Más cultura

PERIODISTAS CULTURALES

J.R. Seguí: “El drama de la política cultural es la ausencia de proyecto y la destrucción de lo anterior”

  • Fotos: ESTRELLA JOVER

VALÈNCIA. José Ricardo Seguí estudió filología y empresariales, pero es conocido como periodista cultural. Además, ha sido becado por la Fundación Shakespeare y por la German Marshall Found of United States para la formación de periodistas. Por eso, si alguien le considera maestro, más allá de lo escrito durante los últimos 35 años, tiene argumentos fundados. Ha sido, indistintamente, autor de los magacines No tocar y Barraca Magazine, colaborador de La Vanguardia, El Mundo o Popular 1. Ha escrito, coescrito o participado en la publicación de una docena de libros, ha ideado y proyectado exposiciones y encuentros de arte, ha sido miembro de una infinidad de jurados en concursos de muy distintas disciplinas, ha participado como moderador y ponente en otra infinidad de congresos y atesora algunos premios que dan cuenta de su intensa trayectoria.

Sin embargo, a “J.R. Seguí” se le reconoce por este firma a lo largo de tres décadas en Levante EMV. Durante la segunda mitad de ese periodo, fue jefe de Cultura, editorialista y otras tantas labores en este periódico. Rutinas diarias que compaginó con algún proyecto institucional, como Les Mogudes de la Dipu o el Circuit Rock. Al inicio de su trayectoria hizo un paréntesis para abrir uno de los clubs de conciertos más recordados de València: Garage. Fue promotor de algunos de los directos internacionales más inesperados de la ciudad, aunque no tardó mucho en volver a ejercer como plumilla. Y aquí sigue, como columnista de Valencia Plaza y colaborador habitual de la revista Plaza. Aunque su bagaje es extenso, esta es una aproximación a su visión actual del oficio de periodista cultural y lo que le rodea.

-¿De padres periodistas?
 -No.

-Filólogo, pero periodista cultural. ¿Cómo surgió la oportunidad?
 -Estudié filología. Durante mi etapa universitaria inicié la publicación de un fanzine con cuatro amigos. A uno le gustaba la música, al otro el cómic, otro que escribía bien, otro pintaba bien… Se llamó No tocar y solo tuvo dos números. Hablábamos de literatura, arte, tebeos, ilustración… Uno de los dueños de Barraca lo vio y me pidió hacer un fanzine para ellos. Era el mismo rollo, blanco y negro offset, pero con más recursos. Con aquello me planté en Noticias al Día, donde resulta que estaba Abelardo Muñoz al frente de Cultura. Me sonaba de algo, porque era mi vecino. Me compró algún artículo para el suplemento y ya me enganché a publicar allí. Cuando me di cuenta, estaba dentro, mientras seguía estudiando. Abelardo me enseñó el Nuevo Periodismo, me orientó y fue mi primer maestro.

-Noticias al Día y Qué y Dónde, para los que trabajaste, destacaron bastante en la información cultural de los 80.
 
-Eran los medios progres del momento en València junto a la Cartelera Turia. Allí publicaba de todo: crónicas de conciertos, reportajes, artículos de opinión. Me pedían muchas cosas, sobre todo en torno a la ‘movida valenciana’, que era donde tenía más relaciones.

-¿Qué disciplinas artísticas eran las que más te atraían?
 -Todo lo que tuviera que ver con la música y el cómic. También la literatura, creo, pero no me pedían nada de eso. Total, que sin darme cuenta me había hecho un buen book de artículos. Me fui a Levante, les enseñé lo que hacía y me ficharon. Todo esto siempre como freelance.

-Tu marca tenía mucho que ver con estar conectado a los Carlos Simó, Vicente Mañó…
 -Es que nadie estaba cubriendo ese ámbito en los periódicos. En Levante EMV supieron verlo. Estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno. Mis espacios naturales de ser joven y disfrutar eran Planta Baja, Gasolinera, Barro y Pyjamarama... Seguía estudiando y para mí era casi una diversión. Sin darme cuenta, me convierto en ‘el chiquito’ que está en esos sitios, pero lo cuenta en un periódico. Porque otros sí lo hacen para otros medios, como Rafa Cervera, que además de en su fanzine Estricnina, empieza a estar aquí o allá. Más tarde, porque te hablo de mediados de los 80 o un poco antes, está Jorge Albi en la radio y tal.

-Pero tu carrera como periodista cultural se interrumpe momentáneamente: te conviertes en el promotor de Garage.
 
-‘Napo’ Beltrán me ofrece irme a Arena Auditorium, al grupo, para montar Garage. La relación es interesante, porque como otras veces, nace de que les doy una hostia por no dejarme entrar a un concierto. Ere el concierto de los Psychedelic Furs, pero aquello estaba hasta arriba, yo iba con el fotógrafo de Levante a hacer mi reportaje y resulta que no me dejan pasar. Pues hale, una hostia a cuatro columnas. Total, que discutimos, pero eso hace que hablemos. Nos disculpamos y me propone montar Garage poco después.

