VALÈNCIA. Lo peor que le podría ocurrir a esta Comunitat, después de lo padecido, sería no aprender de ello. Pero para aprender hay que entender, hay que querer escuchar y sobre todo hay que renunciar a determinados proyectos y planes urbanísticos que son incompatibles con la seguridad de las personas en esta situación de emergencia climática que padecemos.
Las lluvias torrenciales padecidas en la DANA junto con la sequía extrema vivida durante el año son las dos caras de la misma moneda. El cambio climático ya forma parte del presente y hoy tiene rostro de barro, pero sus caras son múltiples.
Es por ello que tanto la Agencia Valenciana contra el Cambio Climático como la Unidad Valenciana de Emergencias, dos entidades calificadas como “chiringuitos” e innecesarias por el PP, solo para desprestigiarlas y eliminarlas, eran instrumentos clave impulsados por el Gobierno del Botànic para gestionar de manera coordinada toda una administración, tanto para adaptarse al cambio climático como para prevenir y hacer frente a las emergencias cada vez más extremas, especialmente las inundaciones.
Cuando hablamos de políticos negacionistas del cambio climático, que es tanto como negar que hay un Sol, no queremos decir que no sean conscientes de que algo está ocurriendo. El problema es que no les interesa atender a la realidad que padecemos y poner freno a determinadas políticas que buscan el negocio a toda costa. Por ello, con sus soflamas negacionistas tratan de evitar y/o anular la percepción social del riesgo para poder seguir ejecutando sus políticas depredadoras del territorio. Así, su negacionismo está estrechamente asociado y vinculado a su “negocionismo”. Y ahí está la gran alianza PPVOX, en ocasiones acompañada por el PSOE que también mira con buenos ojos proyectos urbanísticos que arrasan el territorio, como l´Horta, la ampliación del puerto de Valencia o el Manhattan de Cullera, sin entender (o atender) que el cemento no absorbe lluvia y la tierra sí, que construir en según qué sitios pone en riesgo la vida de la gente.
El problema es que nos gobierna un perfil de políticos que se niegan a adoptar medidas preventivas o de adaptación, pues entre la seguridad de muchos y el dinero de unos pocos siempre eligen el dinero. De ahí que la DANA no haya sido suficiente para paralizar la reforma legal del PP y Vox que permite construir a 200 metros de la costa y ahora quieran construir en zonas inundables donde estaba prohibido por el PATIVEL. Son realmente un peligro para nuestra seguridad, con Mazón a la cabeza.
En ese sentido, si analizamos las nuevas incorporaciones al Consell vemos que ninguno de los perfiles tiene conocimiento alguno sobre el cambio climático, es más, en la batalla del relato la ciencia ha sufrido duros embistes de Mazón y su séquito negacionista.
No hubiera sido mala idea aportar algo de conocimiento científico sobre la materia a un Consell que ha errado tanto en esta cuestión, desoyendo a la comunidad científica de manera reiterada. En plena alerta roja, con pueblos inundados, carreteras cortadas y personas desaparecidas, todos los consellers mantuvieron su agenda, porque ¿dónde estaba el Conseller de infraestructuras y medio ambiente mientras la DANA arrasaba la Albufera, carreteras y puentes? ¿y el de agricultura mientras los campos se inundaban? ¿y la de bienestar social mientras las personas mayores se ahogaban en las residencias? ¿y el de sanidad mientras los centros de salud se inundaban? ¿y la de industria mientras los polígonos eran arrasados?
La opción más llamativa de Mazón ha sido la de nombrar a un militar jubilado que antepone el dinero a la urgencia de ponerse manos a la obra, aunque ahora lo niegue vista la indignación generada. Pero es evidente que no dice la verdad pues acto seguido afirma que tiene “derechos retributivos consolidados”, algo totalmente falso. Mazón acepta pagarle lo que cobraba en su puesto, antes de jubilarse, por un trabajo totalmente distinto al que ocupa en la actualidad, solo por lucir unos galones que no nos van a salvar de nada, pero con los que Mazón intenta salvarse él mismo. Está claro que el incremento de sueldo era una condición sine qua non para ocupar el cargo de conseller, pues su nombramiento se retrasó una semana hasta tener listo el Decreto en el que juntan su incremento salarial con las ayudas de la Dana: sin rubor alguno, el dinero lo primero. Una persona que ha tardado un mes en visitar la zona O.
Por otra parte, el PP ha pasado de decir que la Unidad Valenciana de Emergencias era innecesaria a crear una Conselleria exclusivamente para emergencias, en la que nombra como Secretaria Autonómica a la mano derecha de Serafín Castellano, conseller corrupto confeso del “cártel del fuego”, admitiendo que aceptó sobornos a cambio de repartir los contratos de algo tan sensible como la extinción de incendios.
Así, desde hace una semana hay un conseller coordinador de la emergencia y un conseller de emergencias, nombramientos imperceptibles en los territorios de la zona 0, donde sigue reinando el caos, los parkings y negocios están llenos de barro y lodo, las ayudas no llegan y la desesperación e indignación se suma al hartazgo colectivo, mientras la comida donada caduca por la falta de coordinación del Consell.
Mención aparte merece el Conseller de Educación, ese que antepone irse a Alicante con su familia a acudir a Massanassa donde ha fallecido un trabajador en tareas de limpieza de un colegio con riesgo de derrumbe. Un trabajador que nunca volverá con su familia. La Conselleria está reclamando a los centros educativos que reciben donaciones que se las entreguen a la administración, cuando ésta no está aportando soluciones, ni siquiera información, a las familias. Mientras tanto el alumnado pierde días lectivos y lo que es peor, pierde una normalidad tan necesaria en su situación.
Las emergencias requieren entrega, implicación, trabajar sin descanso para aportar soluciones con urgencia, conscientes de que los días y horas son importantes.
Sin embargo, el Consell de Mazón ni está ni se le espera, más allá del “negocionismo” con el que afrontan la situación post DANA.