Música y ópera

Caro Kann, una jugada maestra de música, performance y experimentación

Este nuevo proyecto artístico está integrado por María Gea, bajista de La Plata; Pepet, cantante de Finale; Miquel Martínez y Juan Ortiz, de Fantastic Explosion, y la pianista de música clásica contemporánea Marina Delicado

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VALÈNCIA. La Defensa Caro-Kann es una estrategia ajedrecística que podríamos visualizar como un conductor que toma una ruta alternativa para evitar el tráfico. En lugar de lanzarse de frente a la batalla (como hacen otras aperturas más agresivas), las piezas negras prefieren construir su camino con calma, reforzando su posición antes de tomar decisiones arriesgadas. Es como alguien que, en lugar de seguir un camino ya muy congestionado, se sale del carril, pero asegurándose previamente de tener un plan sólido.

 

Esta traslación metafórica nos viene muy bien para hablar de un nuevo proyecto nacido en Valencia e integrado por María Gea, bajista de La Plata; Pepet, cantante de Finale; Miquel Martínez y Juan Ortiz, de Fantastic Explosion, y la pianista de música clásica contemporánea Marina Delicado. Músicos peculiares, con muchas tablas y bastantes ganas de escapar de las etiquetas del pop.

Lo primero que hemos de saber de Caro Kann es que la música comparte protagonismo con el arte de la performance. Tanto es así que, en lugar de presentarse al mundo por medio de un disco, lo han hecho a través de un video documental que registra un directo grabado en diciembre de 2023 en La Albufera, un nuevo espacio cultural situado en la población de Sollana y consagrado a la música y las artes de vanguardia de la esfera underground valenciana.


Más que un videoclip o un live al uso, esta pieza se aproxima más bien al concepto de video-arte. Grabada por el artista audiovisual Nacho Errando y por la teclista y principal responsable junto con María Gea de la línea estética de La Plata, Patricia Ferragud, esta cinta de 30 minutos de duración contiene todos los ingredientes que definen a Caro Kann: la conjunción de performance e improvisación sobre canciones concebidas como estructuras musicales flexibles; el peso concedido a la escenografía y la indumentaria, y también el carácter colaborativo del proyecto, abierto a integrar puntualmente a otros artistas multidisciplinares de su entorno cercano. En este video, por ejemplo, la propuesta escenográfica ha contado con la colaboración del artista plástico Abel Iglesias (Lleida, 1994), y Diego Escriche, cantante de La Plata, asume el papel de técnico de sonido.

A Pepet le vemos casi siempre en el centro de la escena, gritando, aullando, retuerciéndose y arrastrando su cuerpo sobre la superficie de una trama de escaques roja y negra. Una montura de caballo, colgada por una cuerda desde una de las vigas de la nave industrial donde se desarrolla este concierto-perfomance, nos recuerda a la línea de trabajo sobre el paisaje rural valenciano que Pepet desarrolla también en su faceta como artista plástico (hablamos de ello hace un año en Culturplaza con motivo de la instalación que presentó Pepet en el Espacio Lluna). 

“No queríamos otro proyecto de pop o punk”

Al igual que hacen las piezas negras en la jugada de ajedrez mencionada al inicio de este artículo, los miembros de Caro Kann no se han lanzado a experimentar al tuntún. Cada uno de sus miembros, de forma individual, llevaban ya tiempo comprometidos con esa aspiración experimental que siempre atraviesa las mentes más aguerridas de cada generación. Ese interés genuino por salirse del carril común y abrir senderos propios y tortuosos -con el riesgo que comporta de toparse a menudo con callejones sin salida-, se manifiesta en corrientes musicales y estéticas tan diferentes entre sí como Fluxus, la No Wave neoyorquina de los setenta, la NSK (Neue Slowenische Kunst) o la obra de Genesis P. Orridge. Y, sí, también conecta de alguna manera con el espíritu de Caro Kann. 

