VALÈNCIA. “Somos falla crítica, sátira. Somos conceptuales, filosóficas, artísticas, experimentales, innovadoras. Somos fallas en materias o formas diferentes”. Cada año las fallas no convencionales tratan de encontrar su lugar en València. No siempre es fácil. Cuesta hacerlo en medio de la pólvora, la tradición y la grandiosidad estética -ese pensamiento del más es más-, pero lo cierto es que cada año aparecen nuevas propuestas que experimentan con formas diferentes y discursos que a veces incomodan. Lo hacen, eso sí, enfrentándose a problemas de financiación y al reto de volver las fiestas cada vez más respetuosas.
“Las fallas no normativas buscamos ser más sostenibles, pero eso implica que cuestan más de hacerse. Experimentar cuesta dinero. Trabajas mucho mediante el ensayo y error y, sin embargo, sentimos que no se valora ese esfuerzo. Imaginemos por un momento que potenciaran las fallas no normativas con premios. No estoy especialmente a favor de estos concursos, pero quizá así la gente intentaría hacerlas. Existe una ruta de fallas experimentales, pero ese movimiento ha de crecer”, expone Reyes Pe. La artista valenciana, que este año se ha encargado de realizar los monumentos de El Cid y Ripalda Beneficiència i Sant Ramon, reconoce que así es difícil continuar mucho tiempo: “Es cansado. Este año he hecho un proyecto por encima de mis posibilidades físicas. A veces pienso en dejármelas, pero soy una motivada. También creo que podemos llegar a tener una convivencia más equitativa”.
El planteamiento de las fallas experimentales se vuelve, además, cada vez más valioso por una cuestión medioambiental. En un contexto de emergencia climática, cada vez más voces cuestionan el impacto ecológico de las tradicionales. Así lo cree también Víctor Visa, que desde el Estudio Quemadera ha firmado el monumento de Sant Joan: “Aunque desde València no queramos verlo, llegará un día en el que desde Europa se nos exigirá frenar. Ahora mismo no hay intención, porque tampoco hay otra manera de hacer lo que se hace a ese nivel. Se debería rebajar el volúmen y la calidad de los acabados y las fallas grandes no quieren. Además, cada vez más estudios modelan directamente por ordenador, después lo mandan a imprimir y esto se aleja todavía más de la idea de falla sostenible. Nosotros es algo que hablamos un montón; pensamos que algún día alguien dirá basta.”
En medio de la inercia de lo tradicional, la necesidad de un mayor equilibrio entre unas fallas y otras se hace más evidente. Mientras tanto, resulta crucial dar visibilidad y apoyo a aquellas que se salen de ese canon establecido. Hay fallas que, por primera vez, incorporan su lema directamente en el cuerpo central del monument; otras reivindican la figura del fallero, una figura que ha sido “muy devaluada con el paso del tiempo”; y también existen aquellas fallas inacabadas, que se completan con la interacción del público, ofreciendo una experiencia más dinámica y participativa.

- Lo Siento Estudio -
- Fotos: Ibán Ramón
Falla Corona lanza al mundo un eslogan gigante
Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir que está “on fire”, porque se siente sencillamente pletórico. El mundo está en racha, pero no en el mejor de los sentidos. Bajo el lema “The World is Fire”, Falla Corona se ha convertido en un grito visual que pone en primer plano un mensaje rotundo sobre la urgencia medioambiental y la crisis global.
Explica Borja Martínez, de Lo Siento Estudio, que cuando el diseñador Ibán Ramón les encargó el proyecto de Mossén Sorell -Corona encontraron la idea para su monumento esa misma tarde: “Lo primero que nos vino a la cabeza es que el mundo está que arde. No solo por el cambio climático y los incendios que están habiéndo, sino por las guerras de Gaza y Ucrania. A esto se le suma los avances tecnológicos y la IA. El mundo está a tope y mientras València le estará mandando un alegato reivindicativo”.
Bajo el lema “The World is Fire”, Lo Siento Estudio ha optado por trabajar una de sus especialidades: la tipografía y la identidad verbal. Acostumbrados al diseño de marcas y la creación de identidades visuales a través de la palabra, el estudio decidió que esta falla sería una intervención tipográfica de gran escala. Así, por primera vez, el lema se convierte en el propio cuerpo central del monumento, estableciendo un diálogo con la falla infantil, que en este caso incluye un extracto del mensaje. La palabra “fire” se omite en la falla grande para completarse en conjunto entre ambas.

