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Vacaciones imaginarias

Cuando la realidad estival no es suficiente: 27 ficciones para veranear a gusto

  • 'Before Sunrise'

VALÈNCIA.  Calor, asfixia, sudor, bochorno, sofoco, calima. Termómetros al borde del colapso, calles infernales e innumerables plegarias no atendidas que ruegan por una humilde brisilla, por unos minutos de descanso de esta canícula insoportable. El dios verano nos marca el paso con su cadencia abrasadora y, al mismo tiempo, se nos presenta como portal para la oportunidad, para lo extraordinario e insospechado, para entregarse a cultivar el placer.

Un portal en el que hechos y deseos se entremezclan sin pudor. En el que materialidad y ensoñación comparten fronteras porosas. Porque, ¿qué clase de seres insípidos seríamos si nos conformáramos con esa cartografía pautada llamada realidad? En Culturplaza apostamos por abrir las compuertas de la imaginación y derrochar caudales de asombro y fantasía. Por ello, como ya va siendo tradición en esta santa casa, hemos consultado a unos cuantos profesionales de la cultura por aquellos escenarios de ficción en los que les gustaría habitar durante la temporada estival. De su mano recorremos las calles de Viena, Benidorm o Alaska y nos dejamos caer por Deià o la inventada Misent. Los viajes propuestos no son solo geográficos, sino también cronológicos: nuestro itinerario incluye paradas en el Brooklyn de los años 80 y en el Japón Feudal. ¡Y un buen puñado de canciones que riman con el salitre, las horas lentas y la ligereza propia de la estación! Seamos realistas, pidamos lo imposible.

Elsa Moreno, poeta y creadora escénica

“Me gustaría vivir unos días con Cristina Peri Rossi y Julio Cortázar en Deià, Mallorca. Cristina narra este episodio en Julio Cortázar y Cris (Cálamo), unas memorias donde desvela su relación con el escritor argentino. Yo también siento un amor profundo hacia estos autores, claramente fruto de la idealización. Me refiero a esta conexión que una tiene con un artista al que sabe que conocerá, pero ha forjado un vínculo emocional unilateral con esta persona y lo que le rodea. En uno de los capítulos, la poeta habla de esa estancia en Deià, en casa de unos amigos. Cuenta que Julio y ella, aunque disfrutaban de ver el mar, preferían quedarse en la distancia, sentados en un chiringuito, a la sombra, mientras los demás gozaban en la arena. Yo aún me quedaría un poco más apartada para contemplarlos a ellos dos.

También quisiera pasar este periodo en la masía de Call me by your name, de Luca Guadagnino. Estar en un pueblo italiano, ser un adolescente que pasa las horas leyendo mientras vive un romance y la tensión sexual ocupa todos sus movimientos. La película tendrá muchas cosas cuestionables (y el cliché de la diferencia de edad entre amantes homosexuales) pero soy una romántica y una nostálgica.

Otro lugar donde me quedaría es en el álbum Cena, de Roy Borland. Lo descubrí de casualidad el verano pasado. Cinco canciones con un poder para evocar esa mesa, la intimidad y el encuentro, los tonos amarillos y anaranjados del estío, una brisita y un fondo de satisfacción, amor y gratitud hacia la vida. Es la ternura, la paz y esa felicidad calmada que merezco”.

Marta Rojo, periodista

“Lo importante de esta estación es la actitud, por eso conviene tener a mano la Biblia del descanso: Cómo no hacer nada. Resistirse a la economía de la atención, de Jenny Odell (Ariel). Dice la autora que no hacer nada no es tirarse en el sofá y ver Netflix, sino reducir el ruido mental, cerrar los ojos a los estímulos, desterrar la culpa y los ritmos de la productividad. Dejar de convertir nuestros domingos en un turno laboral.

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