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grand place / OPINIÓN

Men in black

18/10/2016 - 

Ya están aquí. Los “hombres de negro” del Fondo Monetario Internacional acaban de aterrizar como una temible avanzadilla para realizar su examen anual de la economía española, dicen. En realidad, llegan para controlar que se cumplan las cifras del déficit por parte de un gobierno en funciones cuya principal función es formar Gobierno. Y se quedarán en las dependencias del Ministerio de Hacienda, en el Paseo de la Castellana de Madrid, hasta el 25 de octubre. 

Pero no están solos. Les acompañan virtualmente los miembros de la Comisión Europea encargados de negociar, a través del llamado “diálogo estructurado”, la congelación de 37.500 millones de euros en fondos europeos. Lo que está en juego son los fondos estructurales destinados a financiar las políticas regionales, es decir, los que gestionan los gobiernos autonómicos. El sábado concluían las reuniones.

¿Cómo? ¿Que el resultado de las políticas macroeconómicas lo pagan los ciudadanos y las pequeñas empresas, principales beneficiarios de estas ayudas? Pues sí. Desde la semana pasada, el Ministerio de Economía español ha estado negociando con Bruselas la suspensión de estos fondos, lo que afectaría por ejemplo a los 568 millones de euros ya programados en este momento para la Comunitat Valenciana hasta 2020. La decisión se tomará antes del 8 de diciembre, tiempo suficiente para comprobar si nos hemos portado bien.

Mientras tanto, el Gobierno en funciones debía enviar a Bruselas antes de este lunes el presupuesto cerrado para 2017. ¿Entienden ahora el por qué de las prisas para formar un Gobierno, con una oposición diezmada en luchas intestinas? O, ¿precisamente, por eso? O… para eso.

Así que, más vale mirar hacia otro lado, como al otro lado del Atlántico. Hasta allí, a Cuba en concreto, se ha desplazado una amplia delegación del Gobierno Valenciano con una importante representación empresarial capitaneada por la Cámara de Comercio. La Generalitat se adelanta con esta expedición al acuerdo bilateral entre la Unión Europea y Cuba, que incluye el diálogo político y la cooperación comercial para facilitar el proceso de adaptación de la economía cubana.

Precisamente, el viaje valenciano a La Habana se produce la misma semana en que los miembros de la comisión de Asuntos Exteriores y de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo reiteraron su apoyo a Guillermo Fariñas. El disidente cubano pidió a los eurodiputados que votaran “no” a este acuerdo bilateral UE-Cuba, con una negociación cerrada ya desde marzo.

Y, a la chita callando, hoy se reúne en Luxemburgo el Consejo sobre Asuntos Exteriores para tratar temas de comercio. ¿Cómo? ¿Pero Asuntos Exteriores no trata de paz y seguridad? Tal vez es que tenga que poner un poco de paz en estos temas, porque el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos -conocido como TTPI-, no están siendo nada pacífico. 

Pero es que el que se discute es su homólogo con Canadá. Menos conocido, el CETA eliminará el 99 por ciento de los aranceles con este país respecto de bienes y servicios o derechos de propiedad intelectual, por ejemplo. ¿Y por qué la paz? Hace una semana, las autoridades canadienses decidieron prohibir el acceso a este país a un eurodiputado del grupo Los Verdes/ALE, Inconcebible. José Bové acudía a Montreal invitado por varias organizaciones canadienses opuestas a este acuerdo comercial, cuya firma se espera para el 27 de octubre, si no sale adelante el veto anunciado por Bélgica. 

Otro veto esperado en este mismo Consejo es a Rusia por su intervención en la guerra siria. ¿Pero es que Rusia pelea sola? Hace casi tres años, el general jordano Mohammad Farghal me explicaba que ésta es una guerra “proxy”, donde Rusia lucha en siria contra Estados Unidos”. No, no estamos solos. Por cierto, alguien ha pensado en las consecuencias para el mercado europeo de una nueva lista de productos sancionados por el mercado ruso?

Otoño caliente. Y la que les espera a los no comunitarios. El Consejo Europeo acaba de aprobar un Reglamento que establece un documento de viaje europeo uniforme para el retorno de los nacionales de terceros países en situación irregular. Se llama «documento de viaje europeo para el retorno». ¿Se les aplicará también a los británicos tras su salida de la Unión Europea? ¿Alguien del Team Brexit ha pensado en el millón no oficial de británicos que viven en España, 300.000 de ellos censados y, de éstos, más de 100.000 en la Comunitat Valenciana? No. Sólo han pensado en los ciudadanos europeos que se aprestarán a expulsar de su isla.

Pensando en ellos estábamos, concernidos -como solemos mal traducir del inglés-, cuando el Presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, se dirige al nuevo Secretario General de las Naciones Unidas para congratularse por su nombramiento. ¿Y qué nombra en su carta de felicitación? Los tres pilares sobre los que se construirá la nueva estrategia exterior europea: la migración, el cambio climático y el terrorismo. Vamos a recordarlos en su vertiente global, porque van a ser recurrentes en la presente década: ayuda humanitaria, medio ambiente y seguridad cogidos de la mano. 

¡Ah!, pero entonces sí que hablan de paz y seguridad… Pues sí, y fue esta misma semana cuando el mismo Tusk, durante una conferencia en el European Policy Centre, apelaba a que “la amenaza hoy es la desintegración de Europa, en un sentido político e ideológico”. No sobra ni una coma.

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