- Estudi Quemadera -
La reivindicación del artesano en la falla de Sant Joan
El proyecto de Estudio Quemadera para las Fallas de Sant Joan de este año se centra en la reflexión sobre la crisis de identidad que atraviesan las propias fallas y, especialmente, sobre el papel del artesano fallero. El lema “Morir d’èxit” pone en el centro esta problemática. “Como una vez dijo Paco Pellicer, los salarios astronómicos de los futbolistas se justifican con que generan mucho dinero, pero el artista fallero que tambien lo hace, es el último en ver el dinero. Es el generador principal de la fiesta, porque construye el elemento diferenciador de estas y, sin embargo, es el último en la rueda. Cobra muy poco y cuenta con un presupuesto muy bajo, mientras que los concursos se han vuelto mucho más exigentes”, manifiesta Víctor Visa.
La falla, representada como una guillotina gigante, simboliza este sacrificio del artesano, quien, pese a ser el eje de la fiesta, es el último en recibir reconocimiento y recompensa. La estructura, de aproximadamente 5 metros de altura, presenta a cuatro personajes que sostienen las cuerdas de la misma, siendo el último el propio artista fallero, quien por lo tanto es el último en tirar.
Con este diseño, Estudio Quemadera afirma, además, que busca mantener un equilibrio entre la estética contemporánea y la tradición de las Fallas, evitando caer en la elitización del arte fallero. “Nos da miedo elitizar la falla. La falla tiene que ser para el barrio, tiene que entenderla el público del barrio”, afirman.

- Falla El Cid, de Reyes Pe -
Reyes Pe y su diálogo entre lo cósmico y lo social
Reyes Pe presenta este año dos proyectos. “Crema com l’or” para la falla grande de El Cid; y “En ese claroscuro surgen los monstruos” y “El viejo mundo muere. El nuevo tarda en aparecer”, para las fallas grande y pequeña, respectivamente, de Ripalda Beneficiència i Sant Ramon. Ambos proyectos comparten una visión donde el tiempo, la vida y la muerte cobran protagonismo, y en las que el juego y los materiales se convierten en ejes centrales.
En “Crema com l’or”, la artista valenciana propone una reflexión sobre la especulación y las promesas vacías a través de la imagen de un meteoro dorado. La artista se inspira en las fake news que hablaban de un meteoro dorado que caería a la Tierra y nos haría ricos a todos. “Es gracioso que dijeran que el meteorito se repartiría entre todo el mundo. Suena a humo”. La pieza incluye una habitación que puede abrirse y cerrarse, invitando a los espectadores a interactuar y reflexionar sobre el contraste entre la realidad y la fantasía. A esto se suman unas enormes zapatillas de ir por casa -en clave de ninot- que vuelven el espacio todavía más teatral. “El espectador es el que hace realidad la pieza. Sin él no se podría activar”, afirma Pe.
En cuanto a la Falla Ribesan, la creadora aborda un mundo de catástrofes, guerras, violencia o precios estratosféricos en la vivienda. ¿Y cómo lo hace? Desde la imagen de un monstruo que se alimenta de las esferas del mundo infantil. "El monstruo esférico es el que camina libre, alimentado sistémicamente", explica la artista, refiriéndose a cómo el mundo adulto está contaminando las perspectivas y sueños de la infancia. Las esferas, que representan el mundo infantil, se ven consumidas por el monstruo, una metáfora visual de cómo las generaciones más jóvenes son arrastradas por un sistema que no les ofrece futuro. Reyes utiliza texturas táctiles, como el terciopelo y el uso del color, para generar una experiencia sensorial que invita a la reflexión y el juego del espectador.
Ambos proyectos destacan, en este sentido, por el uso innovador de materiales y por un enfoque que permite la participación activa del público. La artista se siente comprometida con la sostenibilidad, por lo que en sus fallas se utilizan materiales éticos, reutilizados o reciclados, como tela, madera y otros objetos que han sido descartados. “Me gusta la participación colectiva, que la gente no solo disfrute de la fiesta, sino que también se involucre en la creación de la pieza”, afirma. A través de estos proyectos, la artista continúa explorando la interacción entre la escultura blanda, la estética contemporánea y la participación ciudadana, transformando las Fallas en un espacio vivo de reflexión y diálogo.