Las presentaciones de resultados son el motor de movimientos meramente especulativos y pueden condicionar un planteamiento de inversión de largo plazo
MADRID. Acostumbrados a las presentaciones de resultados de las diferentes compañías que se dan siempre en estas fechas -y mostrando especial atención a los de la Eurozona y Estados Unidos-, podemos ver como el tono de los mismos está siendo mixto como es habitual.
Siempre tenemos ganadores y perdedores en las cuatro presentaciones trimestrales a lo largo del año y esa es la tónica habitual del mercado. Sin embargo, lo que no tiene tan claro es la interpretación de los datos, ya que dependiendo de la firma se miran con lupa desde beneficios a ingresos, pasando por previsiones, crecimientos e inversiones.
Los resultados en general son analizados con lupa e influyen en la compañía muy especialmente en el corto plazo, incluso en los primeros momentos de cotización después que la empresa proporcione dicha información. Pero en el medio/largo plazo, principalmente, hay que valorar las previsiones futuras y si las mismas son realistas, al igual que si las posibles inversiones o desinversiones del negocio -tanto en expansión de nuevos mercados geográficos como el ampliar la gama de productos o servicios- proporcionan un plus o un lastre para la firma.
Como podemos llegar a ver el cúmulo de factores para determinar si un valor puede subir o bajar es lo suficientemente complejo, como para además incluir otro factor más: las previsiones pasadas que se tenían sobre los resultados actuales, ya que de éstas dependen que los datos puedan gustar o no al mercado.
Estas presentaciones obedecen más a movimientos especulativos y volátiles que a una continuidad en los movimientos agresivos que se producen. De hecho, una vez pasada la euforia o la decepción queda el poso de la realidad y aquí el inversor no debe olvidar una premisa básica: no confundir una buena compañía con una buena acción o viceversa.
Los resultados del tercer trimestre no han sido una excepción. Por ejemplo, los de Volkswagen fueron bastante decepcionantes, registrando las mayores pérdidas de la última década e incluso haciendo un profit warning. La publicación de los mismos produjo una subida del valor sin explicación alguna, lo que refleja que una compañía con serias dificultades y de la cual aún no se sabe la magnitud de los costes que le podría acarrear su problema de las emisiones -para lo que ha destinado unas provisiones irrisorias y que están muy lejos de la realidad- se convierte en una empresa de dudoso porvenir, pero en una buena acción en un momento puntual.
Este pequeño ejemplo nos muestra como las presentaciones de resultados son el motor de movimientos meramente especulativos y pueden condicionar un planteamiento de inversión de largo plazo, siempre y cuando se obvie los movimientos de volatilidad una vez conocida la noticia.
En estos datos siempre hay ganadores y perdedores. Recalcar que el fabricante de coches alemán, no está solo en el lado negativo y le acompañan compañías de su propio sector automovilístico, y cabe destacar también el mal comportamiento del sector financiero a un lado y al otro del charco.
La nota positiva la pone una firma de la que siempre el mercado está pendiente, pues el potencial de la misma en todos los ámbitos la hace sumamente influyente y ésta no puede ser otra que Apple. La empresa tecnológica sigue acumulando récords de beneficios y, lo mejor de todo, no es solamente esto sino que las previsiones son más optimistas trimestre a trimestre.
En ese caso el mercado sí que reaccionó de una manera lógica, ya que las noticias positivas se tradujeron en un claro verde en las acciones de la compañía. Nos encontramos, en este caso, con una sociedad que aúna un buen comportamiento bursátil a la característica de buena empresa, con lo que no debería de extrañarnos ver de nuevo el precio de la acción en máximos.
Una vez vista la complejidad a la hora de traducir los datos empresariales y transformarlos en oportunidades operativas, debemos determinar si dichos datos nos valen para decisiones a corto plazo de extrema volatilidad y llevando intrínsecamente un riesgo elevado o para medir el impacto de éstos en una inversión, sabiendo que también cabe la posibilidad de un comportamiento neutro de la acción ante los resultados.
Hay que tener en cuenta que independientemente de la importancia que le podamos llegar a dar a los resultados empresariales, la relevancia de los mismos en este momento es totalmente secundaria, ya que el mercado tiene toda la atención puesta en las decisiones y discursos de los bancos centrales como venimos recordando en innumerables ocasiones.
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