VALÈNCIA. En 2018 Abel Iglesias (Lleida, 1994) agitó la escena cultural valenciana desde su base. En realidad desde un poquito más abajo. El creador realizaba su primer proyecto expositivo, Enter the gap, en el que mostraba una serie de estructuras hinchables de hasta cuatro metros de altura a un selecto grupo de visitantes convocados por redes sociales. La clave para entrar: discreción. Iglesias desplegó su trabajo en la entonces llamada T2 de Metrovalencia, la estación de metro 'fantasma', un espacio en desuso que convirtió en su primera galería. Aunque se trató de un proyecto efímero -quizá que no tuviera permiso tuvo algo que ver-, la muestra sirvió para que no pocos recordaran su nombre. Un par de años después de Enter the gap vuelve a inaugurar, aunque de una manera distinta. Y no solo por la limitación de aforo y gel hidroalcóholico, que también. Iglesias inaugura este jueves en Galería Punto (C/Burriana, 37) No home, un proyecto que, como tantos otros, quedó en pausa con la crisis sanitaria. Si bien estaba prevista su apertura el pasado 12 de marzo, el confinamiento obligó a retrasar los planes, un parón de varios meses que alimenta la reflexión en torno al proyecto expositivo.
"La lectura no ha cambiado [con respecto a antes del confinamiento]. Esta exposición habla de un espacio emocional, una sensación que no solo tiene que ver con la casa, sino con la inseguridad. Lo que ha pasado, de hecho, va de la mano con lo que quería expresar. De repente esto ha estado expuesto mientras estábamos confinados. Supongo que quien bajase a comprar vería las piezas, pero poco más. Que no se pudiera visitar, esa incertidumbre, refuerza el mensaje original", explica Iglesias en conversación con Culturplaza. Esta muestra habla del concepto de habitar, una idea de hogar que ha tenido mucho protagonismo durante estos meses de encierro pero que, en el caso de Iglesias, va más allá del aspecto físico. Hablamos del "hogar emocional" de una generación sacudida por la incertidumbre. Quizá por esto el punto de partida de la reflexión está marcado por la negación: no hablamos de home, sino de no home.