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¿Qué coño pasa en Valencia? De Jamaica al Círculo de Bellas Artes

El fin de la Navidad, la subasta del Círculo, la Biblioteca Pública o el Old Jamaica en el Jimmy Glass

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VALENCIA. El estadista francés Talleyrand, recién casado con la viuda Grant, invitó a comer al famoso arqueólogo Donon, que había animado a Bonaparte a conquistar  Egipto. Talleyrand pidió a su hermosísima esposa que echara un vistazo al libro de Donon que contenía el relato de la expedición para quedar -y hacerle quedar- bien durante la conversación. “Lo he leído entero” -dijo ella- y, después de los entrantes, se lanzó al barro pidiendo al ilustre invitado detalles sobre la isla desierta y el naufragio, cómo había sobrevivido y cómo se encontraba su amigo Viernes.

Se había equivocado de libro: había leído a Daniel de Foe, y confundía al director del Museo del Louvre con Robinson Crusoe.

Que la Navidad nunca se acabe

Con la misma buena intención informativa que la Princesa de Talleyrand, el cantante alcoyano Francisco dedicó la semana pasada en las redes sociales una colección de homenajes a Mónica Oltra y a Joan Ribó en la que no escatimó epítetos sonoros motivados por un hipotético cambio en el desfile de Reyes. Le siguió en esta confusa conjura, el artista gallego Moncho Borrajo, añadiendo -ambos- algunas inconexas alusiones de índole sexual que nadie supo comprender. Una vez se dio cuenta de su error, Francisco borró los mensaje y escribió la siguiente disculpa: 

“Mis queridos amigos. Con estas letras quiero pedir disculpas si, en mi forma de expresar lo que siento, no he sido lo sutil que debería pero, me puede el sentimiento valenciano y español. Se están cometiendo barbaridades, a todos los niveles, en Valencia, sobre todo, en la cultura o tradiciones, aunque, más bien, parecen “traiciones”. A pesar de no estar, en absoluto, de acuerdo, con la forma de proceder de quienes gobiernan en nuestra ciudad, es el pueblo quien, los juzgará y, dictaminará, si tienen que seguir o no. Señora Oltrá y señores Ribó y Puig, mis calificativos hacia ustedes, no han sido muy considerados. Son conscientes de que, miles de personas, piensan y, sienten, como yo, aunque, la repercusión, no es la misma. Lamento haberme dejado llevar por el corazón, en lugar de por la cabeza. Atentamente, un valenciano” (sic).

Lo más importante en las meteduras de pata es no intentar arreglarlas. Hay que dejarlas caminar hacia su destino. La historia de las meteduras de pata está plagada de otras meteduras superpuestas para reparar el error inicial, pero los casos de reparaciones elegantes son escasos. “Ya no dejo más el móvil a nadie” -empezó escribiendo el genial Borrajo el cinco de enero- “Esta noche alguien usó mi móvil durante una hora para escribir en mi nombre” -continuó- “Ya no saben cómo hacerme daño”, “Un móvil en manos de un envidioso puede ser muy peligroso. No lo dejes nunca”. 

Bueno, esperemos que todo esto no acabe en someter cada año a referéndum la decisión de cómo tienen que vestir los Reyes Magos y que los artistas, a los que envío un fraternal abrazo, hayan podido disfrutar con inocentes ojos de niño de la auténtica cabalgata de Valencia que fue de las más bonitas, a juzgar por las fotos.

Subasta en el Círculo de Bellas Artes

Digo “a juzgar por las fotos”, porque a diferencia de Francisco y Borrajo yo no estaba tan obsesivamente interesado en cabalgatas. En cambio asistí esa noche, en la calle Cadirers del Barrio del Carmen, a la subasta especial de Reyes del Círculo de Bellas Artes de Valencia, una actividad programada por el anterior equipo que peleó contra las graves dificultades de financiación. El Círculo ha cambiado recientemente su ejecutiva, en la que están ahora Gerardo Stübig, Nassio Bayarri, Vicente Navarro, Lupe Tomás o Carla Alabau.

Las salas de subastas son un lugar de oportunidades. Pero en esta ocasión también se remataban los afectos: se ofrecían más de sesenta y seis tesoros de nuestro pasado artístico esperando a ser comprados para paliar en lo posible las carencias económicas por las que pasa el Círculo. Una preciosa acuarela de Portolés por cien euros, por la que nadie pujó. Una obra al pastel de Alegre Cremades por su precio de salida. Un óleo de la escuela valenciana atribuido a Emilio Sala que alcanzó el precio de 210 euros y que había salido por 150. 

Muchas otras obras donadas, a pesar de salir a un precio inferior al de mercado, pasaron el trago de volver a su lugar a la espera de que alguien las quiera adquirir más adelante: excelentes cuadros de José Gassent, Anzo, Bronchú, Lupe Tomás, Tarrasó, Abel Puche, Pedro de Valencia, Vicente Alonso o Adolfo Francés; un cartel de la Feria de Julio de 1907, de Ortega; una terracota de Peyró. La escultura de una pescadora en bronce de Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, fue recomprada en la sala. 

Pueden observar todas las obras cómodamente en la página, la gran mayoría siguen a la venta por su precio de salida, más un cinco por ciento. Tómense, por favor, la molestia de hacer unos cliks en esta página: yo creo que el más conmovedor homenaje que recibe un artista no son esos laureles depositados sobre su tumba, sino las miradas que han teñido con comprensión una pincelada y consagrado un golpe de cincel en su estatua. 

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