ESCAPADAS HEDONISTAS

Necesitas escaparte y comerte Tarragona

cabecera

Porque lo tiene todo. Historia, Mediterráneo y una escena gastronómica de lo más trepidante.

| 24/02/2023 | 5 min, 46 seg

La antigua Tarraco fue una de las urbes más importantes del Imperio Romano. Pocas ciudades pueden presumir de tener una relevancia a nivel histórica y cultural tan grande como Tarragona, con ese solemne anfiteatro que ha sobrevivido en el tiempo. Nosotros los sabíamos y fue a principio de año cuando el hype por Tarragona creció a niveles insospechados. 

¿La razón? Que fue una de las ciudades elegidas por el todopoderoso New York Times. La publicación estadounidense, lanza su ya famosa lista '52 Places to go in 2023'. Entre destinos tan exóticos como Kerala o Bután, se colaron dos ciudades españolas, Madrid y Tarragona. La primera ya sabemos que está a la alza en todo lo que a turismo se refiere y la segunda, bien merece estarlo, porque viviendo a veces a la sombra de Barcelona, aquí se lo han ganado por derecho propio.

Está a apenas dos horas y media en coche desde València y ¿quién no necesita escaparse de vez en cuando? Prepara una maleta porque nos vamos a conocer a la niña bonita de la Costa Daurada.

La ciudad de la salsa romesco es también de costumbres culinarias arraigadas 

Tras un paseo para conocer todos los vestigios romanos de la única ciudad Patrimonio de la Humanidad de Cataluña, vamos a dedicarnos a lo que más nos gusta en esta casa, el hedonismo. Y aquí lo vamos a practicar en materia gastronómica. ¿Sabías que fue aquí, concretamente en el barrio marinero de Serrano, donde se inventó la salsa romesco? Sí, esa en la que mojas calçots en esta época como si no hubiese un mañana. Antaño sirvió como aderezo al pescado guisado por los pescadores del barrio. De ahí surgió uno de sus platos más famosos, el homónimo romesco, un guiso de pescado con esta salsa a base de pimiento choricero, ajo y avellanas. 

El barrio marinero es también en lugar perfecto para probar todos estos guisotes marineros. Y se hace en restaurantes como el reconocido Cal Joan, un lugar donde se rinde homenaje a la cuina marinera y tradicional, Xaloc en primera línea de mar con vistas a los barcos amarrados en el puerto, donde preparan la receta clásica con rape, mejillones, cigala y patatas o La Xarxa, un espacio familiar, que ha pasado de padre a hijo y en el que es el propio padre el que sigue faenando con su barca para traer lo mejor del mar a la mesa. En todos ellos preparan también fantásticos arroces. 

¿Más costumbres culinarias tarraconenses? La hora del vermut. Cómo para no serlo, siendo esta y la vecina Reus, una de las cunas del vermut en el país. La tradición de 'fer el vermut' los domingos es algo de lo más arraigado aquí y lo sirven perfecto en La Vermutería del Fórum. Allí entre ruinas romanas, puedes pedirlo por vasos o botellas y acompañarlo de las que muchos dicen que son las mejores bravas de la ciudad, con una salsa secreta que guardan bajo llave. 

¿Otro imprescindible? Los esmorçars de forquilla. Y en base a esto, aquí se ha constituido un verdadero templo en la Parte Baja de la ciudad, el Bar Cortijo. Diligentemente regentado por los hermanos Masegosa, cada día son decenas los que se acercan allí para empezar el día de la forma más contundente. Y lo hacen a base de escabeches, tortillas, cazuelas de carne, callos con garbanzos, caracoles y hasta un romesco con pies de ministro. Todo ello regado por una de las tendencias al alza en esta ciudad, los vinos naturales. 

¿Es Tarragona entonces el paraíso de los vinos naturales?

Hilando con lo anterior, tenemos que hablar de los vinos naturales. Cataluña bien puede ser la comunidad a la cabeza en la elaboración de estos vinos de baja intervención, ya sean naturales o biodinámicos y resulta curioso que muchos de sus restaurantes de hayan especializado en la tendencia. Alcanzan su máxima expresión en el que posiblemente sea el restaurante más interesante de toda Tarragona, el Cup Vell, una verdadera oda vinícola a esta tendencia. Cuando llegues, no sabrás que lo has hecho. Y eso es porque no hay nada en la calle que anuncie que tras esa puerta sin cartel, se esconde una verdadera joya para los hedonistas.

El proyecto de Pau Feliu y Alberto Pontón podría ser un speakeasy, pero a ellos les gusta definirse como una taberna gastronómica de barrio. Aquí no hay carta y el menú cambiar a diario. Lo que sí te aseguras es la creatividad que da trabajar cada día con algo nuevo y que vas a comer producto de mercado y temporada cien por cien. 

Y aunque no es fijo, por su mesa desfilan navajas del Delta del Ebro, gambas de Tarragona, verduras y pescados, a los que dan un punto espectacular, respetando el producto, pero haciendo con él platos fantásticos como unas lentejas negras con tinta de calamar. Lo que sí suelen repetir y ofrecen para terminar su menú cerrado, es un rossejat que ya es emblema de la casa, con apenas medio dedo de grosor y para comerlo directamente de la paella. 

Y un hotel junto al mar para digerirlo todo 

Semejante festín no puede sino terminar junto al mar. Ya sea con el paseo que has de darte hasta el Balcó del Mediterrani, por la playa o en un hotel con vistas al mar. Y qué vistas. El recién renovado H10 Imperial Tarraco is the place. Y lo es porque lleva siendo un estandarte desde hace muchos años. ¿La razón? Como dicen los ingleses, location, location, location. Está en una ubicación privilegiada, alzándose cara al mar y con el anfiteatro a sus pies. 


Si esto ya nos gusta, más lo hace el lavado de cara que aprovecharon para darle durante la pandemia. Confiaron en Lázaro Rosa-Violán para crear un lugar más mediterráneo si cabe. Las habitaciones han crecido en tamaño y todas miran al mar, desde los balcones, a la decoración, con esos colores que nos hacen descansar tan bien y nudos náuticos a modo de cabezal. ¿El secreto mejor guardado? Su azotea, a la que han llamado Caelum. Allí te esperan una piscina, zona de hamacas y un bar para tomar algo mientras pones las miras en el Mediterráneo. Necesitas escaparte a Tarragona. ¿Lo ves ahora? 

Comenta este artículo en
next