Todo mes del año que desee aspirar a imprescindible debe adjudicarse un adjetivo o complemento. Mes de erizos, maratones, de guisantes o de estrenos, de pasión, amor o encuentros, de películas de Bond, de paseos por la playa, de enredarse en lo fugaz, de esconderse entre conceptos, de las pipas, de las risas, de conejos con papel dorado y cascabel, de decir adiós o -con vergüenza- un hasta luego. Mayo es mes de muchas cosas, de las flores, del azahar, de la brisa con salitre que se cuela entre los poros, de ventajas y de anuncios, pero empiezo mal si no lo cito como el mes del libro y la lectura.
Mayo es mes de ferias, novedades y de encuentros, es el punto en el que empieza la aventura, la antesala de los cócteles con hielo, de las páginas que se abren con la luz de la mirada, del que toca, del que siente, del que busca el regocijo, los colores, fantasía, demorarse en cada letra, cada coma y cada elipsis, cada salto que te empuja al otro lado de la música, el olor y las miserias, de la gloria, el arrebato o las palaras de consuelo.
Enfrentarse a cada libro como al mar, asumir el riesgo, transformarse en la experiencia, aceptar que en el inicio somos uno y cuando acabas la lectura es muy posible que ese yo que comenzó no sea el mismo. El lector es un valiente, es casi un héroe, es el más loco de la especie que actualmente reduce su lectura a los subtítulos de un vídeo de Tik-tok. ¿Quién se atreve al precipicio? ¿Quién se enfrenta a su fragilidad por unos euros?
Séneca afirmaba que no era tanto el cuántos libros has leído sino el cómo son de buenas o de malas tus lecturas. Yo podría decir que estoy de acuerdo y evitar la confesión de guilty pleasures, pero es cierto que si no fuera por el trabajo de libreros o editores, hay mucho talento que en el fondo seguiría siendo oculto, oscuro o simplemente inexistente. ¡Qué osadía la de Gertrude Stein! No sólo por ser voraz en sus lecturas sino por aupar a sus pupilos al Parnaso, y es que la Generación perdida no hubiera sido la misma sin la absenta, sin París y, sobre todo, sin Stein.
Bueno o malo es la sentencia que obedece al paradigma, que a su vez se determina en un despacho -o dos- con tablas Excel de seis cifras. Bueno o malo son los extremos de los cánones perversos, porque en los tiempos de lo mainstream -alejados de la época que lideraban personajes como Stein o Balcells- todos tienden a pensar que lo que vende es más que óptimo y lo que no es simplemente un desperdicio de papel. ¡Cuántos nombres quedarán en el olvido por el f*cking paradigma!
Otros son de los que entienden que la calidad es inversamente proporcional a las colas para firmas, cuantas menos colas menos ventas y, por lo tanto, más rigor, más calidad, más excelencia. No es sino la otra perspectiva de ese mismo paradigma, la definición por negación de su contrario, la confirmación de la estulticia en el debate y, por lo tanto, de la falta de lectura. Dos extremos tan opuestos que nadie siquiera advierte la existencia de otra vía, un finiquitar-la-rigidez-del-paradigma, otra senda que conocen panoramas literarios que no escriben castellano, y es que aquí seguimos ciegos ante otras realidades. Venta y calidad como parámetro irreconciliable mientras nadie considere a ambas como parte de un conjunto. Que si el Pulitzer se vende en todo el mundo es por algún motivo conocido -ya lo creo- y que si en Francia cuentan nóbeles por lustros no es porque bohemia fuera un término acuñado por el parisino Henri Murger. Lo mediático contra el concepto, y el concepto como falta de verdad y como altar para la forma.
Mayo es un mes tibio, no lluvioso -ni tampoco caluroso-, es un mes de arena fría y días largos, de viento, azules suaves y paseos con un algo por si acaso cuando cae la noche ha refrescado y apetece más un vaso de Negroni o regresar a abril si aún no es tarde. Mayo es transición, mélange, euforia contenida, es todo y nada y el mes de las flores, y de los libros, y la lectura. Mayo es bueno, malo y regular. Mayo tiene un propio paradigma. No en vano -y por eso mismo- es el mes del libro. Ojalá nos demos cuenta un día de estos.
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