La muestra vuelve a explotar su capacidad de acoger tendencias artísticas por disciplinas y añade una Mostra Educativa a sus líneas de representación
VALENCIA. "Existen quejas asimilables por la bisoñez de la muestra, pero en conjunto ha funcionado bien, y debe proseguir con nuevas ediciones, con el respaldo de la pirotecnia y margen de suerte que tenemos los valencianos para improvisar sobre la marcha". Luis García Berlanga intuyó, a la conclusión de la I edición de la Mostra de Cinema del Mediterrani, en 1980, las dos taras estructurales que iban a acompañar al encuentro cinematográfico a lo largo de su extraña carrera. La pirotecnia, porque como conocedor que era de la ciudad sabía que el mecenazgo y el patrocinio privado difícilmente iban a sustentar algo parecido a un festival de cine en Valencia, que tampoco contaba con los mimbres en la época de ser precisamente un referente de la producción audiovisual en Europa aunque sí -cuentan los exhibidores- una buena plaza en el consumo de sala. Por otro lado, aceptaba que la suerte del festival tendría que ver con la improvisación y la gestión del evento, "sobre la marcha". En este caso la Mostra se equiparaba casi con cualquier otro aspecto económico de la sociedad local.
En 2016 el mundo ha cambiado inevitablemente, Europa ha cambiado (o se ha dejado caer) y, sobre todo, el cine ha cambiado: la manera en la que 'se consume' el audiovisual y lo que es y supone la constelación de festivales de cine ha cambiado. El Mediterráneo ha cambiado poco, a su vez, porque desgraciadamente como revela el histórico de la Mostra, de sus temáticas y compromiso a partir del mensaje de buena parte de sus películas exhibidas, sigue en conflicto. Ese sí es el punto de unión con un encuentro cinematográfico que, 36 años después, en la que sería su 37ª edición si el Ayuntamiento de Valencia no hubiera suspendido el suministro de oxígeno esencial (presupuesto) para que se siguiera celebrando, vuelve a programar en la ciudad una visión sobre la 'Cultura y conflictos en el Mediterráneo'.
El lema de la Mostra Viva del Mediterrani abraza entre el 7 y el 16 de octubre más de 80 películas, conciertos, una nueva Mostra Educativa, exposiciones, poesía y otras derivadas artísticas del certamen. Un encuentro plagado de líneas de actuación, que en sus tres primeras ediciones como movimiento asociativo -tras la eutanasia del gobierno de Rita Barberá en 2011- ha tratado de exigir el restablecimiento de la Mostra. Una exigencia que en 2016 ha encontrado una capacidad de gasto e inversión capaz de valorarse como "artillería económica" por la Generalitat e insuficiente de necesidad por parte de los impulsores de la Mostra Viva.
La Mostra, la que tenía como gestor público a Vicent Garcés en su etapa inicial, delegado de cultura del Gobierno de Ricard Pérez Casado en la ciudad durante los años 80, se disolvió en la negociación de los presupuestos municipales para 2012. El ahorro, 1,7 millones de euros que Barberá destinaría a "cosas necesarias", a lo que cabe destacar que a la misma hora de la presentación de la nueva Mostra, la responsable de Cultura de esa partida, la exconcejala María José Alcón, declaraba en la Ciutat de la Justicia por presuntos delitos de corrupción de -entre otros asuntos- contratos de este festival de cine. Ahora, la Mostra Viva, la que tiene al mismo Garcés como presidente de honor y alma mater, cuenta con 100.000 euros de presupuesto para este curso. O sea, 17 veces menos que la Mostra de cine de acción aventuras (un "improvisar sobre la marcha" que duró dos años) y tres veces más de lo que la propia Mostra Viva tenía el año pasado (30.000 euros), tras dos ediciones de reivindicación con 12.000 euros como presupuesto.
El actual montante lo conforman 60.000 euros inyectados desde la Generalitat, 20.000 desde el Ayuntamiento de Valencia, 10.000 más por parte de la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo y una cifra extra y no determinado entre la Diputación de Valencia y otros colaboradores. La aportación de los patrocinadores privados, como la marca de cerveza Turia del grupo Estrella Damm o La Fábrica de Hielo, son en especie, según han asegurado desde la organización del encuentro a este diario. A este respecto, el propio Garcés, admitió que la estructura del festival -con sus 100.000 euros de presupuesto y una red de voluntariado propia- "no tiene suficiente capacidad para activar estos mecanismos en el tejido privado". De hecho, admitió que es algo que deben y aspiran a resolver "en la quinta y en próximas ediciones".
La Mostra existió en su condición onerosa a base de dinero público, surgido de las arcas de la ciudad, en concreto. El discurso de reivindicación del Mediterráneo, de su arte y cultura en común, siempre se vio con buenos ojos desde las filas socialistas, las mismas que lo habían impulsado desde la gestión en aquellos 80, las mismas que han ido haciendo referencias programáticas en estadios como el Turismo o el sector industrial desde su regreso a los puestos de mando y las mismas que ahora han comprendido que merecía una ayuda -la de 60.000 euros- que sitúa al festival como segundo referente de aportación económica en la ciudad en materia audiovisual, sólo superado por ese hermano pequeño de la Mostra que fue Cinema Jove y que ahora es la gran apuesta como festival de cine para toda la Comunitat.
La naturaleza de la Mostra Viva tiene una idiosincrasia propia por la naturaleza de su situación, porque tras la caída del citado oxígeno del Ayuntamiento, desapareció sin remedio. En su resurgir, buena parte de la base ciudadana que quería que la Mostra continuara aproximándonos a las inquietudes intelectuales y sociales del Mediterráneo, no quería que volviera a depender de las instituciones. Así lo expresó una de las asistentes a los cada vez más habituales encuentros de presentación de festivales con prensa y público, en los que las preguntas sobre los detalles del encuentro y las reflexiones de cualquier ciudadano sobre lo que se podrá disfrutar durante el festival se entremezclan aleatoriamente con el metraje de un largo. Independencia frente a la Administración, pero sustento de la misma sin la menor aportación privada hasta esta IV edición de la nueva Mostra.
La Administración, a su vez, hasta esta cifra, no tiene queja por la implicación: "Cultura no interfiere en los contenidos. Confía en el sentido común de los programadores", en palabras de la directora general de Patrimonio y Cultura. Carmen Amoraga, que también habló en su intervención de la nombrada "artillería económica" no suficiente por parte del festival. Con todo, el modelo de Mostra es relevante en cualquier caso para entender qué se ofrece a la ciudad o con qué objetivos cada mes de octubre, en la fecha tradicional de aquella Mostra que pese a sus presupuestos no supo posicionarse durante los 90 como festival de referencia ni siquiera en España (mientras se escapaban San Sebastián, Gijón o Valladolid y explotaban Málaga o Sevilla).
Hasta que ese plano se enfoque, con una parte del tejido ciudadano reclamando independencia de las instituciones pero a su vez con el ánimo incandescente de recuperar la Mostra con todo su músculo, este año, de nuevo, otra vez, la Mostra, con sus 100.000 euros de presupuesto será "de transición", según Vicent Tamarit, principal responsable del festival como presidente de la Associació Mostra Viva. El apellido "de transición" ya sonó al menos en las presentaciones de las dos anteriores ediciones, aunque desde la organización se elude concretar cual sería la cifra y modelo ("las limitaciones económicas son reales") concretos que resolverían esta etapa de una nueva Mostra en tránsito.
El festival este año inicia, además de seguir nutriendo sus numerosas líneas de programación, un ciclo de expansión por las comarcas de la provincia. Algo que, según Garcés y el resto de responsables de la Mostra, es otro objetivo a cumplir. En este caso, habrá un ciclo en Ontinyent De todo ello hablaron este viernes en el Centre Cultural La Nau este viernes en la presentación del evento, con el vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València (UV), Antonio Ariño como anfitrión desde una institución que también les ha mostrado su apoyo..
La IV edición, que luce un cartel creado a partir de una cesión de Javier Mariscal, incide frontalmente en la reflexión y análisis a partir del arte sobre los conflictos en el Mediterráneo. Para ello, la organización ha coordinado nada menos que once espacios para todas sus actividades, entre los que se encuentran la propia Nau de la Universitat de València (sede principal), el MuVIM, el IVAM, el Palau de la Música, el monasterio de San Miguel de los Reyes o la citada Fábrica de Hielo (junto a la Malvarrosa), entre otros.
Del lado audiovisual, Mostra Viva exhibirá durante su certamen 69 largometrajes y 19 cortometrajes (con un ciclo propio), de los que 46 son españoles, de ellos 21 producidos en la Comunitat y 27 dirigidos por mujeres. Además, ha programado cuatro conciertos, dará cabida a espectáculos de circo y a seis narradores, tendrá cuatro exposiciones con la participación de 23 artistas visuales y una veintena de expertos integrarán los cuatro principales debates. La principal condición de todo ello es que, limitado únicamente por el aforo de sus sedes según el caso, la entrada a toda la oferta de Mostra Viva es gratuita para el público. Esta decisión, esta postura, distingue al festival y tiene una marca determinante en el modelo del mismo.
Con todo, el propio Tamarit explicó que la programación está "muy volcada" con el cine de la Comunitat, ya que alrededor del 20 por ciento de las películas son valencianas y en todos los ciclos hay al menos una representación local. Son especialmente atractivos tres ciclos del festival en este sentido: 'Valencia Film Location' que conecta con la inquietud por parte del Ayuntamiento y de la Valencia Film Office de mostrar a la ciudad como plató de cine. Volverán así a la gran pantalla valenciana películas como El chico que robó un millón (Charles Crichton), La mala educación (Pedro Almodóvar) o la reciente Tomorrowland (Brad Bird). Tanto o más importante es una de las novedades del año, el ciclo 'Screening Cinema Valenciano' que sirve para estrenar algunos títulos de la ciudad, entre los que destaca la posibilidad de ver La madre (Alberto Morais), entre otras. En este ciclo también se exhibe la película La familia, de Giovanna Ribes, una de las vicepresidentas de la Mostra. El año pasado el propio Tamarit inauguró el festival con su documental L'Ovidi: El making of de la pel·lícula que mai es va fer, lo que deja claro en conjunto que sus organizadores no tienen complejos a la hora de presentar sus propios trabajos en el encuentro, un rasgo singular de Mostra Viva. Es también interesante el ciclo 'Cine Valenciano' que, sin ser películas de estreno, recupera algunas de las producciones más recientes del audiovisual valenciano y entre las que pueden sobresalir La distancia más larga (Claudia Pinto) o Naranjas de la China (Pedro Pérez Rosado).
La propia Ribes destacó el ciclo homenaje al cineasta Enrique Navarro, otro a Ettore Scola, otro sobre cine musical, con una mirada al Sáhara, Palestina y Kurdistán, uno más sobre Cineastas Mediterráneos pero con este mar reflejado desde el punto de vista de género, también la radionovela L'últim lleó de Blasco Ibáñez, o los films premiados con los Lux del Parlamento Europeo, entre otros.
La vicepresidenta de la organización, Maite Ibáñez, presentó las propuestas vinculadas a la literatura, la música, la escena, las artes plásticas y la educación artística. Entre ellas, cuatro jornadas de música con tres conciertos nocturnos en el Palau de la Música y uno matinal en La Nau, además de las propuestas de escena se concentrarán en el MuVIM y estarán centradas en el lenguaje universal y mediterráneo y el de circo, con talleres de circo familiares y la actuación del Circo de Elefante, que elabora teatro social o en el apartado de narración oral, con cuentacuentos, una mesa redonda y un debate.
Por otro lado, habrá una representación sobre el drama de los refugiados en La Fábrica de Hielo a cargo del grupo de CEAR (Comité Español de Ayuda al Refugiado), mientras que en lo que respecta a las artes visuales, en colaboración con la Universitat Politècnica de València (UPV), se impulsa la exposición colectiva y multidisciplinar 'Mar de Murs', como "un lugar para reflexionar", o una videoproyección con textos de Cavafis y Lluís Vives sobre la paz y la guerra.
Además, se incluyen en el programa tres exposiciones de fotografía, actividades sobre inclusión e interculturalidad a través del cine para estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato entre semana y el fin de semana para familias, y debates entre artistas y ciudadanos "o con la participación de refugiados".
Con todo el menú servido y disponible a través de su web, otras instituciones quisieron estar presentes en la presentación. Por ejemplo, la concejala delegada del área de Cultura Glòria Tello, que aseguró que "el Ayuntamiento cree que Valencia necesita una Mostra y siempre estaremos ahí". Cabe destacar que la Mostra es una de las tres iniciativas no gestionadas por el propio Consistorio de la ciudad en materia de cultura que ha recibido una ayuda directa (los mencionados 20.000 euros) junto a Tercera Setmana y el festival -también del audiovisual- DOCs, que se espera celebre su primera edición en cuestión de semanas.
Por suparte, para Ariño la Mostra Viva ha dado un "salto cualitativo en lo que ya era una gran Mostra" debido a que han contado con "más capacidad de maniobra" gracias al apoyo de la Generalitat y el Ayuntamiento.