Musicalmente, el nuevo proyecto valenciano vehicula su discurso a través de una yuxtaposición de estilos que no dan como resultado ninguno en particular. Tiene un poco de no wave, de jazz, música clásica contemporánea y de math rock (Miquel, guitarrista y saxofonista, además de gran aficionado al ajedrez, es matemático). 

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“No aspiramos a no parecernos a nadie, porque eso es imposible. Tenemos unas influencias muy claras -comenta Pepet-. Lo que sí sé es que un grupo como este solo se podría haber creado con este tipo de personas”. “Somos gente abierta a jugar con todo -añade Juan, baterista de Caro Kann-. Contamos con Marina, que es pianista profesional que empezó en la clásica pero que desde hace unos años está super metida en la clásica contemporánea. Y luego Miquel, que nos sorprende un día tocando un saxo, que es un instrumento que no tocaba desde pequeño. Se puso a aprender de nuevo durante unos meses sin decirnos nada… ¡y resulta que toca que flipas!”. “Están las referencias al jazz de los teclados y el saxo, y de repente yo las mezclo con percusiones de hip hop y de dubstep. Vamos, que hacemos lo que nos apetece, utilizando la formación y las influencias previas que tenemos cada uno de nosotros”. 

“Teníamos claro que queríamos alejarnos del formato de banda convencional y apostar más por el formato de grupo artístico”, apunta María. “Mi motivación era crear un proyecto diferente con gente muy versátil a la que le gusta jugar y experimentar, sin pretender inventar nada. Recuerdo que una de nuestras primeras referencias de partida fueron los Lounge Lizards, pero a partir de ahí ha salido de todo”

No hay canciones cerradas

“La idea de presentar una película de media hora en lugar de un disco es deliberada. Queríamos alejarnos desde el principio de la idea de grupo de música convencional.  -añade Gea-. No tenemos canciones cerradas, sino un diálogo continuo entre la música y la performance. Funcionamos por módulos o partes que son la base sobre la que luego improvisamos o sobre la que hacemos bucles, dependiendo de lo que veamos que está haciendo Pepet en ese momento en el escenario. No es que nos neguemos a fichar por una discográfica o a hacer conciertos en salas; podemos adaptarnos en algún momento determinado, pero nuestra idea de lo que es Caro Kann es lo que aparece en el video. Nos gustaría dirigir el proyecto hacia otro tipo de circuitos más artísticos, entrar en festivales de artes escénicas o música de vanguardia y optar a becas o residencias artísticas que nos permitan seguir investigando”.

“Yo tampoco quería hacer nada parecido a Finale -corrobora Pepet-. A mí Caro Kann me ha dado la oportunidad de centrarme en la parte de la performance, que es algo que quería hacer desde hace mucho tiempo. Me apetecía salir de mi papel de Pepet en Finale. Por eso me pinto la cara, para ayudarme a transformarme en otros personajes”. 

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Además de la vocación musical innovadora, los proyectos en los que se involucra María Gea, ya sea La Plata o Alfa Estilo -el grupo, ya extinto, que compartía con José Pazos y Diego Escriche- siempre se han distinguido por la construcción de una imagen disruptiva y potente. Cualquier decisión estética que se aplique a sus grupos, ya sea la indumentaria, un videoclip, una sesión de fotos, el artwork de un disco o un simple post de Instagram, viene precedida de largas reflexiones e incluso debates en el seno del grupo. Caro Kann supone todavía un paso más allá.

“Estamos todavía en el proceso de desarrollo de la imagen de Caro Kann, pero por ejemplo es verdad que ya hemos diseñado algunas piezas de indumentaria que hemos ido en cada bolo. El concepto del ajedrez nos funcionaba muy bien a nivel estético de cara a construir la imagen del proyecto, porque además es admite muchas capas de lectura. En cualquier caso, la elección del ajedrez no es arbitraria, porque la verdad es que Miquel es un gran jugador, Pepet jugaba mucho cuando era pequeño, y yo he empezado a aficionarme también”. 

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