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De ‘Madame Bovary’ a ‘La Isla de las Tentaciones’

No hay nada más universal que unos cuernos, o por qué nos atraen las historias de infidelidades

17/10/2022 - 

VALÈNCIA. ¿Qué hilo invisible conecta In the Mood for Love, La Isla de las Tentaciones, Madame Bovary y los 600 millones de tuits sobre la ruptura de Tamara Falcó publicados hace unas semanas? Efectivamente, todos ellos están atravesados por el fantasma de la infidelidad. Y es que no hay nada más universal que unos cuernos. De muchachas victorianas a aspirantes a influencer, nadie escapa de este negociado. Si nos centramos en el ámbito de la ficción y nos calamos el sombrero de lector o espectador, es facilísimo encontrarnos asomados al abismo de las deslealtades amorosas ajenas. Algo en esos relatos del desengaño nos atrae, igual que una bombilla atrae a todas las polillas desquiciadas del vecindario.

Dispuestos a analizar el fenómeno, en Culturplaza hemos impulsado una rigurosa investigación al respecto. Primera parada: averiguar de dónde nace esa fascinación por las procelosas traiciones sentimentales en libros, series y películas. Para el director, realizador y guionista Pau Martínez, la infidelidad forma parte de nuestras vidas, por ello, “es normal que aparezca también en la ficción. El atractivo que tiene es que todos nos podemos sentir interpelados porque la hemos sufrido, hemos tenido la tentación o incluso la hemos cometido… Me interesan esas historias donde se analizan las pulsiones y motivaciones de los personajes. También las que abordan si la otra parte de la pareja quiere averiguar lo que ha pasado o prefiere no saber. Creo que aportan mucho más que las que se centran en la cuestión sexual. Lo que provoca el escarceo es mucho más fascinante que el escarceo en sí”. Entre sus títulos favoritos al respecto: Breve encuentro, Los puentes de Madison, Ficció, Infidels, Revolutionary Road o Las siete vidas de Lea. Sobre esta última, un apunte: “no es una serie sobre la infidelidad, pero la protagonista adolescente, en sus viajes en el tiempo, se ve obligada a ponerse en la piel, literalmente, de sus padres y entender que su madre amaba a otro hombre y deseaba estar con él en lugar de con su padre. Esa perspectiva me pareció novedosa y propia de nuestra época”.

'Breve encuentro'

Por su parte, Kike Parra, autor y fundador de la Escuela Selecta de Escritura, apuesta por la seducción de lo imperfecto: “la literatura está plagada de personajes nada impolutos en la manera de relacionarse con quienes tiene más cerca. Ser infiel es una ‘mancha’, es parte de la zona oscura, y a quienes escribimos nos interesan, mucho, las figuras con luces y sombras”. Justo en esos claroscuros reside la clave según Olga Abad, librera en La Primera, quien considera que esta atracción por el mundo de los affaires ajenos se debe a que plantean cierto “debate moral. Además, en las buenas historias los protagonistas no son ni buenos ni malos, sino que se presentan como figuras complejas con los que identificarnos sea cual sea nuestra valoración de la infidelidad”.

En la misma línea, Sara Olivas, periodista, gestora cultural y poeta, apunta a que en esas creaciones “podemos permitirnos el lujo de no ser quienes somos y convertirnos en algo que queremos llegar a ser o, por el contrario, algo que detestamos. El deseo, el placer, la aventura, incluso lo ‘prohibido’ nos seducen”. Y aquí la escritora y gestora cultural Paola M.Caballero flirtea con el schadenfreude, ese término germano para definir la satisfacción ante la desgracia ajena: “las deslealtades despiertan interés porque nos sentimos atraídos hacia el fallo del de al lado ya sea laboral, personal, familiar… Nos genera curiosidad. Por una parte, nos hace ser empáticos, pero también morbosos. Todos hemos tenido relaciones que no han funcionado bien y verlo en los otros, en cierta manera, nos reconforta”.

'Fleabag'

De qué hablamos cuando hablamos de infidelidades en la ficción

Delimitados los contornos del asunto, pasamos a la siguiente fase: conocer las texturas con las que es representada la infidelidad, las coordenadas por las que se desplaza y los reflejos que devuelve. Es decir, saber de qué hablamos cuando hablamos de cuernos en la ficción.

Para Caballero, la mayoría de creaciones no representan la realidad de esas situaciones, sino que las revisten “de cierta poesía. Por ejemplo, una de las infidelidades más comunes en la vida real es la ‘infidelidad absurda’, sin ningún tipo de solidez; la que a veces sucede cuando uno va borracho y se arrepiente al día siguiente. En cambio, en la pantalla se representa poco porque no tiene una narrativa detrás, no tiene sustancia ni una trama compleja. También se ven poco los cuernos como resultado de una relación que ya está casi rota”. En este sentido, Olivas indica que estas traiciones se esbozan como “pasionales, carnales, prohibidas” y resalta otra constante: dibujar el desengaño amoroso como motor para el desarrollo de los personajes: “como detonante de un cambio en tu vida. Suena muy romántico. Y no sé hasta qué punto tóxico. ¿Dónde queda la responsabilidad afectiva? Y, sobre todo, ¿tiene que haber siempre alguien en la recámara para provocar el cambio en nosotras y nosotros mismos?”. En su caso, recomienda tres libros que navegan por estos temas: Yo, mentira, de Silvia Hidalgo, Lo que hay de Sara Torres y Señoras que se empotraron hace mucho, a cargo de Cristina Domenech.

