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'palabras de miguel'

Miguel Hernández y la poesía que esconde en sus cartas a Josefina Manresa

20/01/2024 - 

VALÈNCIA. Nadie es solo una sola cosa. Miguel Hernández, conocido mundialmente como poeta, era también marido, amante y padre… y lo era muy claramente en la intimidad que compartía con su esposa Josefina Manresa entre sus cartas. En estas le contaba su día a día, le dedicaba palabras de amor y mantenía una correspondencia en la que preguntaba por sus familiares y sus hijos. En ellas también le escribía sobre todo lo que estaba viviendo, el momento en el que estalla la guerra y lo que ve desde la trinchera. Esta intimidad queda ahora al descubierto sobre el escenario de Teatro Círculo, en la obra Palabras de Miguel de La Nona Teatro, un espectáculo homenaje a Miguel Hernández que se lee a través de la correspondencia mantenida con su esposa a lo largo de toda su vida. 

El narrador José Manuel Garzón se apoya en las notas musicales del piano para recitar las cartas que ambos se enviaban durante toda su vida: desde su etapa de noviazgo hasta su llegada a la cárcel de Alicante y su muerte; también analizando su paso por el frente y su detención. Con todo ello sobre el escenario se cuenta la historia de un poeta que sentía, que amaba y que ante todo admiraba la vida. Tal y como lo explica Garzón la historia surge en el momento en el que conocen a Josefina Manresa en Elche y les abre la caja de latón en la que conserva todas las cartas con Miguel. Lo hace dispuesta a compartir esta intimidad con Garzón y mostrar una parte de Miguel que solo ella conocía: “Nos recibió con los brazos abiertos, primero nos abrió una caja de latón -como las de las galletas danesas- y empezó a sacar las cartas que se había enviado con Miguel. Con ello pensando en hacer una especie de recital de poemas con sus textos pero el primer día se alargó a un segundo y un tercero y cuanta más confianza teníamos más cosas nos enseñaba”, explica quien lee las palabras del protagonista a través de su boca. 

José Manuel Garzón (Foto: SANTIAGO NAVARRO)

La intimidad del espectáculo resiste en el interior de las cartas: repletas de anécdotas personales, de poemas muy concretos y de palabras dedicadas entre la intimidad de la pareja. Esta lectura, que se hace en orden cronológico, desvela también al Miguel más enamorado, que Garzón observa desde bien cerca: “Cuando empiezan como novios él intenta cortejarla con sus poemas, se marcha a Madrid a buscarse la vida como poeta y le escribe con cierto coqueteo".

"En estas cartas también describe los altercados de la ciudad y la situación política y violenta, le avisa cuando estalla la guerra y le escribe desde las trincheras”, añade el locutor de este relato. A pesar del momento turbulento en el que se encuentra al poeta se le lee como un “enamorado de la vida” que sin quererlo recitaba todo con el amor y la pasión que hacía también en sus poemas: “Era un chaval muy joven con una vocación increíble por la vida, apegado a la naturaleza y a su tierra. Era una persona muy autodidacta con una voluntad impresionante y con muchas ganas de vivir y escribir por lo que él sentía”, añade Garzón, “en las cartas no tenemos el filtro que se pasa con los poemas. 

“Las cartas que escribe desde la soledad del patio de una cárcel no se repasan, salen del corazón. Descubrimos el Miguel más apasionado e impulsivo a través de sus cartas”; una intimidad firmada con su propio puño y letra. El teatro recibe los textos de una intimidad que no está pensada para ser compartida, pero que permite conocer a Miguel en un tono poético único en el que enhebra versos hasta sin quererlo, escribiendo fragmentos hipnóticos desde lugares como la cárcel de València, momento en el que agarra la tuberculosis y que define de esta manera: “Llevo la ropa y la recibo con los brazos abiertos como si fuera cosa tuya -ropa desinfectada que se imagina que viene de Josefina- hace frío de verdad aquí, al que le da por reír se le queda la risa cuajada en la boca y al que le da por llorar se le queda el llanto hecho hielo en los ojos”.

“Lo que escribe es todo pura poesía”, contempla Garzón sobre este tierno fragmento, “era un hombre enamorado de la vida, de su mujer y de sus hijos pero que poco a poco se frustra al ver la injusticia con la que le trata el mundo que le rodea. Contempla todo lo que le ocurre a él y la España que habita, en las cartas se ve que siempre mantiene la esperanza”. Y esto se refleja en una de sus cartas finales, antes de la muerte, con este tierno poema: “Quise llegar gozoso al centro de la esfera de todo lo que existe, quise llevar la risa como lo más hermoso, he muerto sonriendo… serenamente triste”. 

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