestra candidatura: no se están manejando los datos reales.

—¿Habrá que vivir siempre con la tasa de reposición?

—Nosotros seguiremos reclamando a Cristóbal Montoro que nos la quite. Estamos así desde 2012. Pero mientras no nos la quita, el escenario va cambiando poco a poco. Y nos van haciendo caso en cosas. Yo he estado en la CRUE tratando estos temas y hemos conseguido que la promoción interna la hayan sacado de la tasa de reposición.

—También tienen en su haber la solución al problema de los profesores ayudantes doctor.

—Ahí la negociación que tuvimos con la Conselleria ha sido de estos tres años para conseguir que nos permitieran contratos… ¡de interinos!

Foto: KIKE TABERNER

—Hablemos de los asociados. ¿Comprenden que las actuales retribuciones no son acordes?

—Estamos totalmente de acuerdo. La situación de los asociados es muy diversa, pero eso sí que les unifica a todos. En el convenio colectivo que tenemos pendiente de aprobar es donde se puede encontrar esa mejor remuneración para los asociados. También está la cuestión de los contratados doctores, que piden equipararse a los [profesores] titulares. En ese convenio colectivo [que está en Conselleria] aparece todo eso y es lo que permitirá regular esa distribución salarial. En la Universitat hace falta la figura del profesor asociado, sobre todo en determinadas titulaciones, pero para cubrir una baja no es la figura adecuada. Pero si no se tenía otra figura porque no tenemos un convenio colectivo como sí poseen en otras autonomías, y no podías sacar plazas…

—Lo que demuestra todo esto es que hay una mentira en todo el sistema y es la autonomía universitaria: no existe.

—Sí. Estamos intervenidos.

—¿Y eso no podría ser una verdadera estrategia de futuro? ¿Pelear por lograr una verdadera independencia?

—Aspiramos a ello. Pero eso pasa primero por un buen plan de financiación, que tengamos una financiación justa y necesaria para la universidad y que la universidad pueda hacer sus políticas de plantilla y de investigación, y un plan de sostenibilidad. Por eso en mi equipo hemos incluido un vicerrectorado de Economía. Es fundamental reclamar esa financiación necesaria.

—Una financiación adecuada es primordial para ser independientes.

—Y también la libertad para una política de plantilla, en personal docente y de investigación. Con la tasa de reposición no puedes incrementar la plantilla. Nosotros proponemos una mejora pero desde la realidad.

—Todo este escenario hace que la gestión universitaria sea una gymkana y no sea prioritaria la política, la estrategia.

—Esa es la clave. Estos últimos años ha sido imposible hacer una planificación. Ahora, en nuestro programa llevamos una planificación de plantilla a cuatro años para PAS y PDI. Y es a cuatro años porque es el periodo que podríamos estar. Antes no había presupuesto, ahora tenemos el mismo que en 2010, y aparte con esa tasa de reposición… ¿qué planificación podíamos hacer? Hubo un año que tuvimos dos cátedras y teníamos acreditados a 150 profesores por ANECA.

—El problema de las cátedras lo han solucionado justo ahora.

—Hay 115 plazas en marcha, en la oferta pública que hemos aprobado ahora, con lo que sólo quedarán pendientes unos 20 acreditados. Ya el año pasado pudimos sacar 75 plazas. Nosotros hemos priorizado la estabilización.

Foto: KIKE TABERNER

—Y ahora sí que pueden planificar.

—Ahora sí, porque podemos plantear un escenario a cuatro años. Nos podemos preguntar: ¿Qué jubilaciones vamos a tener en cada departamento? Y conociendo la respuesta, podemos trabajar. Un profesor no se improvisa.

—También tendrán que adaptarse a cada caso.

 —Efectivamente. Lo prioritario para rejuvenecer una plantilla pasa por contratar a profesores ayudantes doctor, porque ya tienen la tesis hecha. Pero también es verdad que hay departamentos que tienen poca tradición en investigación, con lo que ahí hay que dotar de plazas de ayudante o contratos predoctorales para que puedan ir haciendo la investigación y hacer la carrera aunque sea a más largo plazo.

—¿Cuál es el lugar de la Universitat en la sociedad?

—(Sonríe) Tenemos que liderar porque somos la universidad más grande, la más potente… En estos años tan difíciles hay que poner en valor todo el trabajo y esfuerzo que han hecho los profesores, los investigadores… A pesar de los recortes, el cambio a los grados, el incremento de la docencia, a pesar de todo eso se ha respondido y se ha dado una docencia de calidad y una investigación puntera. Hay que hacer un seguimiento a todo, y todo es mejorable, pero tenemos motivos para estar satisfechos. El personal mismo ha dado la talla y la está dando. Me gusta valorar a las personas, quizá porque soy psicóloga y soy sensible a los problemas de las personas. Me gusta escuchar a la gente. Confío mucho en la aportación de cada uno.

—¿Hay que tender puentes entre la sociedad y la Universitat?

