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en la frontera / OPINIÓN

Morant, y el PSPV-PSOE, sumidos en la irrelevancia  

4/08/2024 - 

Casi todos los líderes socialistas autonómicos han mostrado sus máximas reservas, cuando no su frontal rechazo (García-Page, Lambán) al pacto fiscal con Cataluña a tenor de las negociaciones entre Pedro Sánchez y Esquerra Republicana, Pere Aragonés. La presidenta de Navarra María Chivite es la excepción por motivos obvios: el régimen foral de esta comunidad autónoma. Si criticara el pacto catalán sería como echarse piedras en su propio tejado.

Hay otra excepción: la secretaria general de los socialistas valencianos, PSPV-PSOE, Diana Morant, que también ha aplaudido el proyecto de independencia fiscal para Cataluña con argumentos vacuos ("Avanza por el camino de la convivencia") o con argumentos chavistas ("El golpe de Estado fiscal lo está dando Carlos Mazón bajando impuestos a los ricos"). Todo con tal de salirse por la tangente. Leo crónicas y análisis sesudos sobre la posición de la ministra de Ciencia y exalcaldesa de Gandía para llegar a la conclusión, triste, de la hiper-dependencia política de Morant de Pedro Sánchez. Es decir, si la supuesta líder del PSPV-PSOE pusiera el mínimo reparo, como sí lo han hecho en Compromís tanto Joan Baldoví como Águeda Micó, duraría de ministra diez minutos. Y de lideresa regional, 20 minutos. Lo escribo de forma gráfica para que lo entendamos todos.

Morant es una ministra de segunda categoría abducida en el círculo concéntrico de la sumisión. Y la pusieron de secretaria general del PSPV-PSOE, visto ya con perspectiva, por si sonaba la flauta por casualidad. Le bastaba con un prudente silencio, con una ligera apostilla: el proyecto de foralidad para Cataluña no debe fragmentar la solidaridad entre territorios. Una foralidad prevista para 2025 si así lo aprueba el Congreso por mayoría absoluta para introducir una reforma a la ley orgánica de financiación autonómica.

Emerge en este contexto el presidente socialista de Asturias, Adrián Barbón, hablando claro y de forma educada contra el cambalache catalán, la compra de la investidura de Salvador Illa a golpe de talonario del Estado, extremo que hasta hace dos semanas negaban los socialistas, lo mismo que negaron hasta el último minuto una ley de amnistía. No quiero ser apocalíptico pero la esencialidad del PSOE hace aguas intentando explicar lo que no tiene explicación, y a sabiendas de que los partidos independentistas solo tienen un último objetivo más allá de la recaudación de impuestos: referéndum sobre la independencia. Y en medio de este panorama, el líder de Junts,  Carles Puigdemont, el del maletero, jugando a desestabilizar todo/todísimo que se le ponga a tiro, empezando por Esquerra. El PSOE, por una mínima y necesaria profilaxis, debiera mantener distancias de este avispero... o convocar elecciones.

La regeneración del PSOE pasa necesariamente por gentes sensatas como Barbón, más allá de los monumentales berrinches de García-Paje. También los líderes autonómicos de Madrid, Andalucía, Extremadura se han sumado a las críticas de un pacto que no concreta nada, ni siquiera la cuota de solidaridad que aportaría Cataluña al conjunto del Estado para compensar a las regiones más pobres. Diana Morant y María Chivite se han quedado más solas que la una. ¿Cómo es posible que toda la 'inteligencia', incluida la fontanería, que rodea a Pedro Sánchez esté siendo incapaz de medir este descontento? El Misterio del Lago Ness o la resistencia numantina en tal de aferrarse al poder. Y el que venga detrás que arree.

Sufro estos días por mis amigos y conocidos venezolanos que salieron por piernas de un régimen político que han convertido la violencia en algo estructural (la vida no vale nada en Caracas y otros puntos del país), la libertad de expresión en una quimera, y el combate de las desigualdades sociales en mera demagogia: mucha de la gente que huye de Venezuela (casi 8 millones de exiliados) lo hace, entre otras cosas, porque no quiere pasar hambre. Y porque temen por sus vidas.

Al dictador Maduro le da igual ocho que ochenta con tal de mantenerse en el poder y mantener el singular status quo de narco-estado del que se benefician las élites chavistas. Que poca vergüenza. Y Corina Machado escondida en su propio país tras el violento ataque a la sede del frente opositor. Solo la Cuba pos-castrista,  y la Nicaragua del menorero Daniel Ortega apoyan el golpe electoral de Maduro. Más la teocracia iraní, la autocracia rusa, y la dictadura china. Dime con quien andas y te diré quién eres. ¿Van a reaccionar las 'clases medias' del Ejército para que Maduro muestre todas las actas electorales? ¿Un golpe de mano para derrocar al tirano? Es lo que se preguntan los expatriados en estos momentos.

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