'Lo que hay'

Aunque en esta ocasión nuestro objeto de estudio se circunscribe a los estrictamente fabulado, abrimos un breve paréntesis para consultar sobre el universo de realities como el ya mencionado La Isla de las Tentaciones, que juega una y otra vez con la posibilidad de una infidelidad televisada e incluso las alienta. ¿Nos asomamos a esos cuernos audiovisuales con un ánimo distinto del que nos conduce hacia novelas o películas en las que la traición amorosa también está presente? Todos los expertos consultados inciden en que se trata de campos semánticos distintos. “De las tramas y los personajes literarios me gusta su complejidad, tanto emocional como psicológica. La Isla de las Tentaciones es un producto que se basa en sujetos con cuerpazo a quienes les ponen enfrente a otras personas con cuerpazo para que caigan en esa tentación; es decir, superficialidad”, señala Parra, quien cita entre sus creaciones predilectas sobre esta materia El túnel, de Ernesto Sábato; Pecados sin cuento, de Richard Ford y Madame Bovary, de Gustave Flaubert. En similares códigos se mueve Martínez, quien sostiene que en los realities lo que atrae a la gente “a menudo es simplemente el morbo, pero en el caso de la ficción, quiero pensar que buscamos algo más: observar cómo se enfrentan los individuos al conflicto. Por ejemplo, en Mad Men ese aspecto de sus vidas ayuda a definir a muchos personajes”.

Para Olivas, en la literatura “todo está narrado con estilo. Hay belleza hasta en los rincones más sucios y el abismo más absoluto. No creo que en La Isla de las tentaciones haya eso. Sin embargo, entiendo que exista la necesidad de evadirse de la rutina y de la sociedad para coger el mando de televisión y marcar ese canal. Está bien que haya donde elegir. Está bien que podamos permitirnos un día ser ratas de biblioteca y, en otro momento, calentar las palomitas o la pizza y ver ese tipo de programas”. En este punto, Caballero introduce una derivada: el hecho de que seamos conscientes de que es un reality “en el que todo que está muy preparado y condicionado hace que lo veamos desde el autoengaño, queriendo creer que es auténtico y espontáneo, pero sabiendo en el fondo que no. El morbo reside en que sabemos que esas personas van a tener que dar explicaciones de sus actos, vamos a ver el después”. Cerramos el paréntesis y proseguimos nuestras pesquisas.

'Mad Men'

Las últimas décadas han traído consigo un buen puñado de cambios en la forma de concebir las relaciones sentimentales, de acercarnos al hecho amoroso y de afrontar la sexualidad (especialmente si ponemos la lupa sobre cualquier sujeto que se salga del marco del hombre heterosexual, durante tanto tiempo medida de todas las cosas). Con esa ebullición social, íntima y política como telón de fondo, no sería descabellado asumir que también ha evolucionado la manera de exponer los affaires en la ficción.

Pau Martínez plantea veloz la cuestión de la mirada y subraya que en muchos films, a la hora de abordar el amor, el deseo o los cuernos ha habido “un exceso del punto de vista masculino. Eso por suerte está cambiando gracias a la visión de las cineastas”.  Según Parra esas modificaciones no se dan tanto en la forma de mostrar el tema como en quiénes son sus protagonistas “tengo el recuerdo de que había historias en las que la infidelidad conllevaba una suerte de ‘abuso de poder’. Ellos eran profesores, artistas, jefes… y ellas, alumnas, admiradoras, trabajadoras…”.

'Las siete vidas de Lea'

Aquí Abad se traslada a coordenadas decimonónicas para recordar que novelas como Madame Bovary “supusieron un escándalo, ya que la fidelidad, especialmente de las mujeres, era entendida como un deber moral y el adulterio estaba penado por la ley. Por suerte, eso ha cambiado, algo que se ve reflejado en la literatura, que ya no persigue tanto el dilema moral sino las consecuencias personales para los protagonistas, tanto buenas como malas”. Preguntada por alguna pieza sobre este negociado, recomienda Miedo de Stefan Zweig, “porque nos acerca, como solo Zweig puede hacer, a las emociones que se despiertan en la protagonista cuando cree que puede ser descubierta”.

Para Caballero, el cambio fulgurante se ha dado en cómo se representan las dinámicas amorosas en general: “se muestra que los protagonistas no están aislados del resto de la sociedad, sino que tienen vínculos y complicidades con otros individuos. En la cinematografía de otras décadas, por ejemplo, de los 50, los hombres dentro de relaciones heteronormativas se permitían comportamientos que estaban muy sancionados en el caso de sus compañeras”. ¿Su selección de obras infieles? Se queda con MaPa, “una serie sobre una pareja en la que la chica muere y el viudo descubre que le había sido infiel. Aborda cómo encajas una situación así cuando ya no puedes hablar con esa persona”. También destaca los recientes biopics y documentales sobre Lady Di, “que recogen una infidelidad flagrante, sabida por todos, aceptada y tapada”. Y como bola extra, la segunda temporada de Fleabag: “plasma la atracción entre la protagonista y un cura. Es muy interesante cómo se narran las dudas de éste respecto a la fidelidad a Dios. Ese viaje psicológico en el que aparece la culpa y su dilema con la fe me parece maravilloso, muchos de los asuntos que plantea son equiparables a los de una relación sentimental”.

Decíamos al principio que no hay nada más universal que unos cuernos, pero nuestra investigación concluye que sí existe algo que les lleva la delantera: el potencial de la ficción para hacernos atravesar todo tipo de supuestos y escenarios. En eso es imbatible.

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