—El otro día asistí a la presentación del proyecto de ley de Servicios Sociales que dio a conocer la vicepresidenta [del Consell], Mónica Oltra, y me encantó. Vi lo que podía suponer de bien social y además vi profesorado nuestro que estaba detrás de esa ley, que habían contribuido con parte de su conocimiento a la sociedad. Esa es una forma de trabajar que debemos seguir manteniendo. En los últimos años hemos abierto el área de Cultura a la sociedad; en eso creo que Antonio Ariño ha hecho un excelente trabajo. No es que prestemos un servicio a la sociedad con la docencia; todo nuestro servicio es social, debe ser social, tiene que estar orientado hacia la sociedad. La Universitat se debe a la sociedad y todo nuestro servicio debe ir dirigido a ella.

Foto: KIKE TABERNER

Hay que incrementar la transferencia a la sociedad.

—Pero cuando hablamos de transferencia no sólo me refiero al punto de vista científico y técnico, que también, sino sobre todo a esa transferencia social que aportamos de bien común a la sociedad para el bienestar de las personas. Nuestra universidad es muy diversa y esto tiene que ser un valor.

—Quizás la sociedad no les usa lo suficiente.

—Nosotros también tenemos que ofrecernos más. El otro día lo planteábamos en la Facultad de Ciencias Sociales. Tenemos que darnos a conocer. Lo ejemplificaba en las políticas de igualdad y de inclusión social que queremos poner en marcha. Lo explicaba así: tenemos muy buenos profesionales, tenemos muy buenos investigadores… ¿Hacemos transferencia en esto? Se nos debe conocer. Los diferentes organismos de la sociedad, oenegés, instituciones, ayuntamientos… tienen que saber de nosotros. Hemos firmado muchísimos convenios con ayuntamientos, hemos creado cátedras, pero hay que seguir trabajando en esa línea, ahondar más, porque tenemos ese deber con la sociedad. Creo que lo estamos haciendo cada vez más porque tenemos muy buenos profesionales y se nota nuestra presencia. Pero nunca es bastante y hay muchos campos, como la Cooperación, donde estamos a la vanguardia y tenemos mucho potencial que dar a la sociedad. Nuestra responsabilidad también es mejorar la calidad de vida de las personas.

—Y más ustedes que tienen de todo.

—Efectivamente, desde matemáticos hasta historiadores, pasando por filólogos, médicos…

—Y teniendo como tienen personas para no equivocarse, ¿por qué no han intentado más cosas nuevas? ¿No han pecado de excesivamente prudentes? ¿No ha faltado quizás valentía para una mayor internacionalización?

—Creo que no. Hemos avanzado mucho en ese campo en cuanto a movilidad de estudiantes, de investigadores e investigadoras, con presencia en redes muy importantes. También en Cooperación…

—Y en ese contexto, el multilingüismo es esencial.

 —Nosotros llevamos una apuesta por ello en nuestro programa electoral. Se ha avanzado mucho en el plan de incremento de la docencia en valenciano y estamos llegando a los objetivos que había que alcanzar. Ahora lo que hay que apostar es por un multilingüismo de castellano, valenciano e inglés. Y esa es nuestra idea.

Foto: KIKE TABERNER

Cuando tu hija se tiene que ir a Australia

A Mavi Mestre nadie le tiene que hablar de la fuga de cerebros al extranjero porque la está viviendo en primera persona. Una de sus hijas, la mayor, se encuentra en estos momentos en Australia, adonde tuvo que emigrar ante la falta de oportunidades en España. “Es ingeniera civil experta en túneles y allí en Australia está muy bien valorada”, explica. “Ahora está dirigiendo un proyecto en Sidney y la verdad es que está muy bien”. ¿No lamenta que esté tan lejos? “Prefiero tener una hija feliz en la distancia que una cerca frustrada”, admite con resignación. Su otra hija está en España y es doctora. No es de extrañar pues que uno de sus objetivos sea lograr que el talento joven no se tenga que ir de España, “o lo podamos recuperar”. 

Valencianohablante, recuerda como de niña se veía obligada a traducir a su lengua los apuntes. “En eso sí que hemos avanzado bastante y ahora cualquiera ya puede por fin estudiar en su lengua, sin tener que traducirse nada”. 

Hija de unos trabajadores del campo de Oliva, Mestre conoce desde bien pequeña a una figura intelectual como el historiador Antonio Mestre, con el que no le une parentesco. Por su influencia estuvo a punto de hacer Historia, pero después llegó la implantación de Psicología y se dijo a sí misma que quería probar. El primer año de sus estudios, en 1973, se matriculó en la dos carreras y finalmente se decantó por Psicología. 

La muerte de Franco la vivió con “cierto miedo”. Su pareja, que había sido expedientado por Carrero Blanco, estaba haciendo el servicio militar cuándo falleció el dictador. “Gracias a Dios no pasó nada”, recuerda, “pero en la Universitat fue una época muy complicada, de miedo y de inseguridad”. 

A pesar de ello, Mestre guarda buen recuerdo de su época estudiantil porque además tuvo la suerte de vivir en primera persona los cambios que se produjeron en los estudios de Psicología en España, cuando comenzaron a abandonarse los postulados conductistas y las facultades se abrieron a Europa, escuchando y divulgando las nuevas tesis y formas de trabajar, con un cariz más humanista. “Fue una época muy bonita”, dice, que además se ha visto compensada al comprobar como su disciplina se ha abierto a otras aéreas progresivamente. Algo que ella atribuye al hecho de que los psicólogos han sido capaces de detectar los problemas sociales y ofrecer “una solución”, afirma.

Foto: KIKE TABERNER

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