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Pedro Olalla, premio Pont del Mediterrani de pensamiento: “La tradición griega nos educa en una actitud crítica”

El escritor y helenista recibe el galardón que otorga la organización de la Mostra Viva del Mediterrani, que este año celebra un encuentro de escritores y escritoras con Olalla como uno de sus ponentes estrella

  • Pedro Olalla dedica unas palabras de agradecimiento por el Premi Pont del Mediterrani.
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VALÈNCIA. Pedro Olalla es uno de esos pensadores de nuestro tiempo que mira a los clásicos no como algo fosilizado y estéril, sino algo de lo que se deriva una idea de democracia que bien haríamos en tener más presente. Escritor, helenista, traductor y cineasta afincado en Atenas, ha recibido importantes reconocimientos por su tarea de difusión de la cultura griega, como el título de Embajador del Helenismo, Caballero de la Orden del Mérito Civil y Miembro Asociado del Centro de Estudios Helénicos de la Universidad de Harvard. El último galardón que ha recogido, sin embargo, se lo han dado en Valencia. 

La Mostra Viva del Mediterrani inició el pasado jueves 30 de octubre su edición de 2025 con la entrega de los Premis Pont del Mediterrani, galardones que reconocen a personalidades de la cultura que contribuyen a fortalecer vínculos entre los pueblos del mediterráneo. La Mostra Viva continua hasta el día 7 de noviembre con un encuentro de escritores y escritoras del Mediterráneo con múltiples actividades realizadas en el Octubre Centre de Cultura Contemporània. 

Jaume Pérez Montaner, Miquel Gil, José Sanchis Sinisterra, Cristina Durán y el cineasta palestino Ramzi Maqdisi recogieron entonces su galardón, pero hubo uno que no se entregó en aquella gala: el Premi Pont del Mediterrani de pensamiento a Pedro Olalla. Este reconocimiento lo recibió el escritor el martes 4 de noviembre a manos de Vicent Garcés, presidente de honor de Mostra Viva. Ese mismo día, Olalla mantuvo un largo y distendido, pero profundo, conversatorio con la periodista Lola Bañón.

Pedro Olalla cuenta con una obra literaria y audiovisual que explora la cultura griega y humanista combinando elementos literarios, artísticos y científicos. Es autor de obras como Historia Menor de Grecia, Grecia al aire, De senectute politica y Palabras del Egeo, todas publicadas por Acantilado en nuestro país. Así que como especialista en la lengua y la cultura griegas, la primera pregunta era casi obligada.

- ¿Siguen vigentes los grandes clásicos como la Ilíada o la Odisea?

- Homero conecta con los universales. Esa es la grandeza que puede tener su obra, la de haber escrito esos dos grandes poemas épicos en los que se basa toda la tradición posterior. Que en el fondo son por un lado la historia de una ciudad y muchos hombres, que sería la Ilíada, y la historia de un hombre que visita muchas ciudades, que es el caso de la Odisea. Pero ambas consiguen ser también la historia de todos los hombres y de todas las ciudades. Consiguen tocar ese elemento de universalidad que hace que desde entonces estemos volviendo una y otra vez a ello. 

  • Pedro Olalla y Lola Bañón. -

- ¿Qué tienen estas lecturas, qué convierte a la cultura griega clásica en un relato inmune al paso del tiempo? 

- Todas las reflexiones a las que nos puede llevar la lectura de esas obras escritas hace tres mil años, nos sigue planteando ante los mismos interrogantes. Son una constatación de la misma condición humana. Es como si siempre hubiéramos estado luchando contra nuestra propia naturaleza. Pero en eso consiste fundamentalmente la cultura: es en gran medida un proyecto voluntarista contra natura. Y eso no lo debemos olvidar: para que prevalezca la justicia y los valores de convivencia de una sociedad, aquello que hemos podido conseguir siguiendo nuestros impulsos más nobles, tenemos que ejercernos una violencia a nosotros mismos. Pues una sociedad entendida como un proyecto de convivencia común no es compatible con los más bajos instintos e intereses del ser humano. Y ahí reside la grandeza de esta tradición. 

La civilización es un proyecto voluntarista que exige el sacrificio de lo propio para que prevalezca un bien que socialmente se acepta como superior. Eso ya está en Homero y sigue vigente, a la luz de lo que ocurre en nuestros días. El gran problema viene cuando solo estamos dispuestos a defender una verdad que coincida con nuestros intereses. No si coincide con los hechos. 

- De hecho, en alguna entrevista has defendido que la falta de confianza en conceptos como verdad o justicia es lo que está detrás de las interpretaciones interesadas o tamizadas de genocidios como el de Gaza. 

- Siempre ha habido una falta de correspondencia entre hechos y relatos, de la misma forma que siempre ha habido una interpretación interesada que se corresponde con la verdad y formas de adulterarla. Lo que ocurre es que estas formas están cobrando ahora una magnitud inaudita. Cada vez es más difícil distinguir los hechos. Desgraciadamente, en el caso de Gaza la verdad está saliendo muy mal parada. Y cuando estamos dispuestos a traicionar la verdad, no estamos minando solamente la libertad de expresión, estamos minando los cimientos de la civilización. Ese es uno de los grandes problemas de nuestro presente: el poco respeto que se tiene a la verdad. 

“Si no somos capaces de creer en que podemos ser mejores de lo que somos, está claro que seremos peores”

- Frente a esta época de crispación y conflicto polarizado, el Mediterráneo entendido como un mar de culturas que conviven y tienen mucho en común, una forma de mantener vivo un ideal civilizatorio? 

- Creo que ese es un rasgo característico de la cultura griega como legado: es una civilización idealista. En el sentido de que siempre ha tendido al señalamiento de ideales, ha aspirado a hacer lecturas del mundo desde la filosofía a la ciencia, pasando por la propia lengua griega. Siendo la cultura griega hija del Mediterráneo como espacio vital, se puede considerar efectivamente un rasgo que la define. 

Que sea una civilización idealista no significa que no tenga los pies sobre la tierra, sino que es capaz de proyectar ideales. Algo que va más allá de lo pragmático, que va más allá de lo que es el terreno de la deontología y los valores. Es una civilización que se pregunta hacia donde queremos ir. Y si no somos capaces de creer en que podemos ser mejores de lo que somos, está claro que seremos peores. 

  • Pedro Olalla recibe el Premi Pont del Mediterrani a manos de Vicent Garcés. -

- Esa cuestión del hacia dónde vamos también puede cristalizar en una eterna desilusión. Una forma de existir en lo político que cree en ideales que no ve representados en la sociedad y no sabe articularlos en respuestas sociales democráticas. ¿Ser mediterráneo también es ser eternamente desgraciado en este aspecto? 

- Este tipo de lecturas responde a que, pese a todo, existe esa conciencia de que se tiene un dolor. Los procesos que hemos vivido en los últimos tiempos ha ido incrementando nuestra conciencia, e incrementando el dolor de las personas que lo sienten y que lo viven con impotencia. Uno de los grandes males de nuestro tiempo es que no somos capaces de transmutar la conciencia en acción política, en opciones que sean capaces de subvertir el stablishment. Y eso nos lleva a vernos atrapados en círculos viciosos en los cuales uno se desespera. 

Eso se ha visto en Grecia cuando se aplicaron los planes de austeridad. En Grecia ha habido más de tres mil movilizaciones en contra de las medidas de austeridad, y muchas otras huelgas sectoriales. Es decir que no nos falta movilización. Pero todo eso no ha servido para cambiar un ápice los planes de rescate. Ante eso hay un desencanto, y la gente más activa y responsable democráticamente es la que más se quema. Porque la gente, además de ser activista, tiene que vivir. Tiene que tener eso que ahora se llama resiliencia y antes se llamaba templanza. Afortunadamente vivimos esas dos características: las injusticias nos han hecho resistentes, pero a la vez tenemos la clara conciencia de que algo tiene que cambiar. 

- Como helenista: si tuviéramos ahora delante a Platón, a Sócrates, a Aristóteles, a los grandes pensadores clásicos, ¿Qué crees que dirían del momento que viven los pueblos del mediterráneo? ¿Qué nos podrían aconsejar?

- Este acervo clásico no es un recetario, ni un libro de autoayuda con soluciones para cada problema. Es una tradición que nos educa en una actitud. En esa actitud crítica, de búsqueda de la verdad, de compromiso con nuestros ideales, de que nuestro reto sigue siendo ser capaces de evaluar éticamente nuestras decisiones y acciones.  Eso está en Homero, en Platón y en Plutarco. La cuestión es que nosotros tenemos que actualizar ese acervo alimentando la actitud crítica. 

Evidentemente no es un patrimonio exclusivo de la tradición griega, pero esta ha sobrevivido gracias a eso. Siempre ha habido espíritus que han encontrado inspiración en ello, y han rescatado esos saberes como una actitud de resistencia frente a la hostilidad del hombre contra el hombre, de la arbitrariedad del poder y la imposición de injusticias. El no abandonar el esfuerzo ético es el mayor legado griego. 

  • Pedro Olalla en el conversatorio con Lola Bañón. -
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