-Garage se convierte, tras Arena, en la otra sala trascendental en València para conciertos internacionales. ¿Qué edad tenías? ¿Quién estaba contigo?
 
-Tendría 25 o 26 años, porque abre en el 87. Emilio Ruiz se encargaba de la parte de promotor y gestor y yo me llevo a Remi Carreres (bajista y compositor en Glamour y Comité Cisne). Está trabajando conmigo porque necesitaba más brazos y Remi, con quien me llevaba genial, pensaba como yo. Para currar, mejor tener a alguien que, oye, ya que vamos a hacer conciertos, quiera ver a los mismos grupos que tú y se implique. Hacía su labor de relaciones públicas de forma natural, compartíamos mucha música. Emilio ha sido para mí un referente, una auténtica máquina de trabajar y trascendental para la música en València en aquel momento.

Fotos: ESTRELLA JOVER

-¿Por qué funcionó tan bien?
 
-La idea era crear un club al estilo británico. Un club de nueva cultura para València, con mucha personalidad. Nos mirábamos en el Marquee, en The Haçienda, en el Astoria Theatre. Y eso pasaba, en gran medida, porque aquí también actuaran los mejores grupos británicos.

-¿Cómo conseguisteis que vinieran? ¿Quién hace de enlace con Londres o Manchester?
 
-Nosotros hacemos una lista con las 50 bandas que queremos que vengan a tocar a Garage. Esa lista se la damos a Robert Mills, ‘El inidio’, un tipo que ahora vive en Barcelona, pero que hace de enlace con Reino Unido. Cuando la ve, flipa. Flipa porque ve que es coherente y que entiende lo que queremos traer. No era tan difícil de entender la lista, porque nosotros leíamos Melody Maker o NME, comprábamos ese tipo de discos. Emilio, Remi y yo queríamos ver a esos grupos y Robert podía traerlos. Además de eso, también había propuestas de promotores locales.

-Y bandas locales.
 -Esa era otra pata fundamental. Queríamos que los grupos locales actuaran en buenas condiciones. Yo estuve un año, pero durante ese tiempo, todos los grupos locales cobraron su caché, tuvieron su camerino, su backline y su catering.

-¿Qué bandas que pasaran por Garage te vienen a la cabeza casi sin pensar?
 
-A Certain Ratio, Jazz Butcher, Dream Syndicate, The Replacements, Flesh For Lulu, La Resistencia, Seguridad Social, Inhibidos Quizás, Falsa Pasión… Me vienen a la cabeza con facilidad porque guardo los carteles todavía.

-¿Está justificada la nostalgia feliz de aquel tiempo en València?
 
-A ver, hay que entender el contexto. Aquí todo era novedad. En València, en los 80, hicieras lo que hicieras, todo era nuevo porque veníamos de la nada. No hubo un plan. Fuimos jóvenes y nos divertimos. La magia del momento, la potencialidad del asunto, tiene que ver con eso. Nadie pensó que fuera a cambiar el mundo. Hacíamos lo que nos daba la gana y eso era mucho. Te daba alas a tener una actitud de decir, pam, traigo a A Certain Ratio. Por qué no. Unos hacían conciertos, otros cómics, otros fanzines… Lo importante era que podíamos hacer lo que nos diera la gana.

-Pero vuelves a Levante. ¿Te quema la noche?
 
-Me mata. La noche no es para todos. Una cosa es un concierto, un fin de semana o tres. Aguanté un año en Garage. Alguien de Levante me dijo que me dejara caer. El director, que entonces era Ferran Belda y ahora es amigo íntimo, me dijo, ‘que sepas que te doy un contrato de seis meses porque no confío en ti’. Cuando se acabaron los seis meses me hicieron indefinido y allí estuve hasta abril de 2015. Belda acabó siendo otro referente y un gran maestro para mí.

-Me han dicho que la alineación de esa redacción de Cultura en Levante era de alto voltaje.
 
-El redactor jefe era José Vicente Aleixandre y luego estábamos Xuso Civera y Ventura Melià, con los que he trabajado casi 30 años. Nunca he tenido diferencias con ellos. Ni siquiera separamos las disciplinas. Y estábamos estupendamente. Fue un equipo inigualable que diría que dejó una huella en el periodismo cultural valenciano. Aprovecho para decir que, siendo el último en llegar, cobraba más de lo que cobra ahora un redactor en cualquier sección. Uno que acabe de llegar. Se cobraba más, considerablemente, mientras que la vivienda y la cerveza eran bastante más baratas que hoy.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo