Más que un producto, es una nueva aproximación terapéutica, un campo de investigación totalmente innovador. El biólogo valenciano Pablo Escribá es el padre de una terapia pionera destinada a mejorar los tratamientos del cáncer, el dolor o la neurodegeneración a través de los lípidos. Pero llegar al mercado no es una aventura sencilla. Una aventura que, por cierto, tiene su próxima parada en Alicante
VALÈNCIA. Originario de Castelló de la Ribera y criado en la avenida del Cid, Pablo Escribá tenía claro desde los nueve años que lo suyo sería la biología. Como estudiante en la Universitat de València, en quinto de carrera conoció a un profesor que venía de trabajar en Estados Unidos, quien lo acabaría reclutando para realizar el doctorado, entre Palma y Alicante, siguiendo los destinos de su director de investigación.Era José Manuel González Ros, hoy catedrático de Biología Molecular en la Universidad Miguel Hernández, que entonces cambió las Baleares por la Universidad de Alicante cuando comenzó a fraguarse un núcleo muy potente integrado por Bernat Soria, José Antonio Ferragut, Valentín Ceña, Antonio Ferrer e incluso un joven Francis Mojica, el padre de la tecnología CRISPR. Tiempos ilusionantes en los que los investigadores de microbiología y neuroquímica compartían barracón, del que algunos miembros migrarían a la Universitat de Elx para fundar un departamento de neurociencias con entidad y proyección.
Tras defender su tesis, el joven biólogo Escribá cruzó el charco para vivir una época «bonita e intensa, sin conocer los fines de semana y con las Navidades tirando de pañuelo». En Estados Unidos trabajó en tres destinos: en Long Island (Estado de Nueva York), en la Universidad de Stony Brook; en la de Missouri, en Kansas City, y en la Universidad Médica de Carolina del Sur, en Charleston. Después del periplo americano, el investigador regresó a Mallorca, donde conseguiría plaza rozando los cuarenta años. Y se puso a montar un grupo de investigación.
«Surgió algo interesante, lo desarrollamos, y seguimos aquí, en camino de poner a disposición de los pacientes algo que puede salvar vidas y devolver todo el esfuerzo económico de los inversores en dos o tres años», anhela Escribá, que atiende a Plaza vía teleconferencia desde su despacho de Laminar Pharmaceuticals, la empresa biotecnológica que dirige en el Parque Balear de Innovación Tecnológica, y con filial en Massachusetts, donde cuece una revolución para desarrollar medicamentos basada en los lípidos: la meliterapia, acrónimo de Membrane Lipid Therapy, una línea pionera para combatir enfermedades con nuevas dianas terapéuticas.
Antes de ser empresa, Laminar nació como grupo de investigación en la Universitat de les Illes Balears. El punto de giro llegó con las patentes. «Cuando la universidad me animó a patentar, ellos pusieron los mil euros de la patente española, pero cuando pasaron unos meses, me enteré de que al año siguiente había que hacer otra patente, el sistema PCT. La universidad no ponía los fondos para pagar los diez mil euros. Tuve que buscarme la vida», recuerda el investigador.
* Lea el artículo íntegramente en el número 80 (junio 2021) de la revista Plaza