Lugar: El Fabricante de Espheras.
Dirección: C/Padre Huérfanos 16 bajo derecha, Barrio del Carmen, València.
Metros cuadrados: 110m2
Año de inauguración: 2015
Trabajadores: 15
VALÈNCIA. Retrocedamos cerca de cinco años en el tiempo. Un bajo del Carmen. Reguero de colegiales por la calle. Se abre la puerta, un antiguo taller de costuras, una pica en un barrio donde hilar era norma y arte. Las paredes están repletas de hollín. Una ‘L’ completamente vacía, excepto por una bomba de agua de fundición, símbolo del pasado del espacio. Uno de esos fósiles que arrastran la memoria de un lugar. Un grupo de jóvenes entra por primera vez. Les tiemblan ligeramente las piernas al imaginar el reto de habitar un sitio en apariencia agreste, al mismo tiempo se sienten en la seducción de ser guardianes de un refugio con tanto por contar. Se lo van a quedar. Va a ser su taller de arquitectura y urbanismo colectivo.
Ese grupo de jóvenes son El Fabricante de Espheras, una cooperativa valenciana de arquitectura especializada en patrimonio, regeneración urbana y vivienda. No suelen trabajar por las tardes -tienen jornada intensiva- pero a las cinco de la tarde los pillamos alrededor de una mesa decidiendo cómo debe ser el nuevo logo de la marca. La medida de edad, 30 años. Llevan a cabo proyectos como la recuperación del Palau-Castell de Betxí, de la Torre Espioca de Picassent o el Plan Especial de Protección del Centro Histórico de Vinaròs.
Alcancar el bajo del Carmen era significar su crecimiento, tras su fase inicial en un piso de Benicalap. “Sentimos la necesidad de buscar un espacio más amplio, y con visibilidad al exterior. Desde el primer momento este espacio nos enamoró, ya que era una antigua fábrica textil que había sufrido un incendio y contaba con el encanto especial de unos muros de ladrillo descarnados y de un forjado visto de viguetas de madera, que le confería ese aspecto de taller industrial. Nos pareció que era perfecto poder trabajar en un espacio que representaba a la perfección nuestros valores e intereses, por lo que decidimos recuperarlo aplicando el criterio del “non-finito” (no terminado), de la misma manera que lo utilizamos en nuestros proyectos de rehabilitación del patrimonio”.