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CRÓNICAS POR LOS OTROS / OPINIÓN

Mi gran boda swahili

El padre de Abdul le dijo a su hijo cuando era pequeño que se casaría con Kauthar, esa niña de ojos grandes que merodeaba por el vecindario. Desde la semana pasada Abdul y Kauthar ya son marido y mujer

25/03/2017 - 

Podría parecer un matrimonio de conveniencia pero no lo es. Abdul y su novia Kauthar se les ve enamorados. Durante 8 años fueron novios y el fin de semana pasado celebraron su boda. Una gran boda swahili. Ahora ya son marido y mujer. Y así lo proclaman a los cuatro vientos. Ya pueden presumir de haberse casado, se cogen de la mano por la calle y ya pueden dormir juntos en la misma cama, abrazarse y amarse. 

Abdul, Kauthar y su vestido de novia

Kauthar es la pequeña de todos su hermanos. Tendrá como unos 12 hermanos y hermanas por parte de padre (todos tienen el mismo padre y madres diferentes) y por parte de la madre (todos tienen la misma madre) unos nueve.

Kauthar es de las afortunadas que tiene mucha familia viviendo fuera, la mayoría en Inglaterra, país que, afirma, algún día visitará con su marido. Tener familia fuera en un país pobre es una ventaja. Para empezar uno de sus tres vestido de novia viene de Inglaterra, se lo ha traído desde allí su tía como regalo de boda y me lo enseña muy orgullosa. Junto al vestido les ha traído un montón de chocolatinas que le encantan porque dice que el chocolate que llega de Europa es mejor que el de Lamu.

Muchas veces se tiende a poner en valor y pensar que es mejor lo que llega de fuera, sobre todo si hablamos de países en vías de desarrollo, aunque luego resulte que lo que viene de fuera y lo que puedes comprar aquí estén producidos en el mismo país. Sobre todo si hablamos de China como país productor porque África también está copada por el mercado chino.

Esta pareja de recién casados emprenden una nueva etapa con ilusión aunque seguirán viviendo en casa de sus padres porque de momento ella va a seguir estudiando dos años más en un pueblo cerca de donde han nacido y crecido.

Abdul seguirá buscándose la vida en su pueblo natal y los fines de semana se juntarán. Desde fuera se ven enamorados, contentos de cómo ha salido su boda, contentos por toda la gente que vino, incluso vinieron sus familiares desde Mombasa.

Su primera semana de casados, su luna de miel, la han pasado en casa de su tío. El hermano del padre de Abdul. Es uno de los pocos familiares que vive solo, en una casa para él y que no tiene que compartir con toda la familia porque en casa de Abdul viven muchas familias juntas, cada una en una habitación pero todas juntas.

Aquí en Lamu y en muchos otros lugares del mundo las casas se comparten entre varias familias. Todos vienen del mismo núcleo familiar pero cuando este núcleo familiar empieza hacerse grande, cuando cada miembro de esa familia empieza a crear su propia familia pocos se emancipan, todos siguen viviendo en la misma casa. Así que si hay suerte y la casa es grande cada uno tendrá su habitación donde seguirá viviendo con la familia que ha creado, y si la casa es pequeña encontrarán cómo vivir todos a costa de cualquier tipo de privacidad. 

Normalmente aquí la mujer es la que se va a la casa del marido que son los que heredarán si en algún momento se da la situación. En Lamu solo heredan los hombres, el mayor de la familia. 

Abdul es el hermano mayor, el que tiene todas las papeletas de heredar pero su padre ya murió. Hace unos cinco años que su padre ya no está así que no sabe si podrá heredar algo, siempre y cuando su tío lo permita.

Matrimonios de conveniencia

Me cuentan los dos que el padre de Abdul desde que ambos eran pequeñitos vaticinó que ella sería la mujer de su hijo pues ellos son vecinos de toda la vida, de la misma área, del mismo barrio y de la misma escuela donde empezaron a ser novios. Ambos se acordaron mucho del padre de Abdul el día de la boda. Podría parecer una boda apalabrada y negociada entre familias, pero esta boda en concreto no lo ha sido. Al menos parecen enamorados y felices.

Y es que en Lamu todavía están a la orden del día. Las familias se arreglan entre ellas, llegan a acuerdos de conveniencia que les beneficiará independientemente de si hay amor o no. Solo se casan por amor los más privilegiados, los que pueden decidir y casi nunca son las mujeres. Algunos hombres raramente deciden no casarse con quienes sus familias eligen y eso da lugar a romper las relaciones familiares. Pero las mujeres nunca pueden elegir.

Como en otros lugares del mundo las bodas aquí también son un negocio para unos más que para otros pero lo son. Y con el dinero no se juega.

El caso es que ya están casado y felices. Que han pasado su luna de miel en su misma isla pero en la casa del tío , que les ha dejado la lancha para que fueran a la playa , disfruten y se lo pasen bien. Kauthar no sabe nadar y nunca se pondrá un bañador pero está feliz y disfruta de la playa, de la lancha y de su recién marido.

La celebración

Una boda swahili no es un evento social baladí, para nada. Aquí en Lamu las bodas se celebran por todo lo alto. Una boda swahili es mucha boda. Es una boda que dura varios días, es una boda que se celebra varias veces y es una boda que acontece en lugares diferentes. Es una boda que requiere su tiempo de preparación y cuya celebración se consume lentamente. Una boda swahili es todo un acontecimiento.

La celebración de una boda swahili como casi todo en esta isla está invadida por una cultura muy fuerte y por unas costumbres muy arraigadas, y por ello se divide entre hombres y mujeres. Los hombres celebran por su lado y las mujeres por otro lado.

Las mujeres se visten con sus mejores galas e incluso algunas de ellas, se hipotecan en las tiendas para poder lucir ese traje nada discreto, llamativo donde los haya y lleno de abalorios y de brillos. Así les gusta vestir aquí.Así les gusta lucir. Lucir las alegrías y esconder las miserias y la pobreza.

La novia durante la celebración de su boda se cambiará varias veces de traje. Unos trajes y unos gastos que corren a cargo del novio. Porque aquí todavía es el novio el que debe mantener a su mujer y el que debe conceder ciertos caprichosa su mujer y, sobre todo, el que debe poder garantizar que le va a mantener y que le va a poner la casa donde vivirán. El novio antes de casarse estará ahorrando años y años o será su familia quien monte la casa donde vivirá con su esposa una vez contraigan matrimonio.

Si no hay casa, no hay boda. Incluso a veces se abonan determinadas cantidades de dinero a la familia de la novia, porque sí, sin más. Aquí también las bodas mueven dinero. 

Aquí se casan relativamente jóvenes. Las mujeres suelen tener unos 20 años y los hombres quizá un poco mas, pero ambos son jóvenes. Así se convierten en padres jóvenes y pueden tener varios hijos y ampliar sus familias. No está aceptado tener hijos fuera del matrimonio. Una vez casado, es el momento de procrear.

Las familias normalmente son extensas porque en muchas ocasiones la planificación familiar ni existe ni se le espera y porque, mientras que para casarse estudian con detalle el tema financiero, para tener hijos no miran las cuentas bancarias, ni se rascan los bolsillos. En muchas ocasiones se tienen hijos sin planear. 

Ellas bailan, ellos miran

Las bodas se celebran durante varios días. Las mujeres se preparan durante varios días, la pintura sobre su cuerpo, sus brazos y sus pies de henna es su gran obra de arte además de los vestidos que, como decía, cuanto más pomposos y menos discretos, más gustan y más pueden lucir. La boda tiene una parte más privada que se celebra con la familia y una parte más pública. 

La primera parte de las bodas, la más privada, acontece en las casa de ambos. La novia en su casa con las mujeres y el novio en la suya y con los hombres. Celebran por separado. Después de la celebración el novio, acompañado de los suyos, va a casa de la mujer y tiene que adivinar en qué habitación está su futura mujer . Una vez lo adivine ya podrán empezar a formar su nueva familia.

En la parte de la celebración pública, las invitadas bailan y bailan durante horas. La novia sólo hará acto de presencia al final, cuando llega el novio. Ella sentada en un altar espera que el novio aparezca. El momento del encuentro es el más esperado. Una vez juntos posarán ante sus invitados que no paran de hacerles fotos y después de unos 10 minutos posando se marchan de la mano. Los novios ni bailan ni interactúan, solo posan. Esta parte pública la disfrutan más los invitados. 

Las mujeres estarán bailando en círculo, disfrutando y, sobre todo, luciendo sus vestidos y los hombres por su parte intentarán ver cómo disfrutan, celebran y bailan las mujeres.

Y digo intentarán ver porque la celebración de las mujeres se intenta celebrar en un sitio cerrado o poner vallas para que los hombres no puedan ni siquiera mirar, sabiendo desde el minuto uno que es parte del juego y que habrá hombres por todos los lados intentando ver por los agujeros de las vallas, o bien en pisos altos (si la boda se celebra en un patio o en un solar) viendo cómo las mujeres bailan. Algunas bodas que he asistido la celebración pública es en algún solar del pueblo que no se cierra, ni se valla ni se tapa con cortinas pero nunca los hombres bailarán con mujeres. Nunca.

Los hombres miran desde la distancia, las mujeres bailan haciendo círculos o en fila hasta el amanecer o hasta que el cuerpo aguante.

No todas las bodas dan comida a sus invitados pero eso es lo de menos, lo más importante es estar invitados y lucir. En la boda de Abdul y de Kauthar mataron hasta un cordero, hubo comida para todos. Y todo esto sin alcohol evidentemente. Ninguna celebración musulmana se baña con alcohol. 

Asistir a una boda swahili es toda una experiencia. Lo recomiendo de todas todas. A través de este tipo de celebraciones conocemos aún más a su gente con sus culturas y sus tradiciones.

La primera boda swahili que tuve el honor de asistir fue la de mis amigos Manuel y Sumeiya. Fue todo un shock. A partir de ahí, he podido acudir a más de una. Son totalmente diferentes a cualquier boda que hubiera imaginado. 

La semana que viene… ¡más! 

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