VALÈNCIA. Ángel Stanich vuelve a València tras más de dos años sin actuar en la ciudad con su nueva gira y el adelanto de su cuarto álbum, 'Os traigo amor’. Lo hará junto a Anouck The Band en la primera edición de Celebra València, una colaboración entre Serialparc y Jardi Electrònic que tendrá lugar el próximo 12 de julio en el Parc d´Orriols. Culturplaza habla con el músico en un momento clave, pues se encuentra trabajando en su próximo, y muy esperado, nuevo plástico, un momento para mirar al futuro pero también para repasar su historia y discografía pregunta a pregunta.
- Conociste a Javier Vielba (voz y guitarra de Arizona Baby) en Valladolid, y a partir de ahí nació una amistad que cristalizó en la grabación de tu primer disco, Camino Ácido (2014). Vayamos a la génesis. ¿Cómo comenzaste en la música? ¿qué bandas o grupos te gustaban antes de comenzar tu proyecto musical?
- Comencé como oyente, es lo suyo, ¿no? Lo natural… No empecé a ser —digamos— ponente hasta que supe aglutinar mis pocos talentos, todos esos discos más que oídos (escuchados y rayados), y una pizca de valor… Un valor inicial, muchas veces — digamos…— patrocinado por alguna destilería. Básicamente, entre el Café Teatro y el Open Mic de Pucela fui aprendiendo, sobre todo de mi Vielba, maestro y catalizador. Yo, aún imberbe, ya era extrañamente fan de Dylan, Springsteen, Tom Waits, Neil Young, Fleetwood Mac o Supertramp… Sin olvidar a Elvis, Chavela, Radio Futura o Camarón.
Vielba me llevó prácticamente de la manita a conocer mucho más allá, empezando por Robert Johnson y acabando quizá por Mark Lanegan y sus Screaming Trees, en noches no exentas de exotismo (mucha cumbia, por ejemplo) y frikadas (mucho APM?).
-¿Cómo surge la idea de ese primer trabajo Camino Ácido? Me encanta ese elepé, muy claro, lisérgico y con unos teclados y bajos magníficos, ¿cómo fue aquella grabación?
- Primaria y primeriza, en todo sentido. Esconde errores, cosas que posteriormente no harías así… Pero este disco iniciático esconde también una cualidad inherente imposible de emular: encanto. Por eso encanta, te encanta, y me encanta que así sea. Como suele decir mi compañero Carlangas: “somos unos románticos”.
- ¿Le sorprendió el éxito de la canción, Metralleta Joe, o del álbum, que estaba algo fuera del canon del indie de la época?
- Pues no tengo ni idea, (risas) Pero creo que esta canción presentaba tanta pelea que difícil que pasara desapercibida. Estar fuera del estándar del indie es mi zona de confort, sigo estándolo… Además: un género que se autodenomina indie debería huir de un canon… Vamos, ¡digo yo!
- A pesar de que se mantenía un poco al margen de los medios, realmente fue un debut muy celebrado, ¿por qué vino luego, tan rápido, un EP en acústico como Disparar a un hombre en Reno (2014)? En directo eres un torbellino de intensidad y agitación, ¿no pensaste grabar un directo en algún concierto más eléctrico (aunque el Ep me parece fabuloso?
- Este —vamos a ver…— humilde “unplugged” del que hablas tuvo más razón de ser como producto casi divulgativo: que la gente me viera y conociera mis modos de forma muy desnuda, en un formato no muy alejado del que llevaremos este sábado al parque de Orriols. Por entonces, se trataba casi de ponerme cara. Hoy, recuperar estos formatos tan básicos me suponen un hermoso desafío.
- Publicas dos Ep más, Cuatro Truenos cayeron (2015) y Siboney (2017), antes de tu nuevo elepé, Antigua y Barbuda (2017), ¿te sentías más cómodo publicando eps de cuatro canciones más que la creación de un disco largo? ¿hay más libertad en un epé que en un elepé?
- Aquí la razón es todavía más funcional: al grabar, nos hemos topado casi siempre con más canciones de las que puede contener un vinilo LP (invito a quién quiera a ver los minutajes de mis discos, y compare), así que dosificar 4 o 5 temas en un EP me ha servido para no dejarme nada dentro… Nada que no quisiera guardar, que siempre hay canciones en el baúl. Es cierto que hemos destinado a veces los epés a canciones más abiertamente de protesta, sátira y actualidad, pero libre me siento en cada tema… Si no, no salen de ese baúl piqueriano.
- Tus letras, siempre directas e inteligentes, están cerca de la actualidad, ¿cómo es el proceso de creación de las canciones? En los epés tiene esas letras más cercanas a la actualidad, ¿contar la historia actual también es un ejercicio de situar su música en este periodo concreto, algo así, entre comillas, como un cronista?
- Pues eso es, algo así como un cronista musical, lo que sería un juglar moderno. Confieso que ahora mismo no estoy mucho en este ejercicio, cansado quizá del día de la marmota al que nos condenan medios y políticos… Desasosiego, como Pessoa. No quiere decir esto que me vaya a callar ahora lo que sienta que tengo que decir. Como ya sabía el más grande: la respuesta está en el viento. Es ejercicio también de cada una y cada uno dejar que nos dé en la puta cara.
- Rock, indie, folk y blues, ¿es difícil combinarlo todo y que sea tan orgánico?
- Para mí, al menos, no. Sólo busco lo que me gusta, no pertenecer a ningún club. Lo que decía Groucho, vaya…
- Sus letras tienen un componente de humor casi negro y surrealista, ¿es difícil encontrar la letra exacta para decir algo, no ofender y ser divertido pero incisivo? ¿Por qué cree que hay tan poco humor en la “música seria”?
- Bueno, creo que esta primera cuestión responde a la segunda: es difícil. Eso va a ser… Pero yo no me puedo tomar nada en serio si carece de humor, porque no conozco mayor manifestación de inteligencia. Y, aunque no sea yo muy inteligente, creo que Berlanga —por buscarme de aliado un valenciano universal— estaría conmigo en este espíritu.
- En la canción, Escupe Fuego habla desde el humor de ese momento de ruptura cuando la otra persona vuelve a tener pareja, a mí que sea más alto también me fastidiaría (es broma), ¿fue una sorpresa que esa canción llegará tan alto?
- Diría que no demasiado: cuando las canciones te salen tan del pecho, la confianza en ellas de algún modo crece. Y si luego no calan o triunfan, también te da un poco más lo mismo. De ahí mi empeño siempre en hacer lo que me salga de la chufa.
- Dando un salto, en 2021 publica su último elepé, Polvo de Battiato (2021), un título que mezcla, con una sorna increíble y marca de la casa, el postre de su abuela, polvo de batata y el genio italiano, ¿quedan artistas como Battiato o Julio Iglesias (de quien sé que es seguidor)? ¿Se han perdido esas figuras o se han convertido en memes?
- Muy agradecido por lo que a mí respecta, pero, venerando a ambos, me parece bastante disparatado cuasi comparar a Julio Iglesias con Franco Battiato... Sería como equiparar una jugosísima naranja con un naranjo único, genuino. El meme es necesario como sustituto del chiste, así que si hoy no encontramos “frutos” tan sabrosos como en los “árboles” de antaño no es por las risas… Habrá que trabajar más la “tierra” (¡digo yo!), y que los grandes “terratenientes” discográficos no sólo quieran tener más “tierras”.
- He leído que estás en medio de tu última grabación, ¿seguirás por la misma línea que tus anteriores trabajos o estás trabajando en nuevos sonidos y propuestas musicales? ¿será elepé o epé?
- Seguiré la misma línea, que es seguir buscando también eso nuevo que a la vez me traiga de vuelta a casa, no sé si me explico… jajaja Será LP: esta vez quiero ir del tirón a lo mollar, aunque iremos poquito a poco, soltando adelantos. Ya ves que en mí —como en cualquiera— todo es naturalmente contradictorio.
- Estudiaste periodismo y he leído que uno de tus sueños era poder ser comentarista de la NBA, ¿te sigue interesando el periodismo deportivo o hay alguna otra rama que te gusta ahora más? ¿algún equipo favorito?
-Me hubiera encantado ser comentarista de la NBA, un horario que también me favorece… Pero no lo haría ni parecido de bien que Antoni Daimiel, auténtico referente de lo que para mí es periodismo deportivo. Simpatizo con los Knicks, aunque también me hice de los Lakers por Kobe… Y porque en España soy del Unicaja y del Atleti: los chicos tristes y solitarios también queremos, de vez en cuando, levantar alguna copichuela… Amunt con eso